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    ARG - Reenvío de "Operativo Reconciliación, el mandato capital de los K."

    alberto a.
    alberto a.


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    ARG - Reenvío de "Operativo Reconciliación, el mandato capital de los K." Empty ARG - Reenvío de "Operativo Reconciliación, el mandato capital de los K."

    Post  alberto a. Sat Jun 01, 2013 8:37 am

    El pasado 25, en la "fecha Patria", Cristina volvió a incitar a la reconciliación con las FFAA. Se va Garré y viene Puricelli, decidido a actuar contra los intereses de los trabajadores en toda la línea.
    El gobierno nacional y popular está decidido a cuidar (a como sea) los intereses de los capitalistas nacionales y extranjeros.
    Sin duda, apoyar a este gobierno es apoyar a la derecha (incluido Macri); es apoyar al conjunto disímil de los capitalistas, en la forma de su Estado nacional, capitalista y represor.
    Reenvío lo que escribí hace 3 años, el 31 mayo de 2010:


    Operativo Reconciliación, el mandato capital de los K.
    (Los fastos del Bicentenario y el trucaje estatal de una Memor
    ia)




    por Alberto a. Arias



    “... Hoy pretendemos brindar esta reparación de alcance general y colectivo porque creemos que se deben impulsar políticas públicas que contribuyan a la construcción de la memoriasocial sobre lo ocurrido, y desarrollar iniciativas de carácter simbólico que pongan el énfasis en el reconocimiento de lo realmente sucedido y en el homenaje a las víctimas[sic]. Y lo hacemos con la convicción de que la memoria de un pueblo es el puente con las nuevas generaciones y es un vínculo con el futuro, que garantizará el NUNCA MÁS.” (Nilda Garré, Discurso de la ministra de Defensa en el Homenaje “Placa Conscriptos-detenidos desaparecidos”, el 29 de marzo de 2010.) (subrayados nuestros)


    La vía regia de los “homenajes a las víctimas”(sic)
    y el “reconocimiento de lo sucedido”

