Pepe Rodríguez Alvarez ha pegado varios artículos en Kaosenlared sobre Acción Comunista, el último es este del que entresaco el texto que vá en cursivas y que se corresponde con la definición que AC hacia de si misma en un volumen colectivo sobre los partidos políticos.
http://www.kaosenlared.net/noticia/accion-comunista-por-si-misma
Sostengo que AC era una organización básicamente luxemburguista, desde esas ideas intervine en el movimiento obrero durante mas de 35 años, ocurre que no puedo demostrarlo porque no tengo apenas material de esa época, especialmente la revista del mismo nombre, en Sevilla teniamos militantes, buenos cuadros y reconocidos líderes obreros naturales en Astilleros y contratas, CASA, Riviana y otras empresas de la aceituna, en la sanidad y en la enseñanza, como asímismo un buen plantel de profesores universitarios y alumnos de últimos cursos. Interveníamos de manera importante en las luchas de esa época, de hecho en mi ciudad como en Alcalá y Dos Hermanas eramos la segunda organización en importancia después del PCE, PSOE. Creo que en la autodefinición de AC hay un interesante material posiblemente útil para el debate y la reflexión política. Salud. JM.
El texto que sigue esta extraído del libro Los partidos marxistas. Sus dirigentes/Sus programas, edición a cargo de los colegas Fernando Ruiz y Joaquín Romero para Anagrama (Barcelona, febrero de 1977). Dado que también me tocó trabajar en un texto sobre la Liga Comunista (que no llegó a aparecer porque ya estábamos preparando la unificación LCR-LC), sé que aunque fuese en un rango secundario, el texto publicado se consideraba de primera importancia ya que se trataba de una edición lega y en una editorial importante. Es pues un texto muy trabajado y debatido, y por lo tanto representativo de cómo se veía Acción Comunista a sí mismo. PGA.
Acción Comunista (AC) surge en 1964-65 de la conjunción de una parte del sector marxista del FLP (especialmente su Federación exterior, formada a partir de militantes exiliado en Francia, Bélgica, Alemania y Suiza a raíz de las huelga de 1962), de la entonces llamada Juventud Socialista Revolucionaria (POUM), y de antiguos militantes del PCE.
El grupo se fija como tarea prioritaria inicial la reflexión teórico-política sobre las corrientes revolucionarias europeas y sobre la situación política, la evolución del capitalismo, la organización obrera y la creación de un partido revolucionario en el Estado español. La revista Acción Comunista re coge y difunde sus ideas sobre estas cuestiones y Sobre cuantas —en cada momento concreto- resaltan en la lucha de clases en España e internacionalmente. Desde el punto de vista político-organizativo parte del axioma de que «sin teoría revolucionaria no hay partido revolucionario».
AC se declara marxista revolucionaria y, en síntesis, sus principios teórico-políticos y sus posiciones estratégicas y tácticas son las siguientes:
Las relaciones de producción en España son en la actualidad esencialmente las Correspondientes al modo de producción capitalista en su fase monopolista de desarrollo.
Frente a dicho régimen de capitalismo monopolista no existe otra alternativa efectiva que la Revolución Socialistas. Derribar del poder a los monopolios significa abordar o iniciar la Revolución Socialista. Ello no significa que estemos ya en condiciones de imponer dicha alternativa, sino tan sólo que las etapas intermedias son pura y simplemente las de preparación para plantear e imponer dicha alternativa. Preparación que no excluye —antes comprende- la realización de conquistas parciales que faciliten la movilización de las masas trabajadoras, que permitan la consolidación y el fortalecimiento de las fuerzas socialistas para la abolición del régimen capitalista.
La Revolución Socialista es la sustitución del régimen de dominación ejercida en la actualidad por los monopolios capitalistas, por un régimen en el que la dominación ejercida por los trabajadores. Dominación realizada terreno político por un Estado —la dictadura del proletariado— que emana democráticamente de aquéllos; Y terreno de la producción, por el establecimiento de una economía socializada en la que los medios de producción pasan ser propiedad colectiva autogestionada —tanto a nivel de empresa como a nivel estatal— por los trabajadores o sus representantes elegidos democráticamente.
La Dictadura del Proletariado es el ejercicio del poder político por los trabajadores exclusiva y efectivamente y su utilización para mantener a raya a las antiguas clases explotadoras hasta su extinción social. La dictadura del proletariado es, pues, inseparable y sinónimo de democracia de los trabajadores y del efectivo ejercicio del pode- por éstos a través de órganos de poder múltiples y a diferente nivel, cuyos cargos han de ser ocupados por los representantes elegidos y revocables en todo momento por los trabajadores, sin que ningún privilegio personal de nivel de vida o de poder acompañe a tales cargos.
La dictadura del proletariado no ha de confundirse, por lo tanto, con la dictadura de un partido. Primero, porque el partido no es un órgano de poder sino una asociación política de vanguardia (cuando lo es), cuya función en la dictadura del proletariado consiste en esclarecer la consciencia de las masas proletarias y animar y catalizar la construcción del socialismo: los partidos proponen, pero la decisión debe ser tomada por las masas trabajadoras. Segundo, porque la Sustitución de la dictadura del proletariado por la dictadura de un partido abre paso (la experiencia histórica lo demuestra) a la liquidación de la democracia de los trabajadores, a la Usurpación del poder por una burocracia que acaba por diferenciarse de los trabajadores al atribuirse múltiplos privilegio de distinto tipo que la oponen a ellos, convirtiéndose e un obstáculo para un avance ulterior hacia el socialismo.
