Comunicado del 2 de febrero de 2012
Los Alternativos sostienen las aspiraciones legítimas de las fuerzas democráticas y de la juventud senegalesa, y exigen la salida del poder de Abdoulaye Wade. Es tiempo de acabar con los vestigios de la FrancÁfrica, con los gobiernos corruptos y las democracias limitadas.
Podemos, desde lejos, ver las manifestaciones senegalesas, las "desgraciadas tensiones" pre-electorales en una democracia africana independiente. Se trata de una prueba más de las perpetuas convulsiones que entraña un sistema corrupto y autoritario que desde hace medio siglo mantiene secuestrada la democracia senegalesa en beneficio de una pequeña casta que defiende los intereses de una burguesía nacida del colonialismo francés y de varias décadas de neocolonialismo.
Desde la independencia de Senegal, tres jefes de estado se han sucedido con un modelo idéntico. Los tres formados por el estado francés y poco propensos a dejar al pueblo expresarse.
Primero Léopold Sédar Senghor, el «gran poeta», que de 1945 a la independencia fue diputado francés, antes de convertirse en el primer presidente senegalés. Senghor, que decidió desarrollar una política de grandes obras del estado senegalés destinadas a generar un país soberano autónomo y moderno, pero que confinó una parte del territorio «fuera de la historia», fuera de la industrialización, de la electrificación, de la creación de redes de comunicaciones, convirtiéndolo en el granero -atrasado- de Senegal; Senghor, que dejó a las hermandades "mourides" imponerse como el grupo religioso con mayor influencia en Senegal; Senghor, que reprimió violentamente los movimientos sociales; Senghor, sobre todo, que defendió sin dudar los intereses del estado francés en Senegal. Durante 5 mandatos, el viejo Senghor ahogó el espacio público senegalés, apareciendo omnipresente en unos medios de comunicación nacionales (todos en manos de su partido), dando forma al «debate democrático» a su conveniencia. En el momento de su quinto mandato, Senghor dimitió, después de haber sido reelegido, para garantizar que el poder se quedaría en “buenas manos”, lejos del peligro de los caprichos del sufragio universal. Después de 20 años de poder, Senghor colocó a Abdou Diouf, a su antiguo director de gabinete, a su antiguo ministro, a su antiguo Primer ministro, al primer secretario de su mismo Partido Socialista. Y de la misma forma, Diouf tuvo al país, sus sindicatos, sus medios de comunicación, sus instituciones. Y siempre Diouf supo reprimir los movimientos sociales, la contestación de una sociedad que continuó sin cambiar, amordazando a los medios, amañando el sistema electoral durante 19 años. Finalmente, en 2000, fue vencido por Wade, a la cabeza de una amplia coalición anti-Diouf. Los Senegaleses esperaban finalmente la ruptura con el antiguo mundo. ¿Pero qué es lo que podría cambiar?
Así como Senghor y Diouf, Wade estudió en Francia. Proviene del mismo sistema político. Fue Senghor quien le había pedido crear un partido liberal, el Partido Democrático Senegalés, porque el poeta Senghor era así: era él quien decidía si un partido debía existir o no. Y Wade fue el perdedor fiel de cada elección presidencial (en 78, 83, 88 y 93), el tonto útil del sistema Senghor. Hasta que al eterno segundón en las elecciones presidenciales senegalesas le llegó su turno.
Que importa que Wade, candidato liberal, fuera llevado al poder por una coalición que comprendiese a partidos comunistas y de la extrema izquierda. Que importa que prometiese privatizaciones e intervencionismo del estado a un mismo tiempo, bajadas del gasto público y aumento de las inversiones estatales a un mismo tiempo. Wade había prometido acabar con la concentración del poder.
Wade sólo reemplazó el antiguo diario progubernamental por un nuevo diario progubernamental, la antigua radio oficial por otra radio oficial, a los servidores del PS por los del PDS. Siguió reprimiendo las contestaciones y los movimientos sociales, y sólo puso en competencia a las empresas francesas con las empresas chinas y americanas para continuar vendiendo los recursos senegaleses a los intereses de grupos extranjeros y de un puñado de senegaleses.
Y como los otros, Wade no quiere permanecer en el poder sólo 12 años. Desde hace meses, intenta modificar el sistema electoral, e incluso colocar a su hijo Karim como sucesor: lo que sea con tal de mantenerse en el poder.
A pesar de la creciente fuerza de los movimientos sociales -salud, agua, electricidad, enseñanza- desde el 2008, nada cambia y Wade aspira a ser reelegido en la elección presidencial del 26 de febrero de 2012, a pesar de la inconstitucionalidad de su candidatura, y prohibiendo la candidatura de Youssou N' dour, el cantante senegalés cuya popularidad hace temer a Wade una derrota enorme.
Los Alternativos se suman a la coalición de asociaciones, sindicatos y partidos reunidos en el seno del M23, el Movimiento del 23 de Junio, para reclamar elecciones transparentes y democráticas, y el fin de las violencias policíacas contra los manifestantes.
Podemos, desde lejos, ver las manifestaciones senegalesas, las "desgraciadas tensiones" pre-electorales en una democracia africana independiente. Se trata de una prueba más de las perpetuas convulsiones que entraña un sistema corrupto y autoritario que desde hace medio siglo mantiene secuestrada la democracia senegalesa en beneficio de una pequeña casta que defiende los intereses de una burguesía nacida del colonialismo francés y de varias décadas de neocolonialismo.
Desde la independencia de Senegal, tres jefes de estado se han sucedido con un modelo idéntico. Los tres formados por el estado francés y poco propensos a dejar al pueblo expresarse.
Primero Léopold Sédar Senghor, el «gran poeta», que de 1945 a la independencia fue diputado francés, antes de convertirse en el primer presidente senegalés. Senghor, que decidió desarrollar una política de grandes obras del estado senegalés destinadas a generar un país soberano autónomo y moderno, pero que confinó una parte del territorio «fuera de la historia», fuera de la industrialización, de la electrificación, de la creación de redes de comunicaciones, convirtiéndolo en el granero -atrasado- de Senegal; Senghor, que dejó a las hermandades "mourides" imponerse como el grupo religioso con mayor influencia en Senegal; Senghor, que reprimió violentamente los movimientos sociales; Senghor, sobre todo, que defendió sin dudar los intereses del estado francés en Senegal. Durante 5 mandatos, el viejo Senghor ahogó el espacio público senegalés, apareciendo omnipresente en unos medios de comunicación nacionales (todos en manos de su partido), dando forma al «debate democrático» a su conveniencia. En el momento de su quinto mandato, Senghor dimitió, después de haber sido reelegido, para garantizar que el poder se quedaría en “buenas manos”, lejos del peligro de los caprichos del sufragio universal. Después de 20 años de poder, Senghor colocó a Abdou Diouf, a su antiguo director de gabinete, a su antiguo ministro, a su antiguo Primer ministro, al primer secretario de su mismo Partido Socialista. Y de la misma forma, Diouf tuvo al país, sus sindicatos, sus medios de comunicación, sus instituciones. Y siempre Diouf supo reprimir los movimientos sociales, la contestación de una sociedad que continuó sin cambiar, amordazando a los medios, amañando el sistema electoral durante 19 años. Finalmente, en 2000, fue vencido por Wade, a la cabeza de una amplia coalición anti-Diouf. Los Senegaleses esperaban finalmente la ruptura con el antiguo mundo. ¿Pero qué es lo que podría cambiar?
Así como Senghor y Diouf, Wade estudió en Francia. Proviene del mismo sistema político. Fue Senghor quien le había pedido crear un partido liberal, el Partido Democrático Senegalés, porque el poeta Senghor era así: era él quien decidía si un partido debía existir o no. Y Wade fue el perdedor fiel de cada elección presidencial (en 78, 83, 88 y 93), el tonto útil del sistema Senghor. Hasta que al eterno segundón en las elecciones presidenciales senegalesas le llegó su turno.
Que importa que Wade, candidato liberal, fuera llevado al poder por una coalición que comprendiese a partidos comunistas y de la extrema izquierda. Que importa que prometiese privatizaciones e intervencionismo del estado a un mismo tiempo, bajadas del gasto público y aumento de las inversiones estatales a un mismo tiempo. Wade había prometido acabar con la concentración del poder.
Wade sólo reemplazó el antiguo diario progubernamental por un nuevo diario progubernamental, la antigua radio oficial por otra radio oficial, a los servidores del PS por los del PDS. Siguió reprimiendo las contestaciones y los movimientos sociales, y sólo puso en competencia a las empresas francesas con las empresas chinas y americanas para continuar vendiendo los recursos senegaleses a los intereses de grupos extranjeros y de un puñado de senegaleses.
Y como los otros, Wade no quiere permanecer en el poder sólo 12 años. Desde hace meses, intenta modificar el sistema electoral, e incluso colocar a su hijo Karim como sucesor: lo que sea con tal de mantenerse en el poder.
A pesar de la creciente fuerza de los movimientos sociales -salud, agua, electricidad, enseñanza- desde el 2008, nada cambia y Wade aspira a ser reelegido en la elección presidencial del 26 de febrero de 2012, a pesar de la inconstitucionalidad de su candidatura, y prohibiendo la candidatura de Youssou N' dour, el cantante senegalés cuya popularidad hace temer a Wade una derrota enorme.
Los Alternativos se suman a la coalición de asociaciones, sindicatos y partidos reunidos en el seno del M23, el Movimiento del 23 de Junio, para reclamar elecciones transparentes y democráticas, y el fin de las violencias policíacas contra los manifestantes.
¡Tres muertos es suficiente! ¡Dos mandatos es bastante! ¡Wade, lárgate!
http://altermundialistas.wordpress.com/2012/02/05/senegal-tres-muertos-es-suficiente-dos-mandatos-es-bastante-wade-largate/
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