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    La realpolitk revolucionaria de Rosa Luxemburgo

    JM Delgado
    JM Delgado


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    Group : Democracia Comunista Internacional-Organización marxista luxemburguista
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    La realpolitk revolucionaria de Rosa Luxemburgo Empty La realpolitk revolucionaria de Rosa Luxemburgo

    Post  JM Delgado Mon Sep 14, 2009 11:48 am

    Camaradas: muy interesante la tesis de Isabel Loureiro sobre la realpolitik revolucionario de Rosa Luxemburgo. Sin duda hay objeciones que hacerle: pues de eso se trata, de propiciar y enriquecer los debates. Salud. JM.

    El pensamiento y la acción de Rosa Luxemburg




    EL PENSAMIENTO Y LA ACCIÓN DE ROSA LUXEMBURG
    ISABEL LOUREIRO (*)

    Hoy cuando la izquierda está en crisis en todo el mundo (una crisis que se traduce en Brasil en un intento de reconstrucción de la izquierda) es más necesario que nunca un gran esfuerzo de reflexión con el reto de construir un
    proyecto intelectual y político visando la transformación cualitativa de la sociedad.

    Creo que la idea de Rosa Luxemburg de una Realpolitik revolucionaria, o sea, de que no es posible separar reforma y revolución, puede ayudarnos en esa tarea. En ese sentido, me gustaría retomar rápidamente algunas
    consideraciones que hice en la presentación a la segunda edición de mi libro Rosa Luxemburg, os dilemas da ação revolucionária. Este libro fue resultado de una tesis doctoral presentada en 1992. En los últimos
    13 años muchas cosas han cambiado. A fines de los años 80 la izquierda
    tenía en el horizonte la caída del socialismo real y en Brasil las primeras
    elecciones para Presidente de la República, cuando tuvo lugar el enfrentamiento
    Lula/Collor. Aunque eso no lo diga en el libro, el PT de los orígenes
    era mi interlocutor oculto. Los dilemas que apunto en el pensamiento y en la
    práctica política de Rosa Luxemburg me parecían ser en aquella época los
    dilemas de una izquierda socialista democrática que quiere llegar al poder de
    Estado sin desistir del programa socialista. En 1989 (e incluso después) yo
    veía la lucha del PT en Brasil para alargar los límites de lo posible dentro del
    capitalismo como Realpolitik revolucionaria y en esa perspectiva interpreté
    la teoría y la práctica de Rosa Luxemburg.
    Lo que busco demostrar con detalles en el libro es que su teoría y su práctica
    están atravesadas por una tensión no resuelta entre el determinismo
    economicista típico de la 2ª Internacional y una concepción de política en que
    la acción autónoma de las masas populares crea un espacio público completamente
    diferente del espacio público burgués. Dicho de otro modo, la acción
    de las masas crea ya en las sociedades predominantemente capitalistas, desde
    abajo, los gérmenes de una sociedad cualitativamente diferente, lo que en la
    época de Rosa se llamaba socialismo. La oscilación entre el polo determinista
    y el polo “autonomista” la llamé “dilemas de la acción revolucionaria”. Hace
    13 años me parecía que esos dilemas eran también los del PT.
    Hoy está muy claro que esos dilemas se han extinguido en la izquierda gubernamental
    en Brasil. Ella ha elegido la Realpolitik sin revolución y se limita a
    aplicar automáticamente, de la manera más pragmática posible, el programa
    del capital, alegando que no existe otro camino, que no hay brechas en el
    edificio monolítico del capital. There is no alternative es el lema del gobierno
    actual.
    No es inadecuado hacer aquí un paralelo con la socialdemocracia alemana,
    que tras la caída de la monarquía en 1918 adhirió tan fuertemente a las fuerzas
    del antiguo régimen (y con ese procedimiento se quedó prisionera de una
    lógica perversamente conservadora) a punto de ni siquiera aprovechar el espacio
    político existente para realizar las reformas democráticas propuestas en
    su programa. Como todos sabemos, la historia se ha vengado más tarde de
    tanta falta de osadía.
    Ahora trataré de presentar rápidamente la idea central de la teoría política de
    Rosa Luxemburgo, no abstractamente, sino en relación con los eventos políticos
    más importantes de su tiempo. Este procedimiento se hace necesario
    porque las ideas de Rosa son siempre elaboradas en la polémica con los adversarios
    y desde la coyuntura. Independiente del dogmatismo de su creencia
    en el advenimiento necesario e “irresistible” del socialismo como desenlace
    de las contradicciones económicas del capitalismo, su concepción de la política
    está centrada en la idea de creatividad histórica. O sea, la historia no está
    predeterminada como si fuera un destino al que los hombres han de someterse
    sino que es creación, invención del actuar cotidiano, y sobre todo del actuar
    revolucionario de las masas populares. Las masas son el sujeto de la historia
    (Massen-Ich) que en los períodos de reflujo vuelven a los bastidores, a la
    espera del momento oportuno de volver a la escena.
    Con la revolución rusa de 1905 estas consideraciones, que eran solamente
    teóricas en el comienzo de su carrera política, pasan a tener un contenido
    preciso. La huelga de masas, creada espontáneamente por el movimiento revolucionario
    en Rusia, lleva Rosa Luxemburg a la siguiente conclusión: la
    conciencia de clase se crea en la acción contra el orden establecido y por eso
    los trabajadores rusos, en poco tiempo, han logrado superar a los alemanes,
    prisioneros de reivindicaciones inmediatas dentro de la legalidad. La responsabilidad
    por esa situación en Alemania es de la política reformista de los
    sindicatos y del SPD. Desde esa época las masas pasan a tener un papel central
    en su teoría, y siempre aparecen necesariamente relacionadas a la acción.
    En Huelga de masas, partido y sindicatos (1906), uno de sus escritos más
    dialécticos, Rosa muestra enfáticamente la unidad entre la estructura (las leyes
    de la historia) y la coyuntura (la acción revolucionaria inesperada), entre
    el elemento económico y el político, el espontáneo y el consciente, como
    polos constituyentes de la misma totalidad. La revolución proletaria, distinta
    de la revolución burguesa porque en ella el sujeto son las masas, resulta precisamente
    de la conjugación de esos dos factores. Sin embargo, hasta la guerra
    Rosa opone siempre la acción creativa, viva, espontánea de las masas al
    inmovilismo de la socialdemocracia y de los sindicatos, vistos como organizaciones
    burocráticas, muertas.
    Con la Primera Guerra Mundial la apuesta a la acción de las masas se vuelve
    paradójicamente mayor. Si hablo de paradoja es porque aquel es un momento de
    reflujo de la acción. Sin embargo es por esa razón que se puede hablar de
    apuesta. El inesperado comportamiento chauvinista de la socialdemocracia y
    del proletariado en el comienzo de la guerra obliga Rosa Luxemburg a reconocer
    que “no hay esquema previo válido para siempre, no hay guía infalible para
    mostrar [al proletariado] el camino a recorrer. Él no tiene otro maestro si no la
    experiencia histórica.” (1) Donde su lema: socialismo o barbarie. Esta alternativa
    indica que Rosa ha superado su anterior “fatalismo optimista” (M. Löwy) y ha
    adherido a la idea de una historia abierta, sin garantías de victoria del socialismo,
    en la que se introduce el riesgo y la apuesta. (2) Como escribe Merleau-Ponty en el
    prefacio de Las aventuras de la dialéctica, la política no “es un capítulo de una
    historia universal ya escrita. Ella es una acción que se inventa”.
    Por eso mismo, en los tres meses en que participó de la revolución alemana,
    Rosa Luxemburg llevó a las últimas consecuencias los dilemas que he mencionado
    al comienzo de mi ponencia y que se traducen de modo muy vivo en sus
    oscilaciones tácticas: ora adopta una táctica moderada, ora una táctica radical.
    Esas oscilaciones no provienen solamente de la situación coyuntural (carezco
    de espacio para desarrollar el tema), sino que derivan de su comprensión del
    marxismo como unidad entre teoría y práctica.
    Hay que aclarar que el marxismo permite una doble lectura de esa relación. 1)
    La teoría es entendida como teoría para la práctica: el marxismo es interpretado
    como una teoría que la clase obrera adopta y utiliza como guía para la
    acción. 2) La teoría es entendida como teoría de la práctica y aquí el marxismo
    es interpretado como expresión efectiva del movimiento obrero, de tal
    modo que la clase se puede reconocer en la teoría. Esa relación ambigua con
    la práctica revolucionaria ya aparecía en la obra de Marx, y Rosa solamente
    reproduce la misma ambigüedad. Para ella, el socialismo ora consiste en el
    objetivo final a priori, consignado en la teoría marxista, ora consiste en la
    creación libre de las masas, en gran parte imprevisible.
    Esta tensión entre las dos maneras de interpretar la unidad entre teoría y práctica
    recorre toda la obra de Rosa, pero es dramática en sus últimos meses de
    vida, cuando participa de la revolución y tiene que tomar decisiones cruciales
    que ponen en riesgo su propia vida. Rosa interpreta la revolución que acabó
    de empezar de dos maneras no excluyentes: como objetivo final socialista
    puesto en la teoría y que guía (más bien, debe guiar) la clase; y como proceso
    que adquiere sentido en la lucha de clases, como objetivo que se forma por la
    acción de la clase en movimiento. Como en el comienzo de su carrera política,
    en la polémica contra Bernstein, tampoco ahora Rosa quiere separar objetivo
    final y movimiento, reforma y revolución, pero muchas veces el enfoque
    unilateral en el objetivo final socialista le hace tratar a brocha gorda las vicisitudes
    de la práctica.
    En los meses de noviembre y diciembre de 1918 y enero de 1919 Rosa enfrenta
    el período más difícil de su vida. Ella sabe que la revolución socialista
    no tiene posibilidad de victoria inmediata. Pero apuesta que los consejos de
    operarios y soldados, creados espontáneamente en el comienzo de la revolución,
    serán una escuela de socialismo, que en los consejos las masas aprenderán
    a ejercer el poder. La democracia consejista con sus asambleas, su espacio
    público de debate y de toma de decisiones directamente por los involucrados
    es para Rosa Luxemburgo el modelo de democracia socialista, la única alternativa
    real a la forma de organización de la democracia representativa burguesa.
    Ella considera la revolución socialista como un proceso largo que no