    Cuando se lee la frase: “homenajes a las víctimas”, uno realmente debe hacer un esfuerzo tremendo para no dejarse arrastrar por la ira inevitable: ¿“Homenajear” a mi amigo de 20 años, porque “apareció” trece años después en un tanque lleno de cemento y arena, con un disparo en la nuca, tras haber sido secuestrado, torturado y ocultado allí cobardemente? ¿”Homenajear” a su compañera de 19 años, embarazada, torturada, “trasladada” al Uruguay para esperar allí a que dé a luz, y luego asesinarla, esconder su cuerpo ultrajado en algún rincón ignoto de un cuartel militar, mientras roban a su bebita para dársela a un policía que la criará como “propia”? ¿”Homenajear” a los padres de mis amigos, que no se suicidaron ni se vengaron, y siguieron buscando y buscando hasta encontrar a su nieta a pesar de la negativa, burla y obstáculos que los presidentes y gobiernos patrióticos del Río de la Plata les interpusieron a cada paso? ¿”Homenajearnos” acaso a nosotr*s, sus amig*s y compañer*s, que luchamos y luchamos y luchamos a pesar de la complicidad de añares por parte de políticos hipócritas y advenedizos como Néstor Kirchner y toda la turba de cobardes amigos del Poder?
    Los K. lo dicen con claridad: no poner el énfasis en el juicio y castigo a todos los culpables y mucho menos en el “imposible” desmantelamiento de los organismos de vigilancia, espionaje, control y represión al servicio de la “seguridad” de los Propietarios del país y del exterior. Poner el énfasis, en cambio, en el “homenaje a las víctimas” y en el “reconocimiento de lo sucedido”; homenajes y reconocimientos como artilugios para abrir las puertas del “perdón” definitivo, el verdadero y criminal “punto final”.
    Por eso en la Argentina K. abundan los “museos de la memoria”, los ¡“homenajes a las víctimas”! (K. dixit), los “gestos” voluntariosos o compungidos, las lágrimas de cocodrilo, el “reconocimiento de lo sucedido” y la imaginería “reparadora”.
    Es decir, actos simbólicos antes que tener que meter mano real para cortar totalmente el nervio conductor (y su función rectora) entre “aquellas” Fuerzas Armadas y de Represión del Estado capitalista y las presentes; y menos que menos desmantelarlas y colaborar en que el pueblo trabajador argentino abra las compuertas de su propia justicia, de su propia seguridad, de sus propios quehaceres y destinos de vida y necesidad.
    Vale la pena oír algo más de las declaraciones de la ministra: “Esa historia [del terrorismo de Estado] nos constituye como personas y da forma a nuestra identidad colectiva [toda una unicidad interesada: la “identidad” común de ser víctimas-victimarios, explotadores-explotados]. Y nos recuerda el deber de trabajar en la construcción de un relato común de ese pasado. El Estado Democrático de Derecho tiene la obligación de construir una memoria colectiva, un relato que desde el presente repare los errores de su prosa pasada, sin negar lo sucedido. Los que ocupamos cargos públicos tenemos el imperativo ético de avanzar en este sentido...” (Discurso de Nilda Garré el 29/03/2010. Aclaración entre corchetes, nuestra.)
    A un mes de esas palabras acerca de “los errores (sic) [¿erratas, horrores?] de su prosa(sic) pasada”, la ministra aclara aun más y mejor: “Estas Fuerzas Armadas están reinsertadas en la sociedad en el marco de la Constitución y la ley. La reconciliación de las Fuerzas Armadas y de la sociedad era un objetivo que tanto Néstor Kirchner como Cristina Fernández me dieron como mandato: logramos que ese proceso se dé sin condiciones inaceptables como impedir el funcionamiento de la Justicia” (28 mayo 2010, Página 12).
    Las frases suelen mostrar entre líneas lo que no se quiere decir: “... logramos que ese proceso se dé sin condiciones inaceptables...”. Se afirma de este modo la existencia de “condiciones aceptables” que habrán posibilitado un determinado “funcionamiento de la Justicia”, es decir, una Justicia clasista que “funciona”, una Justicia que busca la Reconciliación entre agresores y agredidos, víctimas y victimarios, explotadores y explotados.
    Se trata de juzgar a algunos (quizá a unos pocos “peces gordos” y algunos “medianos”, pero jamás a miles de todos los tamaños y condición) y con la Ley en la mano, ante la supuesta “imposibilidad” de juzgar y castigar a “aquello” y aquellos que lo permitieron: la ley fáctica de la fuerza del Estado explotador (sea democrático, sea dictatorial) y sus verdugos al servicio de la perpetuación de los Propietarios.
    Y será vital en este Operativo la “sabia” combinación del paso cansino del tiempo de la impunidad (judicial y no) con el despliegue de la “construcción de un relato estatal”, para poder neutralizar los “relatos” del pueblo laburante que no perdona.
    Este relato-en-construcción llevado al paroxismo en la era K. (“disputado” más que “consensuado” con otros sectores dominantes) pretende y persigue, en una de sus líneas o componentes esenciales, la reinserción definitiva de las “Fuerzas Armadas” EN y PARA “la Patria”, al mismo tiempo que dejar sin argumentos y defensa a quienes exigimos que haya justicia para las víctimas del terrorismo de Estado y para las familias explotadas y miserabilizadas del país.
    La Operación Reconciliación sería imposible, claro está, sin su otra “cara visible”: el juzgamiento y condena de sólo algunos, de “lo más granado” y alcanzable de los genocidas. Pero mientras esta cara se visibiliza en paralelo, mucho queda opacado y “olvidable” y protegido en las sombras. Por dar un solo ejemplo estremecedor: que hace un par de años se haya filtrado escandalosamente la “noticia” (¡eureka por la noticia!) de que –ni más ni menos– el comandante en jefe de la Armada, el almirante Jorge Godoy, continúa con las tareas de espionaje y seguimiento sobre organismos de derechos humanos, militantes y trabajadores, etc., y que siga como si nada en el puesto de su destacada función patriótica aun en pleno “fasto del Bicentenario”, es sólo una pequeña muestra de lo que se quiere escamotear al pueblo trabajador: que este gobierno, tanto como los anteriores, tiene como única Patria el Kapital y que “harán todo lo que sea necesario” (sí, lo que sea) para que esa realidad no cambie.
    La desaparición de Jorge Julio López, Luciano Arruga, el asesinato de Silvia Suppo y tantos otros “mensajes” del terror estatal, además de las “desapariciones” (es decir, secuestros sin investigación ni solución) de cientos de mujeres, jóvenes y niñ*s a manos de redes de trata protegidas por el poder, más los fusilamientos en los barrios, las torturas dentro y fuera de las comisarías, y tantos otros hechos de barbarie estatal y “privada” (incluidos la miseria reinante y los delitos “económicos” apañados por el gobierno y la oposición), son un abanico de muestra de que para ellos el NUNCA MÁS prometido es eso: pura promesa, una burda mentira, una simple patraña del Poder contra los deseos de justicia de los trabajadores.


