Signos del Topo
creaciones / críticas / culturas
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PUBLICADO EN: http://www.signosdeltopo.com.ar/apuertasabiertas/0056-apa-sdt.htm
Signos del Topo (7/10/2012)
Ante la situación política en octubre de 2012
A los integrantes y colaboradores de Signos del Topo, el cacerolazo-movilización del 13 de setiembre último nos llevó a un intercambio de opiniones y a un inicio de debate que condujo al texto (parcial) que se podrá leer más abajo.
Pero algunos de los últimos acontecimientos en la Argentina están convulsionando el panorama: el secuestro por un día del testigo Alfonso Severo, las medidas adoptadas por prefectos y gendarmes por reclamos salariales, la movilización obrera del 10 de octubre a Plaza de Mayo, y el llamado a un nuevo cacerolazo antiK para el 8 de noviembre, creemos que tornan imprescindible, para nosotros, volcar este intercambio y debate en “A puertas abiertas” (sección abierta en la portada de Signos del Topo). Quien lo considere, puede enviarnos sus materiales y/o comentarios para continuar con el mismo.
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El cacerolazo y movilización del 13 de setiembre de 2012... y lo que sigue
Mucho se ha escrito y dicho ya sobre la protesta masiva del jueves 13 de setiembre de 2012 en la Argentina, que ha modificado en buena medida la coyuntura política inmediata, especialmente en la percepción del gobierno, uno de los grandes sorprendidos por el fenómeno. Entre los sorprendidos están también los sectores muy minoritarios que convocaron con clara vocación golpista y los más amplios sectores sociales democratizantes que se autoconvocaron a través de la web y sus “redes sociales”. Ni ellos se imaginaban el “espontáneo” éxito de su llamado. Ponemos espontáneo entre comillas porque lo que se ha visto ha sido, por así decir, un fenómeno semiespontáneo; en rigor, un crecimiento espontáneo hasta niveles masivos de algo que poco antes era, bajo algunas consignas “democratizantes”, una convocatoria de claro carácter minoritario y de intención inocultablemente reaccionaria.
Con relativa justeza podríamos afirmar de este cacerolazo: “el kirchnerismo lo hizo grande, aunque sin pretenderlo”. Fue la creciente evidencia del doble discurso K en varios campos (derechos humanos, políticas sociales, perspectiva económica, políticas fiscales, etc.) junto con sus últimas medidas antipopulares sumadas a las anteriores del mismo carácter (un cóctel de inflación creciente y depreciación del salario, represión de luchas justas, ninguneo de las víctimas en varios y disímiles terrenos, el “enfriamiento” de la actividad económica y del despliegue laboral, el crecimiento de la desocupación y la precarización laboral, la rebaja concreta en las asignaciones familiares, las restricciones cambiarias, las falsas promesas en cuestiones como los planes de vivienda y los beneficios laborales, la pretensión de copamiento mediático, las mentiras del “IndeK”, el manotazo a los recursos del Estado para beneficio de capitalistas amigos, prebendas a monopolios sojeros y mineros, casos de corrupción de funcionarios, la nueva asociación del gobierno con la burocracia sindical para la regimentación de los trabajadores y sobre todo los intentos re-releccionistas, etc.) las que hicieron crecer esta manifestación de oposición, y no las pretendidas virtudes derechistas o capacidades proselitistas de los fogoneros del cacerolazo (la famosa “corpo” incluida). También es indudable, en el crecimiento espontáneo de la protesta, el rol jugado por un contagio o empatía de masas –alimentado por una comunicación instantánea bien instrumentalizada– capaz de canalizar las broncas.
Nos pronunciamos a favor de la independencia política de la clase obrera con respecto a los partidos y políticas sociales y económicas de la burguesía, para lograr un gobierno de los propios trabajadores en función de sus intereses y de los del proletariado mundial.