    se resume al cambio de partidos en el poder, sino que solamente se podrá
    realizar a través de la participación activa de los de abajo. Rosa sabe que es
    necesario tiempo para construir una sociedad socialista democrática. Pero
    esta Realpolitik revolucionaria no pudo desarrollarse, la contrarrevolución la
    impidió.
    Pero lo que es sorprendente es que junto a esa postura moderada, en los artículos
    del periódico Die Rote Fahne (La Bandera Roja) Rosa hace constantes
    llamamientos a las masas para que actúen en contra de las direcciones, tanto
    de los socialdemócratas mayoritarios en el poder, como de los socialdemócratas
    independientes, que habían roto la coalición al final de diciembre de
    1918. En estos artículos Rosa asume una postura abstractamente revolucionaria
    en clara contradicción con sus convicciones más profundas sobre la revolución
    socialista como un proceso largo, apoyado en la mayoría de las masas
    autónomas, esclarecidas.
    Dejando de lado la apasionante coyuntura de aquella época, que es un asunto
    de gran interés histórico, y que aún provoca controversias en el presente,
    ¿cuáles son las ideas de Rosa Luxemburg que pueden contribuir para una
    política de izquierdas hoy?
    En primer lugar, su defensa de la acción autónoma y de la experiencia de las
    masas como el único medio de crear un espacio público popular, una nueva
    forma de articulación entre el individuo y la colectividad, muy diferente del
    funcionamiento de las instituciones en las democracias burguesas, donde los
    individuos son mónadas aisladas que entran en contacto unas con otras únicamente
    a través del mercado. Los consejos eran para Rosa Luxemburg el ejemplo
    vivo de esa organización democrática de los de abajo.
    Hoy, tal como los consejos en aquella época, los movimientos sociales (el
    MST, que tiene en Rosa una de sus musas inspiradoras, es un ejemplo) buscan
    construir ese espacio público popular a través de la autoorganización de las
    masas marginadas en el interior de la sociedad capitalista. Es como siempre
    una tarea problemática y muchas veces contradictoria, porque sufre la contaminación
    de lo que quiere negar. Es como si los movimientos sociales contemporáneos
    caminaran sobre la cuerda floja, ora pendiendo para la cooptación
    por el Estado, ora afirmando el “gran rechazo” (Herbert Marcuse) del
    orden establecido. El MST en Brasil no es excepción.
    Pero una política de izquierdas en la sociedad capitalista no puede escapar a
    esa contradicción que la propia Rosa Luxemburg reconocía en su texto “Cuestiones
    de organización de la socialdemocracia rusa” cuando dice que la izquierda
    “precisa avanzar entre dos obstáculos: entre la pérdida de su carácter
    de masa y el abandono del objetivo final, entre la recaída en el estado de secta
    y la caída en el movimiento de reformas burgués” (GW 1/2, p.442). De donde
    la necesidad de unir reforma y revolución: la lucha por reformas sólo tiene
    sentido desde que está incluida en un movimiento visando el socialismo.
    En segundo lugar, la no separación entre reforma y revolución. Rosa luchó
    toda su vida por una política de izquierdas que fuera al mismo tiempo revolucionaria
    y enraizada en los problemas del presente. Es verdad que a veces
    tendió unilateralmente al revolucionarismo abstracto (por ejemplo, en la revolución
    alemana), pero su espíritu no sectario siempre estuvo listo a aprender
    con las nuevas experiencias, como en el caso de los consejos. (3)
    En tercer lugar, la idea de una historia abierta, que no se desarrolla en línea
    recta hacia el socialismo. El desenlace de la historia, distintamente de lo que
    pensaban los marxistas ortodoxos de la 2ª Internacional, depende de la acción
    de los de abajo, de su conciencia, organización, iniciativa. “No se trata más de
    esperar que el fruto ‘madure’ según las ‘leyes naturales’ de la economía o de la
    historia, sino de actuar antes que sea demasiado tarde.” (4)
    Expresé al comienzo de este artículo que la teoría y la práctica de Rosa
    Luxemburg están atravesadas por una tensión no resuelta entre el determinismo
    economicista y la acción autónoma de las masas. El ejemplo de eso se da por
    su comportamiento tras la caída de la monarquía cuando ella se encuentra
    dividida entre una posición “realista” que reconoce la “falta de madurez de la
    revolución alemana” (5) y una posición “izquierdista” que rechaza el frente único
    de las izquierdas. Si hablé de un aspecto poco comentado del “pensamiento
    y acción” de nuestra revolucionaria es porque creo importante ver a Rosa
    Luxemburg como un todo y no solamente enfatizar uno de los lados, como
    hacen la mayoría de los comentadores.
    Pero hay que reconocer que si Rosa ha permanecido actual hasta hoy y si en
    los momentos de crisis la izquierda siempre se acuerda de ella, más allá de las
    razones mencionadas, se debe al hecho de ser una figura humana y revolucionaria
    ejemplar. Si Rosa sigue atrayendo los espíritus insumisos es sobre todo
    porque ella nunca ha renunciado al programa socialista en nombre de la
    Realpolitik, no más. Su teoría y su práctica son el ejemplo vivo de una política
    de izquierdas que siempre ha buscado mantener unido lo que es y lo que
    puede ser.