    Fastos del Bicentenario: el mono, aunque se vista de seda, mono queda

    No es cierto que no se pretenda capitalizar estos fastos del Bicentenario, con sus mixturas de la imagen de los revolucionarios (el Che, entre otros) con los dos desfiles militares incluidos. Fueron fastos hechos para capitalizar. Los ingentes esfuerzos, organización y dineros colocados en esta movilización, con resultados para ellos exitosos, han sido intencionalmente preparados y colocados al servicio de esa causa. Pero su corolario electoralista, cierto y “obligado”, es de importancia subsidiaria al total del Operativo Reconciliación, objetivo mayor de la clase explotadora.
    En ese sentido, esta “película” es la misma de siempre: desde el principio, los K. y sus múltiples aliados se han mostrado hábiles en comprar y cooptar voluntades, en maniobrar entre “gordos” y débiles, corruptos y honestos, propios y ajenos. Se trata, además, de un Operativo compartido: tanto por la oposición política burguesa de adentro, como por los gobiernos progresistas de la región, como tan bien lo mostró el palco de las Autoridades.
    Estos gobernantes, “elegidos” por el voto popular (pero más que nada por las artimañas de la politiquería burguesa, tramoya empresarial de excelencia), apuestan con decisión y energía (¡es que saben que se juegan su vida política en ello!) a la construcción del “relato” reconciliador y estatal sobre la misma denigrante e inaceptable realidad. Denigración histórica capitalista que alcanza sin remedio posible y en forma principal a los explotadores, a sus personeros, al mismo Estado, a sus fuerzas armadas y organismos políticos “tradicionales”.
    FASTOS: es decir, el registro de las cosas “memorables” de la república (según los antiguos romanos), es decir: sus logros.
    BICENTENARIO: es decir, 200 años de “logros” capitalistas: masacres, genocidios, guerras de apropiación, latrocinio y autorreparto de tierras y “bienes” ajenos y “originarios”; 200 años de superexplotación del trabajo humano “aborigen”, “negro” y “mestizo”, de sangre obrera y campesina; 200 años de represión y masacres contra las masas populares que lucharon por sus conquistas; 200 años de triunfos de la política burguesa sobre los cuerpos mismos de los trabajadores, que entre la represión y el halago son arrastrados permanentemente no al bienestar sino a la noria de la miseria; es decir, 200 años sujetando a “sus” explotados con los torniquetes de la Patria y la República: un nacionalismo no de pacotilla, un Nacionalismo Popular y Federal hecho y derecho, es decir el “ismo” nacional de los que se venden al mejor postor (a las mejores embajadas e intereses extranjeros), incluso asesinando o “desapareciendo” a sus “con-nacionales” coterráneos, o dejándolos morir de miseria, frío, hambre y pena en todas partes del territorio “nacional” (y no sólo en las Malvinas, también a pocas cuadras de la City porteña). Por supuesto que en estos 200 años también existieron innumerables luchas y triunfos y conquistas obreras y populares: a todo ello también se lo pasa de un solo saque a la cuenta positiva del Festejo, en un cambalache aniquilador.
    SÍMBOLOS: es decir, aquellas “figuras en representación”, real o imaginaria, de la cosa representada. Es que el símbolo, se lo mire por donde se lo mire, además de fundante es la manifestación misma de la “sustitución” de una “cosa” por “otra”.