No estarían ambas cosas ni siquiera un paso más cerca si apoyáramos al actual gobierno kirchnerista-peronista-justicialista (gobierno burgués autoproclamado “nacional y popular”) o a la oposición burguesa en sus diversas variantes y colores (tal la izquierda reformista, el centroizquierda y el progresismo aliancista o frentepopulista, el peronismo “ortodoxo”, las diversas variantes “democratizantes” o meramente liberales y conservadoras, etc.). La única alternativa seria y válida la vemos en la unidad férrea entre los trabajadores que luchan por sus necesidades y reivindicaciones, y las agrupaciones obreras y socialistas que pretenden realizar una verdadera revolución, capaz de cambiar la historia de opresión, explotación y saqueo capitalistas a través del gobierno de los trabajadores, es decir: del dominio del proletariado.
Para iniciar un camino de liberación es preciso que los trabajadores y la izquierda revolucionaria nos organicemos y movilicemos para superar la falsa disyuntiva y el callejón sin salida presente. La responsabilidad de las agrupaciones revolucionarias se acrecienta en esta instancia. La unidad no es una cuestión menor, es tan necesaria y crucial como la conciencia socialista y proletaria que se debe ir tomando y afirmando en el camino de la lucha: la unidad de los trabajadores debe manifestarse en la unidad de lucha, porque nuestros intereses históricos como clase (más allá de la diversidad y la desigualdad parciales, transitorias y evitables) son confluyentes, permanentes e inevitables; y la lucha proletaria, para ser victoriosa, precisa de su vía organizativa plena, que únicamente emergerá de su propia práctica y acumulación histórica, así como de la superación práctica tanto de las falsas uniones como de las divisiones estériles que la propia realidad contradictoria, incluso “interna” o “propia”, ponga como obstáculo a nuestra liberación de clase.
Es en este sentido que respondemos a estas preguntas: ¿Están hoy los trabajadores solamente detrás del kirchnerismo-peronismo y sus aliados? No. ¿Están hoy los trabajadores siendo arrastrados solamente por la oposición burguesa al kirchnerismo? No. Ante estas respuestas negativas, hacemos la siguiente afirmación: es necesario que la izquierda revolucionaria intervenga con toda audacia y decisión para lograr que buena parte de los trabajadores que allí estén confluyendo o siendo arrastrados, abandonen ese camino sin salida para sus intereses y se sumen a la construcción de una propia alternativa revolucionaria y anticapitalista, para emprender la lucha decisiva por el propio gobierno de los trabajadores y el socialismo. Además, hay gran cantidad de trabajadores que no se han alineado según aquella polarización. Afirmamos que las propias circunstancias de la crisis harán que, en última instancia, la mayoría de trabajadores se termine desencantando de los cantos de sirena de las alternativas burguesas. Y no es haciendo “seguidismo” ni adaptándonos o diluyéndonos en uno u otro campo procapitalista que la independencia de clase puede hacerse progresar.
No estamos hoy ante el panorama de un golpe reaccionario capitalista y proimperialista, ante el cual no puede caber ninguna duda de qué posición tomaremos (el combate contra el golpe) sino ante una disputa interburguesa en la que se busca que los trabajadores quedemos entrampados, confundidos y sujetados.
La herramienta unitaria de los trabajadores y la izquierda revolucionaria que logre fundir en una sola fuerza indisoluble a la clase y a su conciencia socialista podrá aspirar a ser el arma de la victoria. El presente de explotación y de camino a la barbarie que ya se está recorriendo en muchas partes del planeta, se puede cambiar en un presente promisorio solo a condición de esta unidad de clase, que ningún grupo parcial puede lograr plenamente “por sí solo”, por acertadas que se consideren sus decisiones políticas. Es más: la historia de las revoluciones obreras ha demostrado ya en demasía que solamente las masas de trabajadores en revolución y a conciencia podemos implantar y sostener un gobierno propio para construir una sociedad socialista, y que esta sociedad socialista solamente podría llegar a realizarse a condición de abarcar el planeta entero y a todos los trabajadores del mundo. Las revoluciones en el marco de uno u otro país sólo pueden ser acontecimientos o pivotes históricos y dinámicos de esta larga marcha colectiva por el socialismo y, en definitiva, para el comunismo: una humanidad “en común” donde no haya poseedores y desposeídos, explotadores y explotados, mandantes y mandados.