    REFERENCIAS

    Loureiro, I. Rosa Luxemburg – os dilemas da ação revolucionária: Editora UNESP/
    Fundação Perseu Abramo/Rosa Luxemburg Stiftung, São Paulo, 2004, 2ª edición.
    Löwy, M., Bensaid, D. Marxismo, modernidade e utopia. Xamã, São Paulo, 2000.
    Luxemburg, R. Organisationsfragen der russichen Sozialdemokratie. Gesammelte Werke
    1/2. Dietz Verlag, Berlín, 1979.
    ------ Massenstreik, Partei und Gewerkschaften. Gesammelte Werke 2. Dietz Verlag, Berlín,
    1981.
    ------ Die Krise der Sozialdemokratie. Gesammelte Werke 4. Dietz Verlag, Berlín, 1987.
    ------ Die Ordnung herrscht in Berlin. Gesammelte Werke 4. Dietz Verlag, Berlín, 1987.
    Merleau-Ponty, M. Les aventures de la dialectique. Gallimard, Paris, 1954.



    Notas

    * Fundación Rosa Luxemburg, San Pablo, Brasil.

    1. Die Krise der Sozialdemokratie. GW 4, Dietz Verlag, Berlín, 1987, p.53.

    2. Michael Löwy considera que desde la guerra Rosa Luxemburg ha roto con la
    concepción iluminista-burguesa de la historia lineal y “progresista” de la 2ª Internacional
    y adhirió a la idea de una historia en la que el factor contingente es decisivo.
    Estoy de acuerdo con M. Löwy, solamente no me parece que Rosa haya roto completamente
    con el determinismo anterior, sino que éste se volvió más mitigado.

    3. Si los cuerpos francos le hubieran dado tiempo, estoy segura de que habría hecho
    la crítica pública del comportamiento suicida (y heroico) de la dirección comunista
    durante la insurrección de enero, tal como lo hizo posteriormente su gran amigo Paul
    Levi, el mayor defensor de las ideas de Rosa en el KPD.

    4. Michael Löwy, Marxismo, modernidade e utopia. Xamã, São Paulo, 2000, p.48.

    5. Rosa Luxemburg, Die Ordnung herrscht in Berlin, GW 4, p.533.

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