Se cumple el 11 de marzo un año del accidente de Fukushima-Daiichi, que mostró a las claras la imposibilidad de garantizar la seguridad de las centrales nucleares al 100%. Ecologistas en Acción demanda ante esta evidencia que los poderes públicos demuestren que han aprendido la lección y procedan al cierre escalonado de las nucleares españolas, empezando por Garoña.
Tal día como el 11 de marzo hace un año, la central nuclear de Fukushima-Daiichi sufrió un terrible accidente nuclear que ha dado lugar al segundo escape radiactivo más grave de todos los tiempos, tras el originado por el accidente de Chernóbil, el 26 de abril de 1986. En concreto, según lo cálculos realizados por investigadores de varias Universidades e Institutos de investigación de Noruega, Austria, EE UU y España, se fugó más del 20% de la radiactividad que escapó en Chernóbil.
Las consecuencias sobre la salud de las personas se conocerán dentro de 10 o 20 años, dadas las dosis sufridas ya por la población, y las que finalmente recibirá. Según estimaciones del Departamento de Energía de EE UU, la pluma de contaminación radiactiva que se desplazó hacia el Noroeste por efecto de los vientos, se ha encargado de distribuir por el territorio suficiente radiactividad para que las personas que habiten zonas a más de 50 km de Fukushima reciban dosis superiores a 20 mSv al año, es decir, superiores a las permitidas para el personal profesionalmente expuesto.
La contaminación se ha detectado ya en alimentos como arroz, espinacas, vacuno, algas y pescados. En el caso de estos dos últimos la contaminación procede de los vertidos accidentales y controlados de miles de toneladas de agua radiactiva. Los efectos de estos vertidos son desconocidos, puesto que nunca antes se había producido una contaminación del mar tan intensa.
En contra de lo que proclamaron los “expertos” tras producirse el accidente, que declararon que la situación estaría bajo control en pocos días, se ha tardado casi un año en llevar los reactores a parada fría. Incluso, se han observado aumentos de temperatura en el reactor 1, el más dañado, a los 11 meses del accidente, tras proclamar que la situación estaba controlada.
La gestión del accidente por la compañía propietaria, TEPCO, y por las autoridades japonesas se ha caracterizado por el secretismo y la mentira. Se tardó más de un mes en reconocer que el accidente tenía nivel 7, el máximo, en la Escala Internacional de Sucesos Nucleares (INES). Se negó la evidencia de que los reactores 1, 2 y 3 estaban parcial o totalmente fundidos, con la consiguiente expulsión de sustancias radiactivas pesadas de larga vida y la dificultad adicional que esto supone en el control de los reactores. Se negó también la evidencia de que los reactores ya habían sufrido daños con el terremoto, y no sólo con el tsunami. Se tardó en refrigerar los reactores más de 20 horas y se permitió que miles de personas recibieran grandes dosis radiactivas al retrasar la evacuación de zonas muy contaminadas más de dos semanas.
Todos estos sucesos han tenido lugar en Japón, una potencia tecnológica de primer orden y un país cuyo régimen pasa por estar homologado a las democracias occidentales. A pesar de eso, no se ha podido evitar este accidente ni se han controlado sus efectos ni se ha evitado la mentira.
Ante todos estos hechos, Ecologistas en Acción reclama del Gobierno español y del Consejo de Seguridad Nuclear que incorporen las lecciones de Fukushima-Daiichi y procedan a establecer un calendario de cierre escalonado de las nucleares, empezando por la central de Garoña (Burgos) -gemela de Fukushima- que no debería seguir funcionando ni un día más. Se debería seguir el ejemplo de muchos países que están ya reduciendo sus programas nucleares o estableciendo calendarios de cierre: Alemania, Bélgica, Suiza, Italia, Japón, etc.