(30 setiembre 2012)
(A. a. Arias, O. Cucagna, C. Heredia, L. Mihovilcevic, G. Román, S. Szwarc)
(dibujo: J.L.Leyendo)
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PUBLICADO EN: http://www.signosdeltopo.com.ar/apuertasabiertas/0056-apa-sdt.htm
Signos del Topo (7/10/2012)
Ante la situación política en octubre de 2012
A los integrantes y colaboradores de Signos del Topo, el cacerolazo-movilización del 13 de setiembre último nos llevó a un intercambio de opiniones y a un inicio de debate que condujo al texto (parcial) que se podrá leer más abajo.
Pero algunos de los últimos acontecimientos en la Argentina están convulsionando el panorama: el secuestro por un día del testigo Alfonso Severo, las medidas adoptadas por prefectos y gendarmes por reclamos salariales, la movilización obrera del 10 de octubre a Plaza de Mayo, y el llamado a un nuevo cacerolazo antiK para el 8 de noviembre, creemos que tornan imprescindible, para nosotros, volcar este intercambio y debate en “A puertas abiertas” (sección abierta en la portada de Signos del Topo). Quien lo considere, puede enviarnos sus materiales y/o comentarios para continuar con el mismo.
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El cacerolazo y movilización del 13 de setiembre de 2012... y lo que sigue
Mucho se ha escrito y dicho ya sobre la protesta masiva del jueves 13 de setiembre de 2012 en la Argentina, que ha modificado en buena medida la coyuntura política inmediata, especialmente en la percepción del gobierno, uno de los grandes sorprendidos por el fenómeno. Entre los sorprendidos están también los sectores muy minoritarios que convocaron con clara vocación golpista y los más amplios sectores sociales democratizantes que se autoconvocaron a través de la web y sus “redes sociales”. Ni ellos se imaginaban el “espontáneo” éxito de su llamado. Ponemos espontáneo entre comillas porque lo que se ha visto ha sido, por así decir, un fenómeno semiespontáneo; en rigor, un crecimiento espontáneo hasta niveles masivos de algo que poco antes era, bajo algunas consignas “democratizantes”, una convocatoria de claro carácter minoritario y de intención inocultablemente reaccionaria.
Con relativa justeza podríamos afirmar de este cacerolazo: “el kirchnerismo lo hizo grande, aunque sin pretenderlo”. Fue la creciente evidencia del doble discurso K en varios campos (derechos humanos, políticas sociales, perspectiva económica, políticas fiscales, etc.) junto con sus últimas medidas antipopulares sumadas a las anteriores del mismo carácter (un cóctel de inflación creciente y depreciación del salario, represión de luchas justas, ninguneo de las víctimas en varios y disímiles terrenos, el “enfriamiento” de la actividad económica y del despliegue laboral, el crecimiento de la desocupación y la precarización laboral, la rebaja concreta en las asignaciones familiares, las restricciones cambiarias, las falsas promesas en cuestiones como los planes de vivienda y los beneficios laborales, la pretensión de copamiento mediático, las mentiras del “IndeK”, el manotazo a los recursos del Estado para beneficio de capitalistas amigos, prebendas a monopolios sojeros y mineros, casos de corrupción de funcionarios, la nueva asociación del gobierno con la burocracia sindical para la regimentación de los trabajadores y sobre todo los intentos re-releccionistas, etc.) las que hicieron crecer esta manifestación de oposición, y no las pretendidas virtudes derechistas o capacidades proselitistas de los fogoneros del cacerolazo (la famosa “corpo” incluida). También es indudable, en el crecimiento espontáneo de la protesta, el rol jugado por un contagio o empatía de masas –alimentado por una comunicación instantánea bien instrumentalizada– capaz de canalizar las broncas.
Nos pronunciamos a favor de la independencia política de la clase obrera con respecto a los partidos y políticas sociales y económicas de la burguesía, para lograr un gobierno de los propios trabajadores en función de sus intereses y de los del proletariado mundial.