Si bien la emancipación de los trabajadores será obra e los trabajadores mismos, la clase obrera no accede a la Consciencia de sus intereses históricos de un modo global y paralelo sino que aparecen en ella distintos estratos con diferente nivel de consciencia. La toma de consciencia de la de obrera se desarrolla así en la interrelación entre esos diferentes estratos, y en parte es determinada por ideas de individuos no obreros, pero que reflejan una práctica social –la lucha de clases-, en la que la clase obrera aparece como antagonista principal de las clases dominantes y de la sociedad que éstas dominan. Surge así el problema y la necesidad de una vanguardia proletaria organizada.
La organización de vanguardia (partido) no es más que un instrumento hacia la consecución de unos objetivos determinados (la emancipación de la clase obrera), Y subordinad por lo tanto a ellos, cuya tarea ha de consistir en ayudar a la clase obrera en su toma de consciencia, en su desarrollo organizativo; y en la adopción de una estrategia y una táctica acordes con la realidad a transformar Debe condenarse tajantemente toda concepción del partido como tutor del proletariado; dispuesto a sustituir a éste en el ejercicio de la dictadura del proletariado.
El centralismo democrático es el principio organizativo fundamental; que para AC queda perfectamente resumido en «libertad de crítica y unidad de acción». Es decir por un lado, la disciplina organizativa; la subordinación de la minoría a la mayoría en la acción; y por otro, junto a la elegibilidad y revocabilidad de todos los responsables como garantía de que la acción sea expresión de la voluntad de la mayoría, la más plena libertad de discusión y de defensa por la minoría o minorías de sus opiniones (libertad de tendencias y fracciones), a fin de que la actuación sea lo más acorde posible con la realidad y con los objetivos propuestos para su transformación, y como forma de superar la contradicción existente entre mayoría y minoría.
LA VANGUARDIA
La organización de vanguardia en el Estado español esta todavía por hacer y en su construcción es imprescihld1b que afronte los problemas que el capitalismo moderno y la degeneración burocrática plantean. Asimismo, esta construcción no puede concebirse sino paralela y estrechamente ligada a la construcción de organizaciones autónomas de clase obrera, a través de las cuales pueda realizarse la dialéctica fecunda entre la vanguardia y las masas, a través e las que, en última instancia, la clase obrera pueda forjar su propia vanguardia-
La revolución española no es sino un aspecto de la revolución mundial. Los trabajadores españoles participan a través de ella en la lucha internacional del proletariado mundial contra la burguesía, por la liquidación del capitalismo internacional y la construcción de una sociedad socialista mundial.
La posibilidad del socialismo brota del desarrollo de las fuerzas productivas a escala internacional. La construcción del socialismo en un solo país es, hoy más que nunca, una utopía reaccionaria. Por ello, la vocación del proletariado es internacionalista; su presencia y acción desbordan los límites nacionales: el proletariado no tiene patria.
Por razones geográficas evidentes, por la vinculación cada día más estrecha con la economía europea, por la repercusión que encuentran todas las luchas sociales europeas en la península y viceversa, el proceso revolucionario español estará cada vez más estrechamente asociado al europeo.
La lucha de clases internacional fuera de Europa incide también de forma importante sobre la lucha del proletariado español; en especial sus dos manifestaciones más patentes: el desarrollo creciente de un bloque de Estados donde ha sido abolido el capitalismo, y la pugna entre el capitalismo imperialista y los pueblos coloniales y semicolonia les que aparecen como dos factores de singular importancia, favorables en un análisis histórico global al avance revolucionario del proletariado mundial.
AC rehúsa conscientemente el calificativo de socialistas a los países así mal llamados. Porque el socialismo como meta es una sociedad de tipo diferente, más avanzado, que las engendradas hasta ahora directa o indirectamente— por la acción revolucionaria en Europa oriental, Asia y América. Además, es necesario condenar explícitamente el estalinismo Y todas sus secuelas y reminiscencias, disociar nuestro proyecto de socialismo del modelo realizada en esos países, so pena de desmoralizar al proletariado de despojar a la lucha revolucionaria de su aliciente fundamental: la apropiación el proceso de producción por los productores directos, la Subordinación del mismo a las necesidades sociales.
Los intereses específicos de esos Estados (y de la burocracia que les sirve de soporte) no sólo no se identifican con los de la revolución proletaria; sino que se oponen a éstos la medida en que el avance de la revolución mundial representa un peligro para la dominación y los de la burocracia.
La dinámica de las revoluciones y movimientos antiimperialistas y su influencia sobre la dinámica de la lucha de clases internacional es equívoca; participan en tales movimientos todo un abanico de clases, que va desde la burguesía nacional a la clase obrera. No obstante, el proletariado e, solidario de tales movimientos, por su carácter antiimperialista, debiendo sostener en ellos a los elementos más radicales e impulsarlos a proseguir ininterrumpidamente la evolución hacia el socialismo. El proletariado español, concretamente, tiene el deber de apoyar la lucha del pueblo saharaui, para escapar a dicha explotación.
Todo lo precedente hace comprender la necesidad de una coordinación de la acción proletaria en los distintos países, y en particular de la coordinación entre sus partidos y organizaciones y, en consecuencia, la necesidad de una organización internacional revolucionaria, de una internacional que, evidentemente, está por construir. No se trata de impulsar ficciones consoladoras, sino de ir hacia una organización internacional que —sin ser una reproducción caricaturesca: de la III— sea, no obstante, «la Internacional de la acción de masas, la Internacional de la realización revolucionaria* (Manifiesto de la Internacional Comunista a los proletarios del mundo entero, 1919).
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