    Entre Patria y Matria, el gran Operativo Reconciliación

    Entre todas las imágenes del trucaje, la de las “Madres” en carroza sí que nos ha partido el corazón y nos ha hecho, a algunos, brotar lágrimas de indignación. No eran Madres ésas, menos que menos nuestras compañeras, las Madres luchadoras (muchas de las cuales no estaban en esos palcos, sino apabulladas o furiosas lejos de ese palco sin lucha), sino representación y “good show” para el pueblo.
    Estos fastos han jugado con la imagen “masculina/femenina” de la Patria (tan problematizada a todo nivel y desde hace mucho) superponiéndola a la figura de una “Matria” “capaz de reconciliación”. El poner la figura de las Madres al servicio de la causa de la Reconciliación sí que denuncia una astucia criminal. Todo esto no es muy diferente –mutatis mutandis– de la operación que consistió en sustituir en el gobierno de los EE.UU. a un decadente petrolero blanco, criminal y corrupto, por un locuaz, simpático y “prometedor” hombre “de color” (evocador de la cuna de la humanidad, el continente devastado por la furia blanca) para sostener “a como sea” el privilegio y la rapiña.
    Estos fastos patrióticos han querido servir, profundamente y por donde se los mire, a los propósitos capitalistas de Reconciliación entre explotadores y explotados. “¡Pero si esa es la tarea diaria de la política capitalista!”, podría con algo de verdad decir alguien. Pero una cosa es la turbia y agobiante y “mezclada” –es decir, compleja– vida diaria (sobre la cual se opera, también simbólicamente y a cada paso desde los medios dominantes de “comunicación” opositores y oficialistas, “serios” y “entretenedores”) y otra cosa son los fastos simbólicos, la Fiesta del Pueblo, por así decir, que opera sobre las “conciencias” y las “instituciones del relato” sellando con su idealización la eficacia simbólica (sustitutiva) pretendida.
    Los símbolos han sido usados como “promesa”: promesa de Dignidad, promesa de Bienestar, promesa de Justicia, promesa de Igualdad. Pero, debido a que dignidad, bienestar, justicia e igualdad son imposibles en el marco de una sociedad de clases (donde gobiernan los dueños de los medios de producción y de la vida de los trabajadores) los simbolizadores que encuentren los próximos símbolos para frenar un poco más el desastre, buenos simbolizadores serán. Pero nada más que eso. Su tarea práctica (aunque “interminable”) encuentra su límite en los enfrentamientos entre los polos de una sociedad de poseedores y desposeídos, bien sea por la lógica de las necesidades e intereses en la sociedad capitalista, bien sea por lo que de conciencia social y política exista en las masas populares.
    Para enfrentar ese momento, ese “instante” que es un proceso, para dominar en ese “límite”, es que ellos necesitan unas fuerzas armadas reconciliadas con el pueblo, unas fuerzas armadas y de seguridad “reconocedoras de lo ocurrido y perdonadas”, que lleven adelante el monopolio y uso de la fuerza de los Propietarios.
    El Operativo Reconciliación hace rato que está en marcha, pretendiendo convertir en letra muerta la histórica frase “la sangre derramada no será negociada”. El Mundial de Fútbol Sudáfrica 2010 será el siguiente eslabón. Y si bien han logrado avanzar unos pasos más allá en la sujeción simbólica de los explotados y atornillar un poco más las pesadas losas de la conciencia posible, aún no han logrado, sin embargo, el paradigma de la Reconciliación: que la gente viva sus días recluida y “pacífica”, aguantando “lo que venga”, mendigando justicia, trabajo y dignidad.
    Porque es bien cierto que mientras bicentenarios y mundiales se juegan, otro “mundial” viene haciendo del mundo un tembladeral: la crisis capitalista. Frente a la “unidad patriótica conciliadora” y su camino al desastre para los trabajadores, nuestra obligación es seguir levantando el llamado a la verdadera unidad de los trabajadores, con su consigna insustituible, la más justa y la más digna, luchando para que encuentre en la actividad colectiva su realización cabal, su verdad histórica: “Trabajadores de todos los países, uníos”, porque “los obreros no tienen patria” y “lo único que tienen para perder son sus cadenas”.

    (31 de mayo 2010)

    Alberto a. Arias


    (( Este texto fue colocado en nuestro sitio tardíamente, debido al obligado receso que debimos padecer a parti de julio 2009. De todos modos, fue difundido ampliamente por otros medios de la web al momento de su escritura. •SdT ))

    http://www.signosdeltopo.com.ar/000-051/operativo-reconciliacion.htm

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