En cierta ocasión, hace muchos años, me propuse - armándome de determinación frente al autoengaño - elaborar una lista de 8, ocho títulos que me parecían de inexcusable lectura para poder atreverme a creer que al menos esos dones tan preciados de la cultura no me eran ajenos. Por aquella época (mediados los 8o) solo leía ensayo e historia, recuerdo que la tarde anterior acababa de comprar la Antropologia estructural de Leví-Strauss, estuve tomando copas con unos amigos de anteriores militancias, uno de ellos tomó el volumen entre las manos y leyendo el título me reprochó interesarme por semejante mamotreto para a continuación aconsejarme que leyera literatura a la que tan poco aficionado era, no olvidaré su argumento: "-. En la literatura está todo, todo el saber, solo que no está ordenado por orden alfabético como una enciclopedia". Bien, le hice caso, además de hacer mi lista, el caso es que de esta lista que con ventaja incluía El Quijote en primer lugar y que ya había leído en 2 ocasiones de muy joven, solo leí el mencionado mamotreto del que aprendí mas sobre lógica dialéctica que de su temática expresa, el tercero fué Madame Bovary del que aprendí no poco sobre la naturaleza femenina, de cierto especimen de mujer pequeñoburguesa¡y sobre el uso del indirecto libre! el cuarto, el Zaratustra de Nietzsche lo compré y no resístí mas de algunas páginas, Nietzche ya no me sorprendía, no me fascinaba pero me hizo reflexionar sobre la facilidad y los peligros en que la fascinación obnubila el entendimiento, y el abismo que nos mira en su paréntesco probablemente instintivo con el mar embravecido visto desde la costa y el crépitar del fuego en la oscuridad nocturna. El quinto - ¡vaya! - o sea El Capital de Marx me mira ahora aquí mismo aún oliendo a tinta fresca en sus 8 tomos en cuarto de Akal, del resto de la lista no me acuerdo, pero es casi seguro que estuviera Le Mediterranee et le monde mediterranee de Braudel, tampoco llegué a leer Erasmo y España ¡ya había leído La realidad histórica de España, de Américo Castro. En fin, lecturas, lecturas de autodidacta, desordenadas naturalmente, empero, de eso hace 20 o mas años, de aquella época me vino la afición a leer y escribir cuentos y relatos, ¡bajo la influencia de Raymond Carver, un ex-currelante, un white trash! y sin duda aprendí mucho...leyendo literatura, solo que el placer estético que me proporcionaba (¡esos finales elipticos de Carver, esos Circe, Casa tomada, de Cortazar!) no satisfacía la curiosidad, la inmensa e incurable curiosidad que tan poco tiene que ver con la estética, con el arte.
Entender, traducir, decir, escribía Gramsci, y en esas estamos: mirando El Capital.
Saludos. JM.
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