ES NECESARIO CONTINUAR Y EXTENDER LAS MOVILIZACIONES

El pasado 29 de Septiembre hubo movilizaciones contra la crisis, sus efectos y el ataque generalizado del capital contra los trabajadores, en España (Huelga General), en toda la Unión Europea, y en muchas otras partes del Mundo (México,…). Por eso, esta jornada de movilizaciones supuso un paso importante en la internacionalización de las luchas, en la globalización de las resistencias frente a la imposición de la barbarie que el capitalismo engendra.

Tras el 29-S, las movilizaciones continúan en muchos lugares. Especialmente en Francia, donde la clase obrera está dando ejemplo a todos sus hermanos de lo que hay que hacer frente a los “ajustes” del capital y sus gobiernos: LUCHAR.

Pero no es éste el caso del estado español. En él, la clase trabajadora ha mostrado de manera clara y contundente en estos años su malestar masivo ante la crisis y sus consecuencias: en muchas luchas de empresas (especialmente frente a los despidos, EREs y cierres); en varias huelgas contra los recortes salariales y contra el empeoramiento de las condiciones laborales (los trabajadores de los transportes barceloneses, los empleados públicos el 8-J, los trabajadores del Metro madrileño,…); en huelgas, encierros y movilizaciones que han paralizado comarcas enteras, desde Andalucía hasta León y Asturias; en las luchas que protagonizan las asambleas de parados; en diversos conflictos sociales, contra la privatización de servicios públicos, contra la política nuclear del gobierno, contra la mercantilización de la universidad que supone el Plan Bolonia,… en muchos barrios de las principales ciudades, contra la degradación generalizada de las condiciones de vida de los ciudadanos;… Y en una Huelga General que venció la infame campaña de criminalización y descrédito lanzada por todos los poderes del capital.

Pero ese malestar y las ganas de luchar por una alternativa diferente a la que impone el capital no se corresponden con las acciones de las organizaciones de la propia clase trabajadora, especialmente con sus organizaciones más numerosas y más cercanas al núcleo central e ineludible de la crisis, al propio mundo del trabajo: los sindicatos. Eso es visible en la ausencia de una continuidad inmediata de las movilizaciones frente a la negativa del gobierno a atender las demandas expresadas en la Huelga. Al contrario: el gobierno sigue adelante con su reforma laboral, con su iniciativa de reforma del sistema de pensiones y con los brutales recortes iniciados en Mayo con el decretazo.

Y, mientras, las consecuencias de la crisis y de esas medidas se hacen aún más evidentes: aumentan los despidos y el paro (aprovechando ahora también las facilidades que le da a la patronal la reforma); se extienden la precariedad, la pobreza y la miseria; cada día cientos pierden sus viviendas (aunque siguen debiéndole a los bancos las hipotecas); más servicios públicos esenciales son privatizados para el lucro de las grandes empresas; se producen más recortes, tanto en cuestiones imprescindibles para los ciudadanos como en empleos públicos; la banca y las multinacionales siguen ganando mientras suben el IVA y todos los impuestos que gravan por igual a pobres y ricos;… Ninguna salida hay a la crisis desde el poder, salvo que los trabajadores paguemos una factura que nosotros no habíamos pedido, por unos platos que ni nos hemos comido ni hemos roto.

Por eso tenemos que continuar las luchas. Y todos los trabajadores, todo el proletariado, tenemos que ser capaces de aprovechar algo fundamental que ha logrado la Huelga General también a una escala masiva: en las asambleas, en la cotidianeidad de los centros de trabajo, en los piquetes y en las movilizaciones de ese día muchos nos encontramos y nos reconocimos como iguales, afectados por igual por unos problemas que son en el fondo los mismos. Se desarrolló una verdadera unidad de acción en la base por un objetivo común entre trabajadores de diversas organizaciones y no organizados. No nos importaba la bandera que cada uno llevase, porque estábamos unidos en la lucha contra el capitalismo. Tenemos que darnos cuenta que desde esa unidad de acción se puede construir un verdadero movimiento masivo que desarrolle prácticas y estructuras más allá de las existentes. Si somos capaces de favorecer la continuidad de esa solidaridad, forjada en el reconocimiento mutuo de que estamos juntos en esto, de que a todos nos ataca el capital y de que sólo si estamos unidos en la lucha tenemos posibilidades de vencer.

Todas las organizaciones sindicales, sociales y políticas, y todas sus ideas y propuestas, cuentan en esta hora. Todos somos imprescindibles en esta lucha. Y entre todos tenemos que ser capaces de plantar cara, de dar continuidad a las movilizaciones. Sin reticencias ni desprecios, ya sea de las organizaciones grandes hacia las de escasos miembros, o de las más radicales a las más reformistas. Porque sólo todo proletariado, en su conjunto y con su heterogeneidad, puede salvarse a sí mismo de la crisis y de la barbarie. Por eso tenemos que exigir a las direcciones sindicales, sociales y políticas que asuman el papel que dicen representar, la responsabilidad que dicen tener: que se sienten ya a negociar entre ellos calendarios de movilizaciones que sean masivas y en las que se puedan mostrar las reivindicaciones centrales de todos los proletarios: desde los parados a los que van a serlo cuando se cierren más empresas; desde los se quedan sin vivienda hasta los que ven cómo se degradan sus barrios; desde los inmigrantes hasta los que se verán forzados a emigrar si sus comarcas siguen arruinándose; desde los que luchan por unos servicios públicos dignos hasta los que apuestan por otro modelo económico que no destruya el Planeta.

Tenemos, si es necesario, que forzar a las direcciones desde las bases. Porque esas organizaciones no les pertenecen, son propiedad de todos sus miembros. Pero además, tenemos que ser capaces de ir más allá de la jornada del 29-S. En Francia continúan y continuarán las huelgas; en Portugal habrá Hulega General el 24 de Noviembre; hay movilizaciones y huelgas en Grecia, en Italia, en Gran Bretaña, en Irlanda,… No hay país en que no haya conflictos, todos semejantes porque son expresión de las resistencias a un ataque del capital que es el mismo en todas partes.

Se anuncia una nueva jornada de acción europea organizada por los grandes sindicatos de la Unión. Ha llegado el momento de extender la unidad de acción a mayor escala que las de los estados. PORQUE LA CRISIS ES GLOBAL, LA RESPUESTA TIENE NECESARIAMENTE QUE SER GLOBAL. Por eso, ES IMPRESCINDIBLE QUE TODAS LAS LUCHAS CONFLUYAN. Para ello, un paso necesario es una Huelga General que paralice, al menos, Europa. Y si es posible que se extienda y se coordine a mayor escala, en una Huelga General Mundial. Da igual que se aproveche la fecha de la convocatoria portuguesa o cualquier otra. Lo importante es que sea común y que en ella puedan confluir, en las calles, todos los proletarios, haciendo visibles todas las exigencias que en estos años se han reclamado y se reclaman, porque todas ellas conformarán la verdadera alternativa a la crisis. Sólo así podremos hacer realidad lo que tantas veces hemos gritado: