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      Para debatir la cuestión nacional

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      ricardo fuego


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      Para debatir la cuestión nacional Empty Para debatir la cuestión nacional

      Post  ricardo fuego Tue Jul 08, 2008 6:49 am

      Siendo consciente que la cuestión nacional es un punto polémico aquí, posteo este texto para debatir esta cuestión con fundamento teórico e histórico. El texto original es más largo y puede leerse completo en http://www.geocities.com/comunistasdeconselhos/comelib_esp.htm. Lo que posteo aquí es su prefacio y sus primeros 3 capítulos que hablan en general, los demás hablan de la cuestión nacional gallega en particular.

      Como Roi Ferreiro (mi compañero en el CICA) y yo nos oponemos a la visión de la cuestión nacional que tenían tanto Lenin por un lado como Rosa Luxemburgo y Anton Pannekoek por el otro, y creemos que la liberación nacional del proletariado no es separable de la revolución proletaria mundial, esta diferencia es muy probable que surja en nuestra colaboración futura, asi que cuanto antes conozcamos nuestros puntos de vista divergentes, más clarificados estaremos.

      Saludos

      ------------

      Comunismo y liberación nacional
      Las tesis de la independencia proletaria


      Publicado en el boletín Ígneo nº 5, diciembre de 2005, titulado «Hacia un nuevo comienzo... Por el comunismo, por la anarquía», del Grupo de Comunistas de Conselhos de Galiza.


      Índice


      • Prefacio
      • I. Los fundamentos teóricos.
      • II. La perspectiva histórica.
      • III. La situación actual.
      • IV. Nuestro caso particular en Galiza.
      • V. La trayectoria histórica del movimiento proletario gallego.
      • VI. La significación del actual independentismo gallego para el proletariado.
      • VII. Conclusiones y perspectivas para el comunismo de consejos en Galiza.


      Prefacio

      El objetivo de elaborar las siguientes tesis es proporcionar las bases para un debate entre aquell@s que tengan interés por la cuestión de la liberación nacional y su relación con la transformación social revolucionaria, pero que no se vean plenamente identificad@s con las organizaciones existentes, sobre todo en el plano práctico.

      La controversia histórica que siempre existió entre la lucha por el comunismo y la conquista de la libertad nacional no se resolverá, naturalmente, con discusiones teóricas. Mucho menos con elucubraciones escolásticas. Nuestro objetivo es, siguiendo el orden del texto, en primer lugar clarificar las posiciones marxistas originales sobre el asunto y considerarlas a la luz del desarrollo histórico hasta la época actual. En segundo lugar, situarnos en el contexto presente internacional y de Galiza, entrando en éste último apartado también en un análisis histórico general. En tercer lugar, consideramos la historia del movimiento proletario gallego hasta hoy y la significación del independentismo en este contexto. Por último, trazamos una serie de conclusiones y perspectivas para el comunismo de consejos en Galiza.

      Esperamos que el tono polémico del texto, especialmente en las partes que tocan el caso gallego, no disminuya la atención sobre las ideas fundamentales. Por supuesto, el texto no es imparcial, pero, como decíamos antes, nuestro objetivo no es formular verdades eternas, sino servir como base para un debate abierto entre l@s proletari@s conscientes.

      Por último, sentimos que a veces el texto pueda resultar un tanto repetitivo. Dada su extensión, como no podía ser de otro modo, tuvo que ser elaborado por partes, ampliado y reordenado, sin tener mucho tiempo para cuidar a veces la forma.


      Last edited by ricardo fuego on Tue Jul 08, 2008 10:06 am; edited 2 times in total
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      ricardo fuego


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      Para debatir la cuestión nacional Empty Re: Para debatir la cuestión nacional

      Post  ricardo fuego Tue Jul 08, 2008 6:50 am

      I. Los fundamentos teóricos.

      1

      La mayoría de l@s supuest@s marxistas, cegad@s por la tradición leninista y por el nacionalismo burgués, consideran la llamada "cuestión nacional" como un obstáculo para la emancipación proletaria o, cuando menos, ven la liberación nacional como un interés exterior a la perspectiva común de clase, en lugar de considerar la liberación nacional como parte necesaria y universal de la emancipación proletaria. Éste, sin embargo, era el enfoque marxiano esencial de la cuestión, enfoque que se opone tanto al "principio nacional" como al internacionalismo ideológico que pretende hacer abstracción de las diferenciaciones nacionales.


      2

      A diferencia del pensamiento revolucionario proletario, el nacionalismo burgués es incapaz de construir una teoría histórica que vaya más allá de los límites del capitalismo. Esto se expresa en su mistificación de la propia historia, considerando a la Nación como sujeto del proceso histórico y como una categoría eterna. En su visión de la historia se confunden y mezclan la ideología y los hechos. Por otra parte, al adoptar como punto de partida objetivo y como sujeto histórico a la Nación, en lugar de la actividad y relaciones sociales humanas y de los individuos concretos, su tendencia es necesariamente idealista y no profundiza en las determinaciones históricas. Así, tiene que reproducir todas las mistificaciones que la propia realidad social crea debido a las relaciones alienantes, viendo el mercado como determinante de la producción, la política como determinante de la economía, la cultura como lo determinante de la existencia de la nación, etc.

      El materialismo histórico es incompatible con la historiografía nacionalista. La pretensión de utilizar el materialismo histórico para elaborar la "historia nacional" significa deformarlo. Al no partir de la actividad de los individuos reales, sino de un sujeto abstracto, la nación, su historia sirve únicamente, en el mejor de los casos, para describir la formación de la nación y justificar su existencia. No se pueden explicar realmente las causas determinantes del devenir histórico de la comunidad nacional sin remitirse a su base material en la actividad humana concreta, lo que significa, más concretamente: el desarrollo de la producción y de la lucha de clases. El resultado es:

      1º) sustitución de la contradicción entre fuerzas productivas y relaciones de producción por la contradicción -necesariamente abstracta, bajo este enfoque- entre nación oprimida y nación opresora (Galiza-España, p.e.), y

      2º) sustitución de la lucha de clases por la lucha entre naciones.

      El trasfondo de esta mistificación no es otra cosa que la negativa a explicitar el propio punto de vista de clase en el marco del análisis histórico; pues solamente desde esta perspectiva subjetiva puede pretender escribirse una historia de la nación distinta de la determinada por el desarrollo de los modos de producción y la lucha de clases. En lugar de considerar la totalidad de la vida nacional desde el prisma de la lucha de clases, se considera la lucha de clases como un fenómeno nacional más, y se difumina siguiendo un criterio empirista en numerosas luchas estamentales (los obreros, los jóvenes, las mujeres, los intelectuales, el campesinado, etc.).

      Las relaciones internacionales son, siguiendo esta lógica, presentadas como las determinantes de las relaciones sociales que imperan en la propia nación, en lugar de considerar ambos planos como interrelacionados e interdependientes. Aquí también se busca la causa histórica del subdesarrollo nacional en la opresión política exterior, en lugar de ver ambos fenómenos como resultados de la dinámica natural del desarrollo histórico de la acumulación de capital. Dicho de otro modo: la dialéctica desarrollo-subdesarrollo es inherente al capitalismo, e implica no sólo el interés de la burguesía dominante en mantener esa relación, sino también el de la burguesía dominada. Esta dialéctica tiene como fundamento que el sistema capitalista no es una suma de economías nacionales, sino una totalidad indivisible. La teoría de que el capitalismo vino impuesto a Galiza desde el exterior es completamente ahistórica y reemplaza la explicación de la necesidad histórica del desarrollo capitalista de Galiza, que deriva del desarrollo de las fuerzas productivas en la sociedad feudal y la consiguiente internacionalización del comercio, por el relato de un accidente: el hecho de que las primeras formas importantes de capitalismo en Galiza se vinculen a capitalistas de otras nacionalidades.


      3

      Para el marxismo revolucionario, la comunidad nacional actual y su futuro, en tanto forma singular de la comunidad humana, es una cuestión subordinada al objetivo de la emancipación de l@s proletari@s, a la revolución comunista. Pero esto no se debe a que pongamos el internacionalismo por encima de los problemas nacionales, sino a que l@s proletari@s no tenemos patria.

      El capitalismo significa que "el hombre mismo es un valor de cambio, que la abrumadora mayoría de la población de las naciones constituye una mercancía, que puede ser determinada sin tener en cuenta «las condiciones políticas de las naciones»". Por esa razón: "La nacionalidad del obrero no es ni francesa, ni inglesa, ni alemana: es el trabajo, la esclavitud libre, la automercantilización. Su Gobierno no es ni francés, ni inglés, ni alemán: es el capital. Su aire nativo no es ni francés, ni alemán, ni inglés: es el aire de la fábrica. La tierra que le pertenece no es ni francesa, ni inglesa, ni alemana: está a unos cuantos pies bajo el suelo." (Karl Marx, Proyecto de un artículo sobre el libro de Friedrich List «El sistema nacional de economía política», 1845)1

      En la medida en que el proletariado es una clase desposeída de sus propios medios de subsistencia, carece de patria. A lo máximo que puede llegar es a asumir el patriotismo de la burguesía, pensando que, esforzándose por el bien de su "patria" -del capitalismo y de la burguesía-, colaborando con la clase enemiga, obtendrá alguna concesión. En la sociedad capitalista, sus sentimientos nacionales solamente encuentran un objeto verdadero en su propia comunidad de clase y popular espontánea, y en su entorno ambiental. Pero esto no es para él una patria, dado que, por una parte, sus medios de subsistencia no proceden de ahí, y, por otra parte, porque se trata de algo que está crecientemente subordinado a los imperativos del capitalismo. El proletariado no es ni siquiera "dueño" de su vida privada.

      A medida que desarrolla su conciencia de clase, el proletariado comprende esta desposesión y que su patria -si se quiere utilizar este concepto- no podrá nunca ser suya más que mediante la supresión de la sociedad de clases. La revolución proletaria es, entonces, en el plano nacional, la conquista de la patria y la transformación de la comunidad nacional de acuerdo con las nuevas relaciones sociales comunistas.

      Dado que el proletariado no tiene patria, tampoco tiene libertad nacional. Su única libertad consiste en venderse como mercancía y en reproducirse como tal. La revolución que le permita liberarse tiene, por tanto, que ser una revolución radical y universal, un proceso de autoliberación total de los individuos que implica, como forma, la supresión de la sociedad de clases y del Estado: el comunismo. En cuanto este régimen social significa el establecimiento de una forma de comunidad en la que la libertad de cada un@ es la condición de la libertad de tod@s, incluye ya la realización más plena de la libertad de todos los individuos para vivir conforme a sus particularidades culturales y de carácter, y para conformar, siguiendo ese mismo principio, sus propias estructuras sociales en todos los planos. Por eso, la libertad nacional de l@s proletari@s constituye una parte esencial del comunismo y, por tanto, también del internacionalismo comunista.

      Esto lo explica con mucha claridad el propio Marx:

      "Para que los pueblos sean capaces de unirse verdaderamente, tienen que tener intereses comunes. Y para que sus intereses se hagan comunes, las relaciones de propiedad existentes deben suprimirse, pues estas relaciones de propiedad implican la explotación de unas naciones por otras: la abolición de las relaciones de propiedad existentes concierne únicamente a la clase obrera. Sólo ella tiene, también, los medios para hacerlo. La victoria del proletariado sobre la burguesía es, al mismo tiempo, la victoria sobre los conflictos nacionales e industriales que hoy enfrentan a los diversos países con hostilidad y enemistad. La victoria del proletariado sobre la burguesía es también, por eso, la señal de liberación de todas las naciones oprimidas." (Marx, Discurso sobre Polonia, 1847)

      Con el hundimiento del capitalismo se hunden, también, las comunidades nacionales existentes: "no es sólo la vieja Polonia la que está perdida. La vieja Alemania, la vieja Francia, la vieja Inglaterra, el conjunto de la vieja sociedad está perdido. Pero la pérdida de la vieja sociedad no es pérdida para aquellos que no tienen nada que perder en la vieja sociedad, y éste es el caso de la gran mayoría en todos los países en la época actual. Tienen, en su lugar, todo que ganar con el derrumbe de la vieja sociedad, que es la condición para el establecimiento de una nueva sociedad, una ya no basada en antagonismos de clase." (Ibid.)

      Ésta, por tanto, es la perspectiva esencial, la conexión esencial, entre la lucha revolucionaria del proletariado y la lucha de liberación de las naciones oprimidas. Solamente sobre esta base puede crearse una verdadera unidad internacional, que esté por encima de los conflictos que enfrentan los distintos pueblos bajo el capitalismo. La supresión proletaria de la situación de opresión nacional no se ve aquí en el mero cambio de las relaciones entre las naciones, sino que va a su raíz -las relaciones de producción capitalistas- y se integra como componente del proceso total de destrucción de la sociedad de clases y de creación de una sociedad nueva, sin clases. Dicho con los términos del Manifiesto: la elevación del proletariado a clase dominante coincide con su autoconstitución en nación.
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      ricardo fuego


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      Post  ricardo fuego Tue Jul 08, 2008 6:51 am

      4

      Esta perspectiva radical, que une liberación nacional y revolución proletaria, es el principio esencial que se viene negando hasta ahora, por la influencia sobre el proletariado tanto de los nacionalismos burgueses dominantes como de los nacionalismos burgueses dominados. Incluso la "izquierda" independentista reniega de esta perspectiva, al menos prácticamente, del mismo modo que lo hiciera el bolchevismo. El anarquismo está más próximo a este punto de vista, pero, como ocurre a nivel general, sus posiciones políticas tienen habitualmente un carácter rígidamente idealista o arbitrario, y en el caso de la autodeterminación nacional no es distinto. Así, el anarquismo tradicional limita la defensa de la autodeterminación nacional a una vez consumada la revolución social, o, por el contrario, suscribe acríticamente propuestas nacionalistas burguesas y pequeñoburguesas -normalmente, siempre que no vayan orientadas al puro separatismo-. O sea, la posición anarquista típica puede bien definirse como inconcreta teóricamente y vacilante en la práctica.

      Dado que el proletariado solamente pode constituirse en sujeto autónomo a través de la lucha de clases, los derechos democráticos no pueden ser para él más que medios tácticos para realizar sus objetivos, no fines en sí mismos. La democracia proletaria es una realidad antagónica al capitalismo. El derecho de autodeterminación nacional no puede, por consiguiente, ser asumido como un principio, como tampoco la defensa de la democracia burguesa -y el derecho de autodeterminación no es, sobre la base del capitalismo, en principio más que otro derecho democrático burgués-.

      La autodeterminación nacional real del proletariado no está garantizada ni encuentra sus condiciones histórico-materiales, tanto objetivas como subjetivas, en ningún derecho político, ni en una determinada forma externa (territorial y cultural) de la estructura del poder político (un marco autónomo de negociación laboral, un estatuto de autonomía regional, un Estado nacional independiente, etc.), sino solamente en su propia lucha de clases y en su movimiento autónomo de clase. Por la misma razón, la lucha revolucionaria del proletariado no depende esencialmente para su desarrollo como lucha nacional de la forma particular que adopte la dominación capitalista, ni siquiera cuando ésta es una combinación de dominación capitalista autóctona y foránea. Su posición de clase en la sociedad es la que le dirige contra la dominación capitalista como tal. No tiene el menor interés en reformar esa dominación sin suprimirla una vez el capitalismo deja de ser un sistema social progresivo. Todos sus objetivos políticos se orientan a socavar y destruir las estructuras del poder capitalista sin distinción, su lucha económica tiende cada vez más a convertirse en una lucha política ante la inviabilidad de las reformas y la creciente ofensiva que contra él dirige la clase capitalista. Y en el curso de esta lucha es como el proletariado se autodesarrolla como sujeto consciente, crea sus propias organizaciones autónomas y estructuras de poder propias, e impone al capital nuevas condiciones y marcos de lucha. Si el Estado burgués es uninacional o plurinacional, es una cuestión insignificante desde un punto de vista comunista-revolucionario. (Por otra parte, el punto de vista reformista, igual que se vuelve cada vez más utópico según se profundiza la tendencia decadente del capitalismo, también en lo que respecta a la "cuestión nacional" se vuelve más demagógico y vacío de contenido.)

      L@s comunistas revolucionari@s, al mismo tiempo que reconocemos la importancia de teóric@s como Rosa Luxemburg o Anton Pannekoek por su defensa incondicional del internacionalismo proletario y de la independencia de clase -o, por otro lado, la importancia de las ideas anarquistas sobre la libre federación como principio de la sociedad comunista- tenemos que refutar sus posiciones sobre la autodeterminación y la independencia nacionales. Ellos coincidieron en abordarlas desde la perspectiva de los intereses del proletariado DENTRO del capitalismo, y cuando consideran la revolución comunista son incapaces de reconocer la importancia y complejidad de su dimensión nacional. Subestimaron, en consecuencia, también la importancia táctica y la trascendencia para el desarrollo de la conciencia proletaria de las luchas nacionales, obstinándose muchas veces en posturas dogmáticas. En esto abandonaban la teoría marxiana y recaían en posiciones socialdemócratas. Por eso, estas teorías, junto con el apatridismo y el pseudo-indiferentismo nacional, han servido como apertura para la penetración inconsciente del nacionalismo burgués dominante dentro de los agrupamientos proletarios.

      No obstante, la gran importancia de Luxemburg, Pannekoek y otros, reside en que, a diferencia de los bolcheviques, supieron mantener firmemente una posición internacionalista y defender la independencia de clase del proletariado, de modo que, al mismo tempo, siguen siendo hoy una base de orientación imprescindible para clarificar el problema de la liberación nacional y la actitud a tomar ante los conflictos inter-nacionales.


      5

      Según Marx, la posición acerca de la defensa proletaria de la autodeterminación nacional dentro del capitalismo habrá de cumplir tres criterios fundamentales (vea-se el Discurso sobre Polonia de 1875):

      1) Un "pueblo subyugado" prueba su "derecho histórico a la autonomía nacional y a la autodeterminación" en la medida en que emprende una "lucha incesante y heroica contra sus opresores". Solamente de este modo puede ese pueblo "cooperar como una fuerza independiente en la transformación social", porque "mientras tanto la vida independiente de una nación sea oprimida por un conquistador extranjero dirige inevitablemente toda su fuerza, todos sus esfuerzos y toda su energía contra el enemigo externo; durante este tiempo, por consiguiente, su vida interna permanece paralizada; es incapaz de trabajar por la emancipación social".

      2) La situación "geográfica, militar e histórica" del país, teniendo en cuenta el contexto histórico mundial. En el capitalismo ascendente era prioritaria la disolución de los Estados feudales como el ruso y la oposición a la independencia nacional de aquellos pueblos que servían de base a la persistencia del antiguo régimen, en lugar de servir al ascenso del capitalismo y, por consiguiente, a la futura emancipación del proletariado. En la fase de estancamiento del capitalismo, que comienza con la I Guerra Mundial, lo principal pasó a ser la desestabilización de la dominación de la burguesía imperialista en sus países de origen, mediante la lucha revolucionaria anticolonial, procurando orientarla lo más posible en un sentido revolucionario-proletario. Con el declive abierto del capitalismo, de lo que se trata no es ya de desestabilizar, sino de comenzar a destruir violentamente esa dominación, o sea, de transformar las luchas de liberación nacional en revoluciones proletarias (que, en muchos casos, si no en la mayor parte, ya son sustentadas por una masa mayoritaria de proletari@s).

      3) El criterio principal es la posición nacional dentro de la lucha de clases mundial, o más precisamente, la relación entre los movimientos nacionales de los países considerados y la lucha por la emancipación de la clase obrera, que es internacional. Así, Marx y Engels se oponían a los "pueblos contrarrevolucionarios" y a la "teoría de la unión fraternal universal de los pueblos, que llama indiscriminadamente a la unión fraternal sin considerar la situación histórica y la fase del desarrollo social de los pueblos individuales" (Engels, El pan-eslavismo democrático, 1849). La situación histórica determina si los movimientos nacionales cumplen o no un papel revolucionario, y esto está por encima de otras cuestiones -ya que, a su vez, el papel social y político revolucionario está directamente interrelacionado con el nivel de desarrollo económico-.

      No obstante, este tercer criterio implica, también, considerar la situación histórica desde una perspectiva internacional: los países coloniales tienen que considerarse como formando una misma estructura con sus países colonizadores (en los tiempos de Marx, el caso de Irlanda con Inglaterra). Por esa razón, puede ocurrir que un movimiento más avanzado surja en un país más atrasado, debido a la intensificación de los antagonismos sociales provocada por su posición económica a nivel mundial; o que, en un país relativamente avanzado, los antagonismos de clase se atenúen. No obstante, en el primer caso eso no suprime automáticamente el atraso histórico acumulado, lo que solamente puede lograrse a través de un esfuerzo consciente; y, en el segundo, la mayor maduración del capitalismo proporciona al proletariado una experiencia mucho más rica y profunda y crea las condiciones para un desarrollo subjetivo superior.

      Por tanto, la situación histórica nacional depende, por un lado, del desarrollo de la lucha de clases nacional, y por otro, de la interrelación entre esta lucha de clases y el desarrollo económico internacional (en el que, a su vez, repercuten las luchas de clases de los países correspondientes).


      6

      La perspectiva proletaria sobre la liberación nacional no se limita a la lucha en las naciones oprimidas, sino que es un objetivo universal. No sólo en el sentido de la libertad nacional del proletariado en las naciones opresoras, sino también en el sentido de la interdependencia de todas las naciones a través del mercado mundial. Desde este punto de vista, la condición decisiva de la supresión de la opresión nacional a escala mundial es la revolución proletaria en los centros imperialistas, ya que éstos actúan como freno a la vez de los esfuerzos por la liberación nacional como de los esfuerzos por la emancipación proletaria de los demás países. Por esta razón, Marx, en su Discurso sobre Polonia de 1847 ante los Cartistas, les exhorta: "De modo que vosotros, cartistas, no debéis simplemente expresar píos deseos de liberación de las naciones. Derrotad a vuestros propios enemigos internos y entonces podréis estar orgullosos de haber derrotado a la vieja sociedad entera." Éste es el sentido esencial de la frase que, en el mismo momento, pronuncia Engels en su intervención: "Una nación no puede llegar a ser libre y al mismo tiempo continuar oprimiendo a otras naciones" (Engels, Discurso sobre Polonia, 1847).

      Pero esto en absoluto debe interpretarse de modo simplista. En "El movimiento revolucionario", de enero de 1849, Marx formula que: "El derrocamiento de la burguesía en Francia, el triunfo de la clase obrera francesa, y la liberación de la clase obrera en general es (...) el grito de convocatoria de la liberación europea." Una "exitosa revolución en Francia" provocaría, como "primer resultado", una "guerra europea", que implicaría a Inglaterra y adquiriría, debido a su papel de centro imperialista, el carácter de una guerra mundial. "Solamente una guerra mundial puede romper la vieja Inglaterra, lo mismo que sólo esto puede proporcionar a los Cartistas, el partido de los obreros ingleses organizados, las condiciones para un alzamiento exitoso contra sus poderosos opresores. Solamente cuando los cartistas encabecen el gobierno inglés pasará la revolución social de la esfera de la utopía a la de la realidad." (Ibid.). Esa guerra mundial implicaría, por supuesto, una intensificación de las luchas de liberación nacional y de las luchas democráticas contra los regímenes feudales.

      Vemos, pues, que para Marx existe un encadenamiento entre revolución social y luchas de liberación nacional, precisamente porque el capitalismo mundial es la base común de los antagonismos que las provocan. Y vemos que la guerra mundial es el escenario donde ambas pueden aliarse. El bolchevismo intentó trasladar, erróneamente, esta perspectiva a la época posterior, con condiciones distintas, pretendiendo que las luchas de liberación democrático-burguesas de las colonias sirviesen para debilitar los centros imperialistas. En realidad, sin embargo, eran las colonias las que eran la parte dependiente y débil, no los centros imperialistas, que podían seguir manteniendo esos países en una situación subordinada mediante los mecanismos económicos. Y en los casos en que esos países asumieron sistemas de capitalismo de Estado, siguiendo el modelo bolchevique, lo único que ocurrió es el cambio de una dependencia del capitalismo "libre" por la dependencia del bloque "socialista", reducida en cualquier caso parcialmente mediante la intensificación brutal y extrema de la explotación del proletariado acompañada de una dictadura totalitaria.

      La teoría leninista del "eslabón más débil de la cadena imperialista" es completamente opuesta al razonamiento de Marx, precisamente porque, si existe una constante metodológica en sus formulaciones, es que el centro dinámico de la revolución proletaria está en los países más desarrollados y no en los países subdesarrollados. El papel de los países periféricos tiene que verse, entonces, desde la perspectiva de su interacción con la lucha de clases en esos centros dinámicos de la economía mundial. Las luchas revolucionarias en los países periféricos pueden servir para acelerar e intensificar la lucha de clases en los países centrales, como hizo la Revolución rusa de 1917 a respecto de Alemania (revolución de 1918-23), pero no pueden reemplazar el proceso de autodesarrollo del proletariado de los países centrales ni reemplazar su posición determinante en el proceso revolucionario mundial, determinada por las condiciones económicas. Esta interacción es el factor decisivo. Sin ella no son posibles ni la liberación nacional ni la revolución comunista.

      Siguiendo este mismo razonamiento histórico-materialista, el factor decisivo en la destrucción del Estado español es la lucha internacionalista del proletariado ubicado en los centros de acumulación capitalista. Pero hoy, a diferencia de los tiempos de Marx, el desarrollo económico y político-militar del capitalismo mundial hace que el problema tenga que abordarse desde un punto de vista directamente mundial, tornándose completamente insuficiente considerar solamente el marco europeo, y ni que hablar del marco de un solo Estado. Sin una revolución proletaria en los EEUU, o simultáneamente en varios de los principales países europeos (Inglaterra, Alemania y Francia) y el Japón, ningún intento revolucionario, tanto de una verdadera autodeterminación nacional como de una revolución proletaria, puede tener futuro.
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      Post  ricardo fuego Tue Jul 08, 2008 6:51 am

      II. La perspectiva histórica.

      1

      La época de Marx y Engels fue la época del capitalismo ascendente. Con base en esto estaba moldeándose la configuración territorial, cultural y política de las distintas naciones modernas en Europa y Norteamérica. La posición proletaria debía ser favorecer el desarrollo del capitalismo para, de este modo, fortalecer las bases materiales de su propia revolución, y al mismo tiempo intentar introducir sus propios objetivos en los movimientos nacionales, especialmente a través de la lucha democrática.

      Una vez abandonada la expectativa del declive del capitalismo a corto plazo, se intentó adoptar una posición más flexible. Considerando la interdependencia de la explotación nacional y la explotación de clase, la liberación de las naciones oprimidas serviría para desestabilizar la dominación de la burguesía nacional dominante en su propio país (el caso de Irlanda e Inglaterra). Además, por lo menos en teoría, contando con que el declive del capitalismo no se retardase mucho, la participación del proletariado en las luchas de liberación nacional podría servir también para estimular su lucha de clase, en el sentido de concentrar el antagonismo social en su propia lucha de clase nacional, disolviendo la influencia del nacionalismo burgués. Esta posición la recogió, en el siglo XX, Lenin, aunque más desde un punto de vista teórico que práctico: en la práctica, los bolcheviques confundieron la táctica con los principios y convirtieron el derecho a la autodeterminación de las naciones en una condición general e irrenunciable de la revolución proletaria.

      Con la crisis mundial de la década de 1970 se cerró esa última fase histórica y comenzó el declive abierto del capitalismo. En estas condiciones, la táctica anterior carece de sentido, porque:

      1) la liberación nacional, desde el punto de vista del desarrollo económico de la sociedad burguesa nacional, no es ya realizable en el capitalismo, y la consecución de la independencia política llegó a carecer de cualquier significación dado el inmenso poder del capital mundializado; y

      2) la revolución comunista se convierte en el único programa viable, y en una necesidad cada vez más imperativa para el movimiento proletario.

      Debe, por consiguiente, formularse un nuevo enfoque: el de la unión directa y total de la liberación nacional y de la revolución comunista, de su integración en un único proceso. Esto, por supuesto, significa que:

      1) dadas las condiciones históricas, solamente el proletariado, la única clase revolucionaria de la sociedad burguesa, puede afrontar consecuentemente, y llevar hasta el final, la lucha de liberación nacional;

      2) que el objetivo de la liberación nacional tiene que adoptar una forma convergente con la de la revolución comunista, al mismo tiempo que recibe de ésta un carácter radical y universal del que antes carecía.

      En resumen, según las tres grandes fases históricas que recorre el movimiento proletario, se configuran tres tácticas:

      1ª Fase (capitalismo ascendente): la liberación nacional -en la forma, entonces, de la revolución democrático-burguesa nacional- como una precondición para la revolución proletaria.

      2ª Fase (capitalismo en estancamiento): la liberación nacional -en la forma de la revolución anticolonial- como primera etapa de la revolución social.

      3ª Fase (capitalismo en declive abierto): la liberación nacional, en la forma de la revolución proletaria y, por tanto, como un componente del proceso de supresión del capitalismo.


      2

      Desde el punto de vista marxista, existen dos condiciones para diferenciar entre nación y nacionalidades: si los pueblos poseen o no las condiciones industriales para la independencia y la viabilidad.

      Las condiciones para la independencia residen en el desarrollo de una acumulación de capital autocentrada, que provea de los medios económicos para desarrollar una estructura económica nacional integrada. Sobre esta base económica integrada es como puede desarrollarse una totalidad social autorreferencial y con una historia propia, diferenciada: la nación. Los pueblos que carecen de esta base no pueden formar una nación en el sentido moderno: no constituyen comunidades de vida, de destino, sino solamente comunidades de cultura.

      Las condiciones para la viabilidad de las naciones reside en poseer las condiciones para esa acumulación autocentrada. Este desarrollo requiere, en el capitalismo, de una amplia actividad comercial internacional propia, que abastezca de todos los elementos necesarios para el desarrollo material de la sociedad.

      Pero es preciso entender que las condiciones concretas para la independencia y la viabilidad de las naciones varían a medida que se desarrolla el capitalismo mundial. En el siglo XIX, una de las condiciones necesarias para la viabilidad de la economía nacional era una elevada población, porque el capitalismo tenía todavía una composición orgánica del capital media muy baja2. Por otro lado, la acumulación de capital primitiva que permite el desarrollo de una economía nacional autocentrada aumenta progresivamente con el crecimiento de la concentración del capital, lo mismo que ocurre para los capitales individuales, que de lo contrario no pueden entrar en el mercado en condiciones competitivas.

      Pero, como decíamos anteriormente, lo decisivo es el criterio de la lucha de clases. Los "pueblos ahistóricos", que no son capaces de desarrollarse como nación, se convierten en históricos en el momento en que retoman la acción histórica, luchando por su liberación nacional. Como afirmaba Engels en su artículo contra el pan-eslavismo: "Todo eso, no obstante, no sería todavía decisivo. Si en cualquier época, mientras estaban oprimidos, los eslavos hubiesen comenzado una nueva historia revolucionaria, eso por sí mismo habría probado su viabilidad. Desde ese momento, la revolución habría tenido un interés en su liberación". "Un solo intento valiente de una revolución democrática, aun si fuese aplastada, extingue en la memoria de los pueblos siglos enteros de infamia y cobardía, e inmediatamente rehabilita la nación, no importa cómo de profundo haya sido menospreciada."

      Dicho más simplemente: la lucha de clases es lo que decide sobre el proceso de formación de las naciones, no el curso ciego y desordenado de la acumulación capitalista. Según las condiciones capitalistas dadas, todas las naciones subdesarrolladas son incapaces de avanzar en el sentido de la independencia y de crecer en viabilidad. Según la lucha de clases, las naciones subdesarrolladas pueden y deben alcanzar su plenitud y autosuperación como comunidades humanas singulares a través de la revolución proletaria mundial, suprimiendo la totalidad de las relaciones de explotación y dominación existentes.


      3

      Podemos diferenciar subdesarrollo y atraso por que el primero implica unas relaciones económicas internacionales consolidadas, tales que la acumulación interna de capital es tan débil que puede ser persistentemente limitada y desviada en beneficio de la acumulación de capital foránea. El atraso indica, por su parte, solamente una diferencia relativa, una posición inferior en el mercado, sin que la acumulación nacional de capital resulte por eso extrovertida de modo estructural. Una vez claro el concepto, resulta evidente que las naciones subdesarrolladas no pueden lograr su pleno desarrollo nacional sin destruir esas relaciones internacionales de subordinación. El problema no es nacional, sino internacional, y está directamente vinculado a la acumulación de capital -o sea, la existencia normal de la relaciónn capitalista, que solamente puede existir en cuanto produce y acumula sin cesar-. Por eso, los intentos de lograr un desarrollo nacional libre de las naciones subdesarrolladas sin alterar fundamentalmente las relaciones económicas a escala internacional no podían progresar.

      Por una parte, lograr la independencia política no alteraba en nada estas relaciones. En lugar de significar una soberanía real, solamente significaba un cambio de forma en la dominación imperialista3.

      La autonomía política real determina la posibilidad de autocentrar la acumulación de capital, pero no puede, por si misma, resolver el problema del subdesarrollo y extroversión de la acumulación.

      En los casos en que se intentó aplicar sistemas de capitalismo de Estado, desde el tipo bolchevique al tipo fascista o mixto, para resolver el problema de la acumulación, estos lograron resultados completamente insuficientes, pues el problema de la desviación de la acumulación capitalista de una nación a otra/s tiene como causa la estructura del propio capitalismo mundial. Y toda economía nacional tiene que integrarse en este capitalismo mundial lo quiera o no para poder subsistir y desarrollarse. Solamente logrando un desarrollo capitalista igual o superior al de las naciones opresoras podría consolidarse esa acumulación de capital autocentrada. Por esta misma razón, Marx y Engels decían que la revolución proletaria tendría que comenzar en varios de los países más avanzados para poder triunfar.

      Si los países comunistas no poseen los suficientes recursos para la viabilidad ni tienen un nivel de desarrollo productivo superior, entonces tienen que acabar víctimas de la dependencia del capitalismo mundial (en concreto, de los países capitalistas que sea) que, por un lado, frenará la prosecución de su acumulación autocentrada, y por el otro introducirá las consecuencias de las crisis capitalistas internacionales. Estos mismos factores explican también, en parte, el colapso de las formas estatistas de acumulación en los países llamados "socialistas", con la diferencia de que allí existía también la relación de producción capitalista, con su tendencia al descenso de la tasa de ganancia. Esto último fue lo decisivo, pues no se trató ni mucho menos de que estos países se convirtiesen en colonias -salvo los que ya lo eran, potencial o efectivamente, dado su elevado atraso- o que no pudiesen recuperarse de una crisis en términos absolutos. Estas tendencias económicas, que socavan la acumulación de capital, se combinaron con la tendencia a la falta de rentabilidad interna para la clase burocrática de la propia forma de acumulación. Al mismo tiempo, todo esto significó el estancamiento, si no la degradación, del progreso social, atizando la lucha del proletariado contra el totalitarismo policiaco. Así, se impuso finalmente un cambio en el modelo de acumulación que, siguiendo el modelo occidental, adoptó la forma de una liberalización de la economía, y en el que la propia clase burocrática tuvo un papel protagónico y lucrativo allí donde pudo.

      Con el colapso del capitalismo de Estado en sus diversas formas, en esos países se produce en general una involución histórica por la presión de los capitales extranjeros más potentes e invasivos, involución tanto más fuerte dependiendo de la debilidad económica de los países concretos. Esto también es ya parte de la historia conocida.

      Pero volvamos a la cuestión del desarrollo nacional.

      En la actualidad, el problema consiste en que las condiciones necesarias para formar y desarrollar una nación propiamente dicha, o si se prefiere, una nación burguesa, han dejado de existir. Igualmente, el desarrollo libre de las naciones subdesarrolladas. Sólo es posible la subdivisión política de naciones ya existentes, debido conflictos entre las grandes fracciones capitalistas que las integran. Tanto la formación de nuevas naciones a partir de comunidades de cultura y carácter hasta ahora desestructuradas, como el desarrollo libre de las naciones subdesarrolladas, sólo serán posibles mediante una revolución proletaria y el desarrollo de una economía comunista internacional. Entonces, con la dirección y organización consciente del desarrollo de las fuerzas productivas, será posible proporcionar una base económica propia a las comunidades de cultura que así lo quieran y que éstas puedan, así, desarrollarse libremente.

      Pero esta futura fase de desarrollo histórico de las naciones ya no será propiamente una fase de ascenso, sino de disolución, en la que las naciones pasarán a convertirse en singularidades interactuantes e intercomunidadas de una única comunidad humana mundial.
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      Post  ricardo fuego Tue Jul 08, 2008 6:52 am

      4

      Esta perspectiva acerca del desarrollo futuro de las naciones ya fue esbozada hace más de un siglo por Marx y Engels y plasmada en el programa de la Liga Comunista.

      En el esbozo de la "Confesión de fé comunista" (1847), que constituirá el primer borrador del que luego será el Manifiesto, elaborado por Engels y otros miembros de la Liga, se postula:

      "Cuestión 21: ¿Continuarán existiendo las nacionalidades bajo el comunismo?

      Respuesta: Las nacionalidades de los pueblos que se agrupen juntas de acuerdo con el principio de la comunidad serán justamente tan compelidas por esta unión a mezclarse entre sí y, de este modo a suprimirse, como las diversas diferencias entre los estados [de la sociedad civil] y las clases desaparecerán a través de la supresión de su base, la propiedad privada."

      La Liga Comunista se definía como una "liga antinacionalista que está abierta a todos los pueblos" (Círcular del I Congreso, 1847). No obstante, no se trataba del antinacionalismo burgués, que opone la unidad y los intereses imperiales de las naciones dominantes a las aspiraciones de las distintas clases de las naciones oprimidas, y que en su versión "radical" viene a considerar éstas últimas como esencialmente capitalistas mientras ve en las unidades imperialistas una antesala para el comunismo.

      El desarrollo de las posiciones de Marx y Engels sobre la nacionalidad desde La Ideología Alemana hasta el Manifiesto del Partido Comunista va en el sentido de reconocer la apropiación proletaria de la nacionalidad. En la Ideología (1846) y unos años antes, se concluye que el desarrollo de la economía mundial ha disuelto ya virtualmente las nacionalidades, y que, al producir al proletariado como clase mundial, que en su ser social encarna la negación de la propiedad privada, produce también en el ser del proletariado la negación de toda nacionalidad. Formulando esto con mayor claridad, en la Confesión de Fé Comunista se afirma que las nacionalidades se suprimen en el mismo sentido en que se suprime la separación de los individuos en estratos y clases sociales. Igual que esto no significa la supresión de los individuos como individuos políticos, ni como individuos que producen y regulan su vida material, sino solamente la eliminación de una forma restrictiva y opresiva, así tampoco la supresión de la nacionalidad podía significar otra cosa que la supresión de la forma limitada y alienada que posee la singularidad colectiva de la vida humana en cada comunidad nacional en el marco de la sociedad burguesa.

      En el Manifiesto, al procurarse un documento más claro desde un punto de vista práctico, aparecerá un enfoque en apariencia muy diferente, pero que en realidad describe la transición histórica práctica entre el carácter nacional de la sociedad burguesa y su superación en el comunismo. En lugar de incidir en el aspecto meramente negativo del problema, el Manifiesto incide en el positivo, en la reapropiación de la vida nacional por el proletariado, su "autoconstitución en nación". Y lo mismo que se afirma el carácter necesariamente internacional del movimiento proletario y de su emancipación, se da a entender que la lucha revolucionaria debe, en primer lugar, adaptarse a las condiciones históricas de cada país y adoptar una forma nacional.

      La relación entre el desarrollo de la lucha nacional y de la lucha internacional, desde el punto de vista comunista, debe reconocer, como se detalla más ampliamente nos Principios del Comunismo de Engels (1847), la interdependencia objetiva y la necesidad de una simultaneidad entre los distintos movimientos nacionales. La revolución en un solo país es imposible. Por tanto, solamente una organización que sea, ya en esencia, internacional, puede ser consecuentemente revolucionaria.

      Por eso, cuando los objetivos específicamente nacionales de l@s trabajadore/as de un país entran en oposición con los objetivos generales del conjunto del proletariado, los primeros deben quedar en segundo plano4:

      "Tenemos que colaborar en la liberación del proletariado occidental y debemos subordinar a este objetivo todos los restantes y, por muy interesantes que sean los Estados balcánicos y demás, cada vez que su esfuerzo de liberación entre en conflicto con el interés del proletariado: ¡que otros se ocupen de ellos! También los alsacianos están oprimidos... pero, si en la víspera de una posible revolución liberadora, provocan una guerra entre Francia y Alemania, excitan nuevamente el odio entre ambos pueblos, retrasan de ese modo la hora de la Revolución, yo diría: ¡Alto! ¡Tened la misma paciencia que el proletariado europeo! En cuanto éste se libere, vosotros seréis igualmente libres. ¡Hasta ese momento no toleraremos que estorbéis los progresos del proletariado en lucha!". (Engels, Carta a Berstein, 1882)

      La cuestión no es si se defienden o no los intereses específicamente nacionales del proletariado de cada país. La cuestión es que la lucha del proletariado es una lucha internacional, que las distintas luchas nacionales no son, en realidad, luchas separadas entre sí, sino luchas interrelacionadas. Que esta interrelación sea consciente o inconsciente, es algo que no incumbe aquí. Por tanto, igual que, en general, en una situación ideal, toda lucha proletaria debería esperar a que se den las condiciones básicas necesarias para su desarrollo, y a que exista la posibilidad objetiva para su triunfo, las luchas nacionales deben esperar su momento, considerando tanto las condiciones nacionales que son su ponto de partida inmediato, como las condiciones internacionales en conjunto5. El fundamento de esto es, como intentamos aclarar antes, que el proletariado no puede obtener la verdadera libertad nacional dentro del capitalismo, que cualquier "libertad nacional" dentro del marco burgués no es para él más que una reforma del capitalismo, una concesión dentro de la desposesión. Ello, por supuesto, no puede reconocerlo la llamada "izquierda patriótica", porque para ella la lucha nacional es siempre, por principio, una lucha independiente de las condiciones internacionales. Su ponto de vista es el de la pequeña burguesía, no el del proletariado, y en la medida en que agrupan al proletariado, lo agrupan bajo una forma de conciencia alienada y con una praxis no revolucionaria.

      "Sostener que cada nación atraviesa su propio desarrollo internamente, sería tan absurdo como la idea de que cada nación está obligada la pasar por el desarrollo político de Francia o el desarrollo filosófico de Alemania. Lo que las naciones han hecho como naciones, lo han hecho para la sociedad humana; todo su valor consiste en el hecho de que cada nación singular ha logrado, para beneficio de otras naciones, uno de los aspectos históricos principales (una de las principales determinaciones) en cuyo marco la humanidad hubo logrado su desarrollo, y, por consiguiente, después de que hubiesen sido desarrolladas la industria en Inglaterra, la política en Francia y la filosofía en Alemania, ellas se han desarrollado para el mundo, y su importancia histórica mundial, como también la de estas naciones, ha llegado por tanto a su fin." (Karl Marx, Proyecto de un artículo sobre el libro de Friedrich List «El sistema nacional de economía política», 1845)


      5

      La teoría de los "pueblos ahistóricos" supone, naturalmente, algo difícilmente asumible para los falsificadores del pensamiento marxiano, que por eso atribuyen esta teoría en exclusiva a Engels. Como hemos visto, aparte de la expresión "pueblos ahistóricos", esta teoría no es más que una aplicación general del materialismo histórico, y como tal debe actualizarse en función de los cambios en las condiciones históricas y desde la perspectiva de la emancipación del proletariado.

      En la época de Engels, esta teoría explicaba que, en ausencia de condiciones para un desarrollo independiente viable, la independización de los "pueblos ahistóricos" los convertiría en un núcleo reaccionario y sería contraproducente para el desarrollo histórico del capitalismo, que crearía las condiciones para la emancipación proletaria. Sería perjudicial para los intereses del proletariado, tanto dentro del capitalismo como para la lucha por la revolución social. Por eso, en esta situación, los intereses del proletariado coincidían con los de la burguesía dominante en ciertos Estados en su oposición a la independización nacional de ciertos pueblos, o, más exactamente, a los movimientos separatistas que tenían un contenido históricamente reaccionario.

      En la época actual, en la medida en que el propio capitalismo deja, él mismo, de ser un sistema viable; en la medida en que deja de posibilitar el desarrollo independiente de las naciones en general, formando una clase capitalista multinacional cuyo único vínculo nacional es la utilización del poder de los Estados nacionales en los que tiene más influencia para impulsar su expansión mundial y defenderla con la fuerza; en la medida en que se crean instituciones económicas, políticas y militares mundiales que configuran prácticamente un Estado mundial; en esta medida el punto de vista acerca de los "pueblos ahistóricos", las naciones sin Estado, las naciones subdesarrolladas, tiene que situarse en la óptica de la lucha por la revolución comunista mundial y, por tanto, de la autoconstitución del proletariado en nación en cada país.

      Las comunidades precapitalistas que aspiran a su reconocimiento político y desarrollo económico, como las comunidades indígenas en América Latina; las naciones o nacionalidades sin Estado en los Estados europeos; las naciones subdesarrolladas de todos los continentes. Para todos estos casos el criterio fundamental sigue siendo que demuestren, por medio de la lucha contra la permanencia de su situación, su propia viabilidad histórica. Pero esta viabilidad no puede ya medirse según los parámetros capitalistas, sino según los parámetros comunistas. De este modo, si por un lado el comunismo permitirá la constitución libre de todas las comunidades nacionales, sobre la condición de su interrelación, cooperación y solidaridad comunistas a escala mundial, por el otro exige que, para ser progresivos, los movimientos en pro del reconocimiento y libertad nacionales tengan una orientación decididamente social, uniendo a la perspectiva de la libertad nacional la de la transformación social revolucionaria.

      Por tanto, situándonos en el momento presente, el objetivo de la independencia o la libre autodeterminación nacional dentro del capitalismo no pueden, dadas las condiciones, ser en ningún caso apoyados por el proletariado como un principio general, sino solamente en casos concretos y desde la perspectiva de la revolución mundial. No obstante, la importancia táctica de esta cuestión es mucho mayor hoy que en el pasado, pues afecta directamente a la fase histórica en la que el movimiento proletario deberá madurar y desarrollarse en dirección a la transformación revolucionaria de la sociedad. En cualquier caso, aparte del respaldo o no a las luchas de liberación nacional según su contenido social, nuestra formulación no significa una política de oposición a la autodeterminación nacional como tal, incluso dentro del capitalismo, sino una oposición a las políticas nacionalistas que conducen a su falsificación para proletariado, reclamando al pueblo abstracto, a la sociedad civil nacional, como sujeto político del llamado derecho de autodeterminación, y mistificando las condiciones de la autodeterminación del proletariado como nación utilizando la ideología democrática burguesa.

      Evidentemente, dado que estamos hablando de contenido social progresivo de los movimientos de liberación nacional, hemos que hablar de lo que se entiende por comunismo, de la comprensión acerca de la autoliberación del proletariado. Sin una comprensión clara de esto, según criterios histórico-materialistas, no de un modo idealista, no es posible determinar qué movimientos son realmente progresivos y cuales no, y, aún más, si lo son las prácticas sociales que estos movimientos desarrollan a escala masiva (pues existe la posibilidad cierta de que, en determinada fase de su desarrollo, una aspiración comunista pueda convivir mezclada aún con prácticas reformistas).

      Si realmente se asocian independencia nacional y revolución social proletaria, entonces l@s comunistas podremos apoyar esos movimientos nacionales a pesar de sus incoherencias. Pero esto implica que estos movimientos no se dirijan contra el desarrollo del proletariado en el sentido de su autonomía de clase. Esto exige que sean verdaderos movimientos espontáneos y no engendros resultantes de las manipulaciones del "nacional-bolchevismo" o de la influencia del nacionalismo burgués -en resumen: que no sean movimientos de liberación nacional de carácter capitalista-.

      En consecuencia de este análisis, nosotr@s no nos oponemos a ninguna forma de nacionalismo por principio, sino que nos oponemos a:

      1) su carácter ideológico y rasgos sectarios o nacionales-exclusivistas;

      2) su contenido teórico, organizativo y práctico no proletario, sino inspirado por otra visión e intereses de clase o estratos de clase;

      3) la separación entre liberación nacional y revolución proletaria mundial.

      Con el declive del capitalismo, en las naciones oprimidas una parte del proletariado comienza a evolucionar en la perspectiva de la unidad entre la revolución proletaria y la liberación nacional. Este camino implica atravesar todas las formas ideológicas existentes que intentan representar ese objetivo (a veces hipócritamente, a veces subordinando la primera a la segunda, a veces en un intento sincero pero impedido por una forma de conciencia práctica alienada). Es un camino que no puede recorrerse más que sobre la base de la actividad práctica y de la maduración a través de la correspondiente experiencia práctica. Bajo estas formas ideológicas, que podemos agrupar en el concepto de "socialismo nacional", se agrupan elementos pequeñoburgueses y proletarios, y dentro de estos últimos, elementos atrasados y avanzados. De estos elementos proletarios, los primeros no aspiran sinceramente al fin revolucionario, y en realidad buscan solamente mejorar su situación en el capitalismo, con lo cual el objetivo de la autodeterminación nacional bajo el capitalismo toma precedencia, por una simple cuestión de aparente viabilidad práctica, frente al objetivo revolucionario de clase. Los segundos, en cambio, aspiran realmente a la sociedad sin clases, y sólo se atan a la praxis reformista con la esperanza de que sirva para impulsar la lucha de clases en un sentido revolucionario. En la medida en que el carácter conservador y reformista de las ideologías nacionalistas de extrema izquierda se haga patente para estos elementos avanzados, se verán impulsados a separarse de estas organizaciones y a crear nuevos agrupamientos con base en los principios revolucionarios-comunistas.

      En el caso concreto del anarquismo, tradicionalmente "apátrida", en realidad imbuido más o menos inconscientemente del nacionalismo de la burguesía nacional dominante, l@s proletari@s influenciados por esta ideología deberían llegar a comprobar la alienación de su política a respecto de sus intereses de clase en su forma nacional, pero esto puede ser algo mucho más difícil debido precisamente a las mistificaciones construidas en torno al indiferentismo nacional. Con todo, la experiencia demuestra que estas mistificaciones no hacen a las agrupaciones anarquistas impermeables al curso de la lucha de clases y a sus expresiones conscienciales.

      En cualquier caso, lo que pretendemos aquí es contribuir a la clarificación del problema y preparar el camino para la organización revolucionaria comunista.
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      Post  ricardo fuego Tue Jul 08, 2008 6:53 am

      6

      En la época de Engels era la lucha por la revolución democrático-burguesa, en la época posterior fue la lucha por la independencia de las colonias, en la época actual la lucha por la supresión del capitalismo. Con estos criterios es cómo se puede diferenciar entre un movimiento nacionalista progresivo o reaccionario en cada época. Y, considerando estas fases como pasos históricos a dar en cada país, puede medirse el progreso y posición histórica política de las naciones subdesarrolladas: establecimiento de la democracia burguesa, lucha por la independencia política, lucha anticapitalista de liberación nacional (hablamos aquí de anticapitalismo considerando que puede tratarse de movimientos pequeñoburgueses radicalizados, no sólo de una lucha proletaria o dirigida por el proletariado).

      En el caso de Galiza, el estatuto de autonomía significó, a escala nacional, la lucha por una democracia burguesa propia, pero no se fue más allá de eso, excepto por fuerzas aisladas (independentismo). Pero la segunda fase teórica, de lucha por la independencia política, carece en las condiciones históricas presentes de viabilidad, y tiene que fusionarse con la fase siguiente, cuyo contenido social es más avanzado. Esto explica las dificultades del proletariado gallego para capacitarse para afrontar la situación, pues se le exige una doble maduración política: la correspondiente a la conciencia nacional, y la correspondiente a la conciencia revolucionaria.

      Por todas estas razones, el pueblo gallego es, debido a su posición histórica (bajo desarrollo capitalista y bajo nivel de desarrollo proletario), en la actualidad un pueblo mayoritariamente reaccionario. No porque la mayoría de su población no esté interesada objetivamente en una transformación social. Esta realidad solamente cambiará -y puede y debe cambiar- cuando se forme un movimiento significativo en este sentido: un movimiento revolucionario proletario, consciente de sus especificidades nacionales y, al mismo tiempo, decididamente internacionalista. Mientras tanto, la propia existencia del independentismo de izquierda es, como producto histórico de la lucha de clases, una experiencia abortada en el camino del proletariado hacia este objetivo. Por su contenido y acción limitados, este independentismo solamente puede evolucionar, una vez escindido del dinamismo social del que nació, en el sentido de la integración capitalista o en el sentido de su autodisolución. El avance del independentismo bajo las formas sindicales y partidarias, mediante la inserción en las prácticas parlamentarias y reformistas, es el avance hacia su muerte como fuerza semirevolucionaria. En cambio, la orientación hacia la lucha de clases radical, hacia la construcción de un nuevo movimiento proletario, autónomo y revolucionario, es su única posibilidad de realización, pero implica superar el nacionalismo burgués y el bolchevismo.

      Mientras el independentismo no avance en este sentido, su papel en la lucha de clases será contrarrevolucionario. De hecho, toda su política viene a construir y fortalecer una nueva burocracia sindical y partidaria, a atacar el sentido de independencia de clase del proletariado, a construir nuevas ilusiones y preparar nuevas derrotas para l@s proletari@s, pero que servirán, en tanto, para conducir a una minoría dirigente hasta el poder político capitalista.

      La oposición existente entre el comunismo proletario y el independentismo actual puede mirarse a la luz del ejemplo siguiente. En su artículo contra el pan-eslavismo, Engels contrapone al caso de los eslavos el ejemplo de los polacos: "Oprimidos, esclavizados, saqueados, siempre han estado del lado de la revolución y proclamaron que la revolucionarización de Polonia es inseparable de la independencia de Polonia".

      Mientras tanto: "Entre todos los pan-eslavistas, la nacionalidad, es decir, la imaginaria nacionalidad eslava común, tiene preferencia sobre la revolución. Los pan-eslavistas quieren unirse a la revolución con la condición de que se les permita constituirse todos los eslavos sin excepción, independientemente de las necesidades materiales, en Estados eslavos. (...) Pero la revolución no permite que le sean impuestas condiciones ningunas. O uno es un revolucionario y acepta las consecuencias de la revolución, cuales quiera que sean, o es conducido a los brazos de la contrarrevolución y un día se encuentra, quizás sin saberlo o desearlo, de brazo dado con Nicolás y Windischgrätz." (ibid.)

      Los objetivos específicamente nacionales no pueden ponerse por delante del avance mundial de la revolución proletaria. Esto, por fuerza, tiene que llevar al interclasismo y a la colaboración de clases, y, en el peor de los casos, a un papel abiertamente contrarrevolucionario cuando surja una situación revolucionaria. No casualmente estas actitudes nacionalistas-burguesas están siempre latentes en el reformismo. El reformismo es siempre nacionalista o internacionalista en un sentido burgués: oportunista, egoísta, estrechamente nacional e imperialista.

      Con todo, el internacionalismo proletario no excluye una forma no ideológica de nacionalismo que exprese la aspiración del proletariado a constituirse en nación y que, por consiguiente, se una y contribuya a la lucha por la revolución internacional, considerando ésta última como condición de la segunda, en lugar de hacerlo a la inversa. Expresado sintéticamente: no la independencia como condición y medio para el comunismo, sino el comunismo como condición y medio para la independencia.

      Como ya decía Engels:

      "Yo sostengo, por tanto, la visión de que dos naciones en Europa tienen no sólo el derecho, sino aun el deber, de ser nacionalistas antes de llegar a ser internacionalistas: los irlandeses y los polacos. Son los más internacionalistas en cuanto son genuinamente nacionalistas. Los polacos entendieron esto durante todas las crisis y lo han probado en todos los campos de batalla de la revolución. Privémosles de la perspectiva de restaurar Polonia o convenzámosles de que la nueva Polonia rápido caerá por sí misma en su regazo, y allá se irá todo su interés en la revolución europea." (Engels, Carta a Kautsky, 1882)
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      Post  ricardo fuego Tue Jul 08, 2008 6:53 am

      III. La situación actual.


      1

      La defensa de la autoconstitución del proletariado en nación tiene que orientarse según criterios internacionalistas. No puede convertirse en un mero sustituto ideológico de la reivindicación burguesa del derecho de autodeterminación nacional.

      En la época de Engels, con las distintas nacionalidades todavía convulsas por el desarrollo ascendente del capitalismo, la política revolucionaria tenía que tomar posiciones acerca del proceso de unificación y separación de las distintas nacionalidades para conformar nuevos Estados. Ante esto, se defendió la formación de Estados amplios, basados en las naciones más desarrolladas, en lugar de Estados pequeños. Ello implicaba defender, en efecto, lo que hoy llamaríamos Estados plurinacionales.

      Una vez las naciones-Estado estaban básicamente consolidadas, la cuestión principal pasó a ser el problema de la autonomía de las distintas nacionalidades dentro de esos Estados plurinacionales, por un lado, y el problema de las colonias, por el otro.

      Con el declive abierto del capitalismo, sin embargo, se produce una desintegración social de esas comunidades plurinacionales y un agravamiento del subdesarrollo colonial, como consecuencia de la intensificación de la competencia y de la lucha por incrementar la acumulación de capital, que tiende a ralentizarse. Esto da lugar a un avivamiento de las tensiones inter-nacionales dentro de esos Estados plurinacionales, y entre los Estados imperialistas y los Estados coloniales, dando lugar a la formación de movimientos nacionalistas de izquierda -ni mucho menos necesariamente revolucionarios- así como al fortalecimiento de los nacionalismos burgueses sometidos.

      Estos conflictos se acentúan tanto más cuanto menor sea el grado de integración y de igualación económica existente entre las nacionalidades que integran el Estado o entre los países. Se acentúa así el radicalismo del nacionalismo previamente existente y/o surgen nuevos nacionalismos emergentes. Se trata, sin embargo, de una tendencia que deriva espontáneamente del declive del capitalismo: de un subproducto de la decadencia capitalista. No son movimientos conscientes y que se muevan inspirados por las posibilidades futuras que laten en el presente, sino movimientos que miran hacia el pasado y que buscan preservarlo y enaltecerlo en el futuro. L@s proletari@s, por su parte, mientras que permanecen siendo individuos de la sociedad burguesa, actuando como propietarios privados de su fuerza de trabajo y medios de subsistencia, no son ajenos a este fenómeno.

      Si l@s proletari@s tienden, cuando actúan así, como individuos alienados, a ver espontáneamente en el capital nacional su fuente de supervivencia, a identificarse con la comunidad de cultura y carácter nacional antes que con sus intereses como clase; igual que sucede esto, ocurre también que, ante el declive de esa fuente de supervivencia, tienden a reaccionar con un movimiento defensivo en nombre de esa comunidad nacional, dejando a un lado sus intereses de clase.

      Partiendo de este estado de la sociedad, la política revolucionaria tiene que enfocarse principalmente hacia el problema esencial: que la libertad y el pleno desarrollo de la vida nacional del proletariado es imposible en el capitalismo, y que esto no es cierto solamente para el proletariado de las naciones oprimidas, sino también para el proletariado de las naciones opresoras. Éste es el único modo de reenfocar las aspiraciones nacionales, llevándolas del terreno de la defensa alienada del capitalismo "nacional" al de la lucha autónoma como clase revolucionaria mundial. Entonces, se vuelve imprescindible precisar cuál forma política asumirá la liberación nacional en un régimen comunista auténtico.

      Las formas transitorias que adopte la liberación nacional, desde la unificación más estrecha de las distintas nacionalidades en una unidad política común, hasta la plena separación, es una cuestión subordinada al avance del comunismo, que es la condición de su verdadera efectivación. Con todo, el primer criterio señalado, acerca de preferir la unidad a la separación, es algo universalmente válido, aunque sujeto a las condiciones de la lucha de clases internacional. Pero este criterio presupone que se trate de una unidad libre, no forzada, pues en ese último caso engendraría resultados contraproducentes tanto para la comunidad nacional perjudicada como para la unidad y avance del movimiento internacional.

      En cualquier caso, la separación política, la independencia política en el sentido burgués, no puede ser más que una fórmula transitoria. Por sí misma significaría siempre un retroceso (inevitable o evitable), sería el indicativo de una parálisis de la revolución. Porque lo único que el proletariado necesita incondicionalmente es una independencia constituyente a todos los niveles de la organización de la vida social, para conformar sin interferencias todas las relaciones sociales internas y todas las relaciones con las otras nacionalidades. Evidentemente, esto sólo será posible destruyendo toda la ideología burguesa nacional, especialmente la de la fracción dominante de la burguesía (en nuestro caso, la de la burguesía española), tanto dentro de la nación dominada como en la nación dominante. Considerando nuestro caso, esta posición es absolutamente incompatible con defender y reconocer el carácter uninacional del Estado español.

      Para concretar más, desde el punto de vista de las diferentes etapas constituyentes, podemos establecer como esquema ideal de formas políticas: 1º) la independencia plena (autodeterminación), que implicaría un período de reorganización total de la vida social nacional y de las relaciones internacionales; 2º) el paso a una confederación, en la medida en que avance ese proceso de reconstitución integral, y finalmente, 3º) una federación. En cualquier caso, el paso por diferentes formas políticas no anula el principio permanente de la independencia constituyente de cada comunidad nacional. Y, en el caso gallego, este esquema no presupone en absoluto que este enfoque se encuadre en el marco limitado del Estado español. Hoy es evidente que el marco inmediato a considerar no es éste, sino el directamente europeo, y que en este proceso político una hipotética confederación o federación peninsular solamente debería verse como una mediación a corto plazo.

      A la luz de este análisis podemos juzgar las distintas posiciones acerca del conflicto entre las distintas comunidades nacionales bajo el Estado español. La defensa de la unidad del Estado español, incluso defendiendo el derecho de autodeterminación, es una concesión al nacionalismo burgués dominante. Igual que no asumimos el programa de las burguesías "periféricas", tampoco asumimos el del nacionalismo español. Defendemos, pues, la disolución de la unidad política definida por el Estado español y, tanto por motivos económicos como culturales, defendemos la conformación de una unión libre y solidaria de todos los pueblos peninsulares (lo cual implicaría, también, la disolución del Estado portugués como unidad política separada).

      Este objetivo de la disolución del Estado español tiene que unirse, por supuesto, al objetivo de su destrucción en cuanto Estado burgués, trasladándose el problema a la forma plurinacional que asuma el poder proletario en una situación de revolución abierta. Esto, por otra parte, facilita enormemente la resolución del problema, pues la constitución de ese poder tendrá que ir de abajo a arriba. De todos modos, eso no descarta que resurjan los conflictos nacionales mientras las condiciones materiales para ellos subsistan. De ahí la necesidad de formular claramente los principios políticos de la unidad internacional.

      Por otra parte, tampoco consideramos que el movimiento independentista gallego actual pueda llegar a concordar con nosotr@s. Su filiación con la ideología nacionalista burguesa le impide ver claramente la necesidad del internacionalismo y poner por delante los intereses de la revolución mundial frente a los exclusivamente nacionales. Si bien puede llegar a considerar la revolución como un proceso necesariamente mundial, no ve este carácter mundial más que como una combinación abstracta de procesos nacionales separados, como si estos procesos no fuesen estrechamente interdependientes e interactuantes. La experiencia del bolchevismo ruso fue muy ilustrativa al respecto. En lugar de orientar sus esfuerzos a la revolución mundial, a riesgo del desmoronamiento en Rusia, prefirieron intentar mantener el régimen bolchevique ruso en el aislamiento, permitiendo la reestabilización de los grandes poderes imperialistas; con eso, firmaron el fin de cualquier avance hacia el comunismo en Rusia y, con la destrucción del movimiento revolucionario en los países europeos, la política mundial bolchevique adquirió un carácter puramente oportunista e imperialista.

      O sea, no se trata solamente del futuro de la revolución proletaria en una nación. SE trata de que cualquier posición nacionalista burguesa puede crear las condiciones para su propia derrota nacional, y, al mismo tiempo, desviar los esfuerzos revolucionarios del proletariado internacional. Tampoco la crítica y superación del independentismo burgués es, por tanto, un problema exclusivamente nacional.
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      Post  ricardo fuego Tue Jul 08, 2008 6:54 am

      2

      La separación entre independencia y comunismo tenía sentido, históricamente, en la expectativa de un desarrollo autocentrado de la acumulación capitalista, utilizando un nuevo Estado nacional para este fin. Pero esta posibilidad de desarrollo, que aún podría parecer viable hasta la década de los 70, fue después negada tajantemente por el devenir del capitalismo mundial. La lucha por la independencia nacional no solo tendrá que librarse, entonces, en contra de la propia burguesía nacional -como de hecho admiten los independentistas gallegos (aunque un sector se empeñe en negar el carácter gallego de esta burguesía utilizando criterios culturalistas, y aunque en general tod@s mistifiquen esta lucha de clases presentándola como una lucha de "Galiza" contra "España"). Una auténtica independencia nacional no podrá realizarse más que sobre bases comunistas internacionales y, por tanto, solamente puede constituir un objetivo histórico real para la revolución proletaria. Contra esta perspectiva están todos los sectores pequeñoburgueses y reformistas, cuya práctica política se opone a la centralidad del conflicto de clases sobre el conflicto entre naciones y, por tanto, a todos los puntos fundamentales que hemos definido hasta ahora. En realidad, en cuanto adoptan una ideología o programa político calificable de "socialista", no son más que socialistas reaccionarios.

      Lo que define el socialismo reaccionario es que, como afirma el Manifiesto Comunista, su punto de vista representa los intereses de la pequeña burguesía, cuyos elementos "ven aproximarse el momento en que desaparecerán por completo como fracción independiente de la sociedad moderna". Cuando "defienden la causa del proletariado contra la burguesía" lo hacen desde la perspectiva de los intereses "del pequeño burgués y del pequeño campesino". Aunque su crítica del capitalismo pueda confluir con la del proletariado, su práctica mira hacia el pasado, pretendiendo "encajar por la fuerza los medios modernos de producción y de cambio en el marco de las antiguas relaciones".

      Con esto último, el Manifiesto se refería al artesanado feudal de mediados del siglo XIX, sobrepasado cada vez más por el desarrollo de la industria capitalista a gran escala. Hoy hacemos referencia a las formas de capitalismo de Estado nacional, igualmente sobrepasado por el crecimiento mundial de la acumulación de capital, así como por el desarrollo de la contradicción entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción capitalistas, que en todos los países convirtió en no rentables en sentido capitalista todas las políticas de capitalismo estatal6. Si el "capitalismo nacional" es utópico en general, el capitalismo de Estado, por abierto que sea internacionalmente (conformando un bloque de países, por ejemplo), no puede tampoco resolver la contradicción de modo ninguno. Se verá obligado, como la burguesía, a intensificar cada vez más la explotación del proletariado para mantener el crecimiento de la acumulación (se mida este crecimiento en términos de toneladas de producción u otra medida "física" o estadística, o abiertamente en términos de valor). La única diferencia será que, en lugar de por burgueses individuales, el proletariado será explotado por una burocracia estatal.

      Por otra parte, la no superación del leninismo indica a las claras que el independentismo gallego actual, si tuviese el poder, reproducirá de nuevo el viejo modelo de capitalismo de Estado, a pesar de todas sus veleidades democráticas sobre la participación popular. Solamente hay que considerar su organización y praxis política actual para entender que, como mucho, se trata de sinceras declaraciones de intenciones, desconectadas de su praxis política real. Su concepción del socialismo/comunismo es reaccionaria porque se opone al progreso del proletariado y utópica porque sus objetivos son completamente irrealizables partiendo de sus premisas.


      3

      En las condiciones actuales, los movimientos democráticos de liberación nacional son movimientos reaccionarios. Dividen al proletariado por nacionalidades, involucrándole en frentes interclasistas, confundiéndole con demagogia populista, desviándole de la lucha por sus propios objetivos de clase, reforzando sus ilusiones en los métodos reformistas. Por otro lado, incapaces de hacer frente al capitalismo mundial, mas empeñados en una lucha a escala nacional, estos movimientos solamente pueden conducir a reformas insustanciales y a derrotas cada vez más graves, cuando no a su propia autodestrucción y al hundimiento de quienes los sigan. Reconociendo el poder del capitalismo mundial, tienden actualmente a buscar formas de cooperación y acción unitaria internacional, pero que, por su contenido y por su fuerza real, no pueden pasar de ser ataques superficiales. Se trata de una coalición que puede coincidir en presionar sobre la política imperialista, pero no atacar el capitalismo como tal. Éste es el trasfondo de la participación de estos movimientos y organizaciones en las plataformas "anti-globalización", en las que podemos incluir el independentismo gallego como parte de su extrema izquierda.

      Los movimientos y luchas de liberación nacional solamente pueden cumplir en la actualidad un papel progresivo considerando sus repercusiones sobre la lucha de clases nacional e internacional, no por sí mismos. Éste es el criterio decisivo: el punto de vista de la lucha de clases.

      Cuando hablamos de las repercusiones en el plano de las relaciones internacionales, contribuyendo a resituar el conflicto de clases como el central en detrimento del conflicto entre las naciones, esto exige un análisis muy cuidadoso de cada caso concreto. Si bien la derrota de un imperialismo nacional puede intensificar la lucha de clases en ese país, también puede, si esa lucha no prospera para el proletariado, convertirse en su contrario, y tornarse en un reforzamiento del nacionalismo burgués (el caso alemán entre el primer asalto revolucionario de 1918 y la victoria del partido nazi en 1933). También puede suceder lo contrario, o que, en el caso de un país colonial, la independencia política revierta bien en el fortalecimiento de las posiciones de la burguesía nacional o bien en el avance del proletariado.

      Por eso no es posible para l@s revolucionari@s proletari@s tomar una posición fija sobre los movimientos nacionales y es preciso considerar siempre la situación concreta en todos los aspectos. Cualquier apoyo táctico a un movimiento independentista depende de sus repercusiones en la lucha de clases nacional de los países afectados.

      En el caso gallego, solamente podríamos considerar el apoyo a una lucha por la independencia política que no cuestionase realmente el capitalismo -o sea, encuadrada en las formas burguesas de la lucha política, aunque cuestione su marco territorial nacional-, en la medida en que ésta pudiese funcionar como un factor de fortalecimiento del movimiento proletario gallego y de debilitamiento de la dominación de la burguesía imperialista en el Estado español. Para que esto sea así es necesario que exista, como condición previa, un verdadero movimiento proletario, consciente e independiente, tanto en Galiza como en los centros capitalistas del Estado español. De lo contrario, derivaría en el debilitamiento relativo del proletariado gallego (enfrentado ahora él solo a un Estado propio o cuando menos a unas fuerzas políticas burguesas incrementadas) y en el fortalecimiento del nacionalismo burgués español, lo que podría derivar en un conflicto bélico.

      Es considerando esta complejidad y las enormes repercusiones históricas, que se debe entender por qué l@s auténticos comunistas no podemos defender principios nacionales diferentes de los principios de clase, que hemos que limitarnos a dar a estos últimos una forma nacional, tenemos que mantener siempre la defensa de los intereses del proletariado independientemente de la nacionalidad. Esto, naturalmente, son incapaces de asimilarlo los independentistas burgueses que se dicen comunistas, precisamente porque su posición es, en el plano general, reformista en lugar de revolucionaria, y en el plano específicamente nacional, burguesa en lugar de proletaria.


      4

      El nacionalismo en la época actual solamente puede tener sentido para el proletariado en la medida en que se enfoque hacia la supresión del capitalismo. Esto es, en la medida en que formule la conquista de la independencia política como forma externa de la revolución comunista, considerando el establecimiento nacional y la extensión internacional del comunismo como la base imprescindible para su efectivación. Esto significa una transformación radical del concepto mismo, del contenido social, de la liberación y de la independencia nacionales.

      El independentismo, y parte de la extrema izquierda, se adhiere a lo que podemos llamar la "concepción liberal" del derecho de autodeterminación, proclamándolo como principio incondicional y parte irrenunciable del programa del proletariado. Para nosotr@s no existe un "principio nacional" distinto del de la lucha por la emancipación de l@s proletari@s. En cambio, el único principio de l@s comunistas es la revolución: toda medida, toda práctica que no favorezca la revolución, tiene que ser suprimida y reemplazada. Y dado que la revolución significa una transformación acelerada y de conjunto de las condiciones históricas, la política comunista tiene que estar orientada por unos principios revolucionarios claros y, simultáneamente, tener la máxima flexibilidad en las posiciones tácticas, que tienen que estar en cambio continuo.

      Ora bien, no sobra insistir, a lo que l@s comunistas revolucionari@s nos oponemos no es a la autodeterminación nacional en general, sino a la autodeterminación nacional en cuanto autodeterminación de la burguesía e instrumento del capitalismo contra el proletariado. Por esa razón, la política proletaria no se orienta a negar el derecho de autodeterminación o la posibilidad de la independencia política nacional, sino a señalar las implicaciones que, según las condiciones, esto tendrá para el progreso del proletariado. Por esa razón, por ejemplo, oponerse al independentismo como tal es, desde nuestro punto de vista, la expresión de la penetración del nacionalismo dominante en la conciencia de l@s proletari@s, y en particular de aquell@s que se reclaman comunistas. Por eso, siempre señalamos el carácter ideológico y burgués del independentismo existente -así como de la oposición prevaleciente a él-, al tiempo que nos oponemos a tomar una posición de principios diferente de la expresión de los principios generales del comunismo en su aplicación específica a la problemática nacional.

      Igualmente, nos oponemos a toda división del proletariado en líneas nacionales, tanto por parte de las estrecheces nacionalistas como por parte del internacionalismo dogmático (tras del cual, a veces, se oculta también la influencia espiritual "expansionista" del nacionalismo burgués de las naciones dominantes). Está claro, no obstante, que un internacionalismo consecuente exige el objetivo de formar una nueva internacional comunista, pero ninguna organización independentista está por esta labor, igual que las organizaciones que se proclaman antinacionalistas hoy y que no reconocen realmente la importancia de la dimensión nacional de la lucha proletaria. Por supuesto, existen diversas "internacionales de partido", pero que no se caracterizan precisamente por constituirse a partir de la libre unión de las distintas nacionalidades. En el mejor de los casos, lo que hay es una libre unión alienada.
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      Post  ricardo fuego Tue Jul 08, 2008 6:54 am

      NOTAS

      1 Por el contrario: "De cualquier manera que el burgués individual lucha contra los otros, como clase el burgués tiene un interés común, y su comunidad de interés, que se dirige contra el proletariado dentro del país, se dirige contra el burgués de otras naciones fuera del país. A esto el burgués lo llama su nacionalidad." (Ibid.)

      2 La composición orgánica del capital es la relación entre el capital variable y el capital constante medida en valor. Un nivel bajo significa que en el proceso de trabajo el volumen de maquinaria y materiales por obrer@ emplead@ es muy reducido, por lo que el trabajo es poco productivo y se requiere de grandes masas de fuerza de trabajo disponibles para expandir la producción sin que suban los salarios.

      3 O como postula Engels en «El pan-eslavismo democrático»: "Concluimos... con la prueba de que los eslavos austriacos nunca han tenido una historia propia, de que, desde los puntos de vista histórico, literario, político, comercial e industrial ellos son dependientes de los alemanes y los magiares, que ya están en parte germanizados, magiarizados e italianizados; que si estableciesen Estados independientes, no ellos, sino la burguesía alemana e italiana de sus ciudades, gobernaría estos Estados, y, finalmente, que ni Hungría ni Alemania pueden tolerar la separación y constitución independiente de tales Estados inviables, pequeños e intercalados."

      En este párrafo de Engels parece estar contando la historia de la independencia política de las colonias latinoamericanas, africanas y asiáticas.

      4 Esto también significa que puede ocurrir que la lucha proletaria en un país represente los intereses generales del proletariado, mientras que, dado su nivel de maduración, la lucha proletaria internacional puede adoptar formas y orientaciones contrarias al progreso general.

      5 Esto no debe interpretarse en el sentido de que hay que contener la acción del proletariado cuando esta surge o está prefigurándose. Se trata simplemente de que l@s revolucionari@s debemos siempre contribuir a la clarificación de las condiciones e intereses de las luchas, en lugar de amoldarnos pasivamente a cualquier iniciativa de combate.

      6 Con excepción, claro, de aquellas formas de capitalismo de Estado aplicadas en sectores en los que la burguesía no puede o no quiere asumir la iniciativa económica, y, generalizando más, todas aquellas inversiones que trasvasan riqueza proveniente de la clase proletaria para entregársela a la burguesía. En estos casos, si la burguesía pasa a controlar la producción de forma privada es habitualmente para efectuar la liquidación parcial o completa de los antedichos sectores.
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      Post  lucien Tue Jul 08, 2008 8:52 am

      tu enlace para el texto completo no funciona...
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      ricardo fuego


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      Post  ricardo fuego Tue Jul 08, 2008 10:07 am

      Gracias. Es extraño, pero tuve que usar un tag de link para que funcionara.
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      mondialiste


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      Post  mondialiste Tue Jul 08, 2008 11:39 am

      El nacionalismo ha sido siempre uno de los grandes venenos para la clase trabajadora. Ha servido para dividir a los trabajadores entre distintos estados nacionales, no sólo de modo literal, sino ideológicamente. Hoy en día, probablemente sea justo decir que una mayoría de los trabajadores – en mayor o menor medida – se alinean a nivel doméstico con sus respectivas clases dominantes. Después de todo, la ideología del nacionalismo significa, en ultima instancia, que trabajadores y capitalistas que viven en un área geográfica particular, deben tener un interés común.

      Así como en la mayoría de los mitos, hay algo de verdad en esto. Normalmente, un lenguaje común es compartido, y, de modo superficial, por lo menos, una "cultura" en común puede ser definida. Sin embargo, si uno investiga un poco más profundamente, un análisis tal no puede sostenerse. La sociedad mundial puede partirse entre dos grandes clases: capitalistas y trabajadores. Más allá de que muchos trabajadores encuentren difícil el comunicarse, y de entenderse los unos a los otros a raíz de las barreras idiomáticas o culturales, esto no altera el hecho de que todos son parte de una masa global explotada, que tiene más en común el uno con el otro, que con sus jefes nativos.

      Un popular mito respecto del nacionalismo, es que él es sinónimo de fascismo. Esta es una peligrosa ilusión. El fascismo es la forma más degenerada del nacionalismo, pero cualquier clase de patriotismo, por más que sea de la más inocua, puede definirse como anti-clase obrera.

      Todo lo cual nos lleva a Euro 2008. Muchos socialistas (ó comunistas) juegan y miran fútbol, pero es una vergüenza que el nacionalismo (ya sea duro o moderado) contamine el evento. Por cierto, el "nacionalismo atlético" tiene un valor tremendo para la clase capitalista, dado que hace socialmente aceptable ser partidario de tu país. No sólo desvía la mente de los trabajadores de los problemas que los rodean, sino que permite a los políticos cosechar los frutos de cualquier factor de "sentirse bien" que surja de un buen conjunto de resultados.
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      ricardo fuego


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      Post  ricardo fuego Tue Jul 08, 2008 1:52 pm

      Creo que reafirmarnos en el mismo discurso de siempre no nos sirve para nada.

      El debate es escuchar al otro, mondialiste. ¿Si quiera leíste el texto que posteé?
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      mondialiste


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      Post  mondialiste Tue Jul 08, 2008 3:18 pm

      ¿Si quiera leíste el texto que posteé?
      Si, pero no estoy de acuerdo que:
      l@s comunistas revolucionari@s nos oponemos no es a la autodeterminación nacional en general, sino a la autodeterminación nacional en cuanto autodeterminación de la burguesía e instrumento del capitalismo contra el proletariado. Por esa razón, la política proletaria no se orienta a negar el derecho de autodeterminación o la posibilidad de la independencia política nacional, sino a señalar las implicaciones que, según las condiciones, esto tendrá para el progreso del proletariado. Por esa razón, por ejemplo, oponerse al independentismo como tal es, desde nuestro punto de vista, la expresión de la penetración del nacionalismo dominante en la conciencia de l@s proletari@s
      Para Rosa Luxemburg, "la misión histórica de la burguesía es la creación del Estado nacional y la misión del proletariado es la destrucción de ese Estado como forma política del capitalismo". Para ella el reconocimiento abstracto del "Derecho de los pueblos a la autodeterminación" es una fórmula metafísica como la de los "Derechos del hombre" de la democracia burguesa.
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      ricardo fuego


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      Post  ricardo fuego Tue Jul 08, 2008 3:42 pm

      mondialiste:

      Si vamos a responder con cosas como "Rosa Luxemburgo dijo...", "Marx dijo...", entonces no nos vamos a comunicar. ¿Lo que pensó alguien hace 90 años cuenta más que lo que pensemos nosotros, que estamos vivos? Lo que otros escribieron puede servirnos de guía, pero pensar tenemos que pensar nosotros de acuerdo a nuestra propia experiencia. Ninguna afirmación, por más que la haya dicho la mente más brillante de todos los tiempos, es una verdad independiente de su verificación práctica.

      Además, quien elaboró el texto conoce la opinión de Rosa Luxemburgo sobre la cuestión nacional y le hace una crítica, entonces responder con una cita de la posición de RL no es responder, es monologar. Te pido paciencia para que leas el texto entero, no hay urgencia.

      Saludos.
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      Post  luxemburguista Tue Jul 08, 2008 9:10 pm

      Como Roi Ferreiro (mi compañero en el CICA) y yo nos oponemos a la visión de la cuestión nacional que tenían tanto Lenin por un lado como Rosa Luxemburgo y Anton Pannekoek por el otro, y creemos que la liberación nacional del proletariado no es separable de la revolución proletaria mundial, esta diferencia es muy probable que surja en nuestra colaboración futura, asi que cuanto antes conozcamos nuestros puntos de vista divergentes, más clarificados estaremos.

      Entro en este debate por la cuestión que señalas. Debo primero explicitar 3 cuestiones, desde la total sinceridad:

      1. Cuando supe del CICA leí vuestras posiciones sobre esta cuestión. Fue uno de los elementos (el que más) que me llevó a no contactar antes con vosotros.

      2. Para mí este tema es algo básicamente "cerrado", en el sentido de que tengo una postura, basada no principalmente en análisis políticos, sino históricos (aunque eso sí reafirmada por los análisis políticos), que me hace dejarlo ya al margen para centrarme en otras cuestiones. Salvo en lo que respecta a extraer consecuencias.

      3. Vuestras posiciones para mí no son correctas. Pero para nada son comparables o asimilables a las defensas al uso de "la cuestión nacional". De hecho, son totalmente distintas porque, en mi opinión, os ubicais en otro plano. Lo aclaro, porque si me pareciesen en lo más mínimo similares a las habituales, no entraría al debate.

      No voy a entrar en lo que dijeron nuestros "queridos antepasados". Sí debo precisar que puede que ahora se entienda mejor por qué digo que soy "luxemburguista" en el sentido de que es la única figura del movimiento obrero con la que tengo un acuerdo general. Yo no afirmaría rotundamente que Marx y Engels expusieron la cuestión tal como vosotros la enfocais. O mejor dicho, sólo así. Pero sí es cierto que sus posiciones dan pie a este tipo de interpretaciones. Para mí erróneas, sean vuestras o de Marx. Pero sobre esta cuestión son Mondialiste y los compañeros del MSM quienes mejor pueden contestar, pues ellos tienen incluso un texto sobre la cuestión (que analiza las formulaciones de RL en relación a las de Marx). Sí debo decir que vuestro principal sustento teórico está en Marx y Engels. No hace 90, sino 125-150 años. Mucho se ha escrito desde entonces. Y lo mejor no lo ha hecho ningún político.

      También debo decir que muchas de las partes de vuestro análisis son plenamente correctas. Pero a mí me llevarían a plantear todo lo contrario como solución a la cuestión planteada. O a utilizarlas de argumentos para todo lo contrario (incluso alguna para apoyar la teoría de la acumulación de RL). Pero no voy a formular mis posiciones sobre ciertas cosas de momento, porque creo que es preferible antes debatir las vuestras.

      Entrando ya "a saco":

      Vosotros planteais correctamente desligar la "liberación nacional proletaria" del derecho burgués de autodeterminación nacional. Pero no partís de un hecho histórico básico, sin el cual es muy complicado seguir un razonamiento acertado: no analizais qué son y cuando surjen las "naciones" que hoy podríamos percibir. En ese sentido os situais en la posición incorrecta de que las naciones son algo que existe desde hace muchísimo tiempo. Y eso no es así. Lo que hoy se denominan "naciones" son entes que comienzan su existencia real durante la conocida como "transición del feudalismo al capitalismo", y que se consolidan fundamentalmente con la imposición definitiva del capitalismo. De hecho, es preferible hablar de estados-nación al referirnos a los que vosotros considerais los principales núcleos capitalistas. Y los estados-nación serían la expresión político-territorial de las sociedades capitalistas, así como el nacionalismo sería una ideología sustentadora de esas sociedades y esos estados (digo una, porque hay otras ideologías, como el liberalismo y, curiosamente, el imperialismo).

      He resaltado la palabra correctamente, porque lo anterior no impide ni imposibilita que vosotros planteeis como aspiración la autodeterminación nacional general que planteais. Es totalmente legítimo, porque algo que se quiere no tiene que tener un "sustento histórico". Por decirlo de otro modo, igual que unos hablan de comunas, otros de municipalismo, otros de consejos, etc, etc, (incluso algunos de todo a la vez) es perfectamente legítimo plantear que una sociedad comunista mundial (vosotros dejais claro que esa sociedad es la sociedad a la que aspirais) se articule conforme a naciones o nacionalidades como comunidades que comparten una cultura, que es el elemento que vosotros planteais. Pero esa legitimidad en este caso no se puede sustentar en un pasado remoto. Y la liberación nacional implica la preexistencia de una nación que pueda liberarse.

      La pregunta que me hago sobre esa aspiración es: ¿qué entendeis por cultura? Porque es uno de los términos más equívocos de cuantos se emplean en ciencias sociales, por no decir que sus significados "de calle" son algo así como los usos de la palabra "cosa".

      Curiosamente, negais la posibilidad de autodeterminación nacional por reaccionarios a "pueblos" que tienen bastante más fundamentación "histórica y cultural" que el gallego u otros (las comunidades indígenas,...).

      El capitalismo es hoy el modo de producción dominante en todo el globo. Eso lo planteais claramente. Y también planteais (en este texto menos que en otros vuestros, pero también) cuestiones para luchar contra él en pos del comunismo. En este texto haceis incluso referencias a ocasiones en las que por cuestiones tácticas, podríais apoyar una lucha por la liberación nacional que no fuese tal y como vosotros quereis (vinculada totalmente a la emancipación proletaria). Sobre esos tacticismos, así como sobre las tácticas que se configuran según vosotros en "las tres grandes fases históricas que recorre el movimiento proletario", yo os pregunto: ¿no hemos aprendido nada de lo que esas tácticas (en las que el proletariado se implicó) han producido al proletariado en el pasado? Es decir, de la subordinación del proletariado a intereses burgueses ¿qué ha sacado el proletariado? Y otra cuestión, al hilo de las preocupaciones del camarada JM: ¿no creeis que esas tácticas podrían vincularse a la teoría de la revolución permanente leninista? (sobre los giros de Trotsky en esta cuestión no entro ahora). ¿No creeis que lo que esas tácticas muestran es a un proletariado siguiendo las órdenes de la burguesía o a lo sumo haciendo lo que la propia burguesía es incapaz de hacer?

      Relacionado con esta cuestión hay otro elemento que subyace en vuestra formulación y del cual disiento por su mecanicismo. Vosotros planteais una evolución histórica general por la que forzosamente pasan todas las sociedades. Eso, que fue el esquema propio del materialismo histórico desnaturalizado por la ortodoxia, no es así.

      Y, vinculado también a esto, está la cuestión de una posibilidad que abrís. Aunque decís que la revolución tiene que ser mundial, también decís:
      La revolución proletaria es, entonces, en el plano nacional, la conquista de la patria y la transformación de la comunidad nacional de acuerdo con las nuevas relaciones sociales comunistas.
      Mi pregunta es: ¿no guarda esto ninguna relación con la teoría del socialismo en un sólo país? ¿No es contradictorio?

      Por último (de momento, dada la hora y porque imagino que seguiremos el debate) una cuestión no directamente vinculada al tema que es un enorme error que comparten varias tendencias (con diferencias en las fechas, al menos vosotros, el MSM y la CCI, que son tendencias que a mí me interesan). Un error en mi opinión mucho más peligroso que cuanto debatamos sobre el nacionalismo. Aquí pongo la cita completa:

      Con la crisis mundial de la década de 1970 se cerró esa última fase histórica y comenzó el declive abierto del capitalismo

      ¿Alguien me puede explicar de donde se deduce esto? ¿Qué datos económicos cuantificables sutentan esta afirmación?

      SALUD
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      Post  ricardo fuego Wed Jul 09, 2008 9:36 am

      Hola luxemburguista.

      1) Para mí el tema de la relación entre revolución proletaria y liberación nacional no es un tema cerrado, sigue siendo un tema abierto y por ello lo pongo a discusión.

      2) Agradezco que menciones que, aunque creas equivocada nuestra posición, la reconozcas como una posición desde el comunismo. Lo que me suele irritar en debates sobre la cuestión nacional, es que a quienes no sostenemos la hegemónica identificación de inter-nacionalismo con anti-nacionalismo (por la cual toda liberación nacional es antagónica con la revolución proletaria mundial) se nos responde como si fuéramos nacionalistas burgueses o "anti-imperialistas". He visto mucha falta de voluntad en varios ámbitos para siquiera intentar comprender nuestras posiciones sobre el tema, se nos suele responder con una "declaración de principios" o con citas a la autoridad (muchas veces sacadas de contexto, especialmente en el caso de Marx y Bakunin) y no vemos un esfuerzo mental real para responder desde la propia experiencia y el propio razonamiento. Justamente por considerar a este tema como algo "cerrado".

      3) Nuestra posición se basa en la de Marx y Engels, pero no es la de Marx y Engels. No es una diferencia menor. Si fuera la de Marx y Engels, no haría falta un artículo, con citarlos a ellos ya estaría. Por otra parte, si hacemos hincapié en la posición de Marx y Engels es porque en esta cuestión, como en casi todas, su pensamiento original ha sido distorsionado, y muchos han tomado de él lo que han querido. Por ejemplo, para opinar de la cuestión nacional muchos "marxistas" usan una frase célebre del Manifiesto que han convertido en frase hecha, en dogma, sin razonar sobre su significado: "los proletarios no tienen patria"*. Entonces, como tomamos el pensamiento marxiano como base tenemos que dedicar tiempo a clarificarlo y exponerlo sin distorsiones, pues la difusión de la obra de Marx ha sido monopolizada por la socialdemocracia, el stalinismo, y las universidades; por no hablar de la baja calidad de las traducciones de conceptos clave.

      * En la tesis 3 de la primera parte de su escrito, Roi sí se encarga de explicar el significado de esa frase. Cuando Marx dijo que los proletarios no tenemos patria es porque nuestras vidas pertenecen al capital, porque la comunidad nacional que se nos impone es la de la burguesía y el Estado, no porque las nacionalidades sean en sí una "ilusión".

      4) La posición de Marx y Engels, en el Manifiesto Comunista, es la siguiente:

      Manifiesto Comunista, capítulo II wrote:A los comunistas se nos reprocha también que queramos abolir la patria, la nacionalidad.

      Los trabajadores no tienen patria. Mal se les puede quitar lo que no tienen. No obstante, siendo la mira inmediata del proletariado la conquista del Poder político, su exaltación a clase nacional, a nación, es evidente que también en él reside un sentido nacional, aunque ese sentido no coincida ni mucho menos con el de la burguesía.

      Ya el propio desarrollo de la burguesía, el librecambio, el mercado mundial, la uniformidad reinante en la producción industrial, con las condiciones de vida que engendra, se encargan de borrar más y más las diferencias y antagonismos nacionales.

      El triunfo del proletariado acabará de hacerlos desaparecer. La acción conjunta de los proletarios, a lo menos en las naciones civilizadas, es una de las condiciones primordiales de su emancipación. En la medida y a la par que vaya desapareciendo la explotación de unos individuos por otros, desaparecerá también la explotación de unas naciones por otras.

      Con el antagonismo de las clases en el seno de cada nación, se borrará la hostilidad de las naciones entre sí.

      Más allá de la polémica que significa con el anarquismo lo de "la mira inmediata del proletariado [es] la conquista del Poder político"* y