Pinchando en el enlace puedes ver el listado de actos en los que participará Ecologistas en Acción. Evidentemente, desde el Grupo Ecologista de Villarrobledo apoyamos esta lucha POR UN MUNDO SIN NUCLEARES.
http://altervillarrobledo.wordpress.com/2012/03/10/un-ano-de-fukushima-comunicado-de-ecologistas-en-accion/Tal día como el 11 de marzo hace un año, la central nuclear de Fukushima-Daiichi sufrió un terrible accidente nuclear que ha dado lugar al segundo escape radiactivo más grave de todos los tiempos, tras el originado por el accidente de Chernóbil, el 26 de abril de 1986. En concreto, según lo cálculos realizados por investigadores de varias Universidades e Institutos de investigación de Noruega, Austria, EE UU y España, se fugó más del 20% de la radiactividad que escapó en Chernóbil.
Las consecuencias sobre la salud de las personas se conocerán dentro de 10 o 20 años, dadas las dosis sufridas ya por la población, y las que finalmente recibirá. Según estimaciones del Departamento de Energía de EE UU, la pluma de contaminación radiactiva que se desplazó hacia el Noroeste por efecto de los vientos, se ha encargado de distribuir por el territorio suficiente radiactividad para que las personas que habiten zonas a más de 50 km de Fukushima reciban dosis superiores a 20 mSv al año, es decir, superiores a las permitidas para el personal profesionalmente expuesto.
La contaminación se ha detectado ya en alimentos como arroz, espinacas, vacuno, algas y pescados. En el caso de estos dos últimos la contaminación procede de los vertidos accidentales y controlados de miles de toneladas de agua radiactiva. Los efectos de estos vertidos son desconocidos, puesto que nunca antes se había producido una contaminación del mar tan intensa.
En contra de lo que proclamaron los “expertos” tras producirse el accidente, que declararon que la situación estaría bajo control en pocos días, se ha tardado casi un año en llevar los reactores a parada fría. Incluso, se han observado aumentos de temperatura en el reactor 1, el más dañado, a los 11 meses del accidente, tras proclamar que la situación estaba controlada.
La gestión del accidente por la compañía propietaria, TEPCO, y por las autoridades japonesas se ha caracterizado por el secretismo y la mentira. Se tardó más de un mes en reconocer que el accidente tenía nivel 7, el máximo, en la Escala Internacional de Sucesos Nucleares (INES). Se negó la evidencia de que los reactores 1, 2 y 3 estaban parcial o totalmente fundidos, con la consiguiente expulsión de sustancias radiactivas pesadas de larga vida y la dificultad adicional que esto supone en el control de los reactores. Se negó también la evidencia de que los reactores ya habían sufrido daños con el terremoto, y no sólo con el tsunami. Se tardó en refrigerar los reactores más de 20 horas y se permitió que miles de personas recibieran grandes dosis radiactivas al retrasar la evacuación de zonas muy contaminadas más de dos semanas.
Todos estos sucesos han tenido lugar en Japón, una potencia tecnológica de primer orden y un país cuyo régimen pasa por estar homologado a las democracias occidentales. A pesar de eso, no se ha podido evitar este accidente ni se han controlado sus efectos ni se ha evitado la mentira.
Ante todos estos hechos, Ecologistas en Acción reclama del Gobierno español y del Consejo de Seguridad Nuclear que incorporen las lecciones de Fukushima-Daiichi y procedan a establecer un calendario de cierre escalonado de las nucleares, empezando por la central de Garoña (Burgos) -gemela de Fukushima- que no debería seguir funcionando ni un día más. Se debería seguir el ejemplo de muchos países que están ya reduciendo sus programas nucleares o estableciendo calendarios de cierre: Alemania, Bélgica, Suiza, Italia, Japón, etc.
Pinchando en el enlace puedes ver el listado de actos en los que participará Ecologistas en Acción. Evidentemente, desde el Grupo Ecologista de Villarrobledo apoyamos esta lucha POR UN MUNDO SIN NUCLEARES.
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