No estarían ambas cosas ni siquiera un paso más cerca si apoyáramos al actual gobierno kirchnerista-peronista-justicialista (gobierno burgués autoproclamado “nacional y popular”) o a la oposición burguesa en sus diversas variantes y colores (tal la izquierda reformista, el centroizquierda y el progresismo aliancista o frentepopulista, el peronismo “ortodoxo”, las diversas variantes “democratizantes” o meramente liberales y conservadoras, etc.). La única alternativa seria y válida la vemos en la unidad férrea entre los trabajadores que luchan por sus necesidades y reivindicaciones, y las agrupaciones obreras y socialistas que pretenden realizar una verdadera revolución, capaz de cambiar la historia de opresión, explotación y saqueo capitalistas a través del gobierno de los trabajadores, es decir: del dominio del proletariado.
Para iniciar un camino de liberación es preciso que los trabajadores y la izquierda revolucionaria nos organicemos y movilicemos para superar la falsa disyuntiva y el callejón sin salida presente. La responsabilidad de las agrupaciones revolucionarias se acrecienta en esta instancia. La unidad no es una cuestión menor, es tan necesaria y crucial como la conciencia socialista y proletaria que se debe ir tomando y afirmando en el camino de la lucha: la unidad de los trabajadores debe manifestarse en la unidad de lucha, porque nuestros intereses históricos como clase (más allá de la diversidad y la desigualdad parciales, transitorias y evitables) son confluyentes, permanentes e inevitables; y la lucha proletaria, para ser victoriosa, precisa de su vía organizativa plena, que únicamente emergerá de su propia práctica y acumulación histórica, así como de la superación práctica tanto de las falsas uniones como de las divisiones estériles que la propia realidad contradictoria, incluso “interna” o “propia”, ponga como obstáculo a nuestra liberación de clase.
Es en este sentido que respondemos a estas preguntas: ¿Están hoy los trabajadores solamente detrás del kirchnerismo-peronismo y sus aliados? No. ¿Están hoy los trabajadores siendo arrastrados solamente por la oposición burguesa al kirchnerismo? No. Ante estas respuestas negativas, hacemos la siguiente afirmación: es necesario que la izquierda revolucionaria intervenga con toda audacia y decisión para lograr que buena parte de los trabajadores que allí estén confluyendo o siendo arrastrados, abandonen ese camino sin salida para sus intereses y se sumen a la construcción de una propia alternativa revolucionaria y anticapitalista, para emprender la lucha decisiva por el propio gobierno de los trabajadores y el socialismo. Además, hay gran cantidad de trabajadores que no se han alineado según aquella polarización. Afirmamos que las propias circunstancias de la crisis harán que, en última instancia, la mayoría de trabajadores se termine desencantando de los cantos de sirena de las alternativas burguesas. Y no es haciendo “seguidismo” ni adaptándonos o diluyéndonos en uno u otro campo procapitalista que la independencia de clase puede hacerse progresar.
No estamos hoy ante el panorama de un golpe reaccionario capitalista y proimperialista, ante el cual no puede caber ninguna duda de qué posición tomaremos (el combate contra el golpe) sino ante una disputa interburguesa en la que se busca que los trabajadores quedemos entrampados, confundidos y sujetados.
La herramienta unitaria de los trabajadores y la izquierda revolucionaria que logre fundir en una sola fuerza indisoluble a la clase y a su conciencia socialista podrá aspirar a ser el arma de la victoria. El presente de explotación y de camino a la barbarie que ya se está recorriendo en muchas partes del planeta, se puede cambiar en un presente promisorio solo a condición de esta unidad de clase, que ningún grupo parcial puede lograr plenamente “por sí solo”, por acertadas que se consideren sus decisiones políticas. Es más: la historia de las revoluciones obreras ha demostrado ya en demasía que solamente las masas de trabajadores en revolución y a conciencia podemos implantar y sostener un gobierno propio para construir una sociedad socialista, y que esta sociedad socialista solamente podría llegar a realizarse a condición de abarcar el planeta entero y a todos los trabajadores del mundo. Las revoluciones en el marco de uno u otro país sólo pueden ser acontecimientos o pivotes históricos y dinámicos de esta larga marcha colectiva por el socialismo y, en definitiva, para el comunismo: una humanidad “en común” donde no haya poseedores y desposeídos, explotadores y explotados, mandantes y mandados.
(30 setiembre 2012)
(A. a. Arias, O. Cucagna, C. Heredia, L. Mihovilcevic, G. Román, S. Szwarc)
(dibujo: J.L.Leyendo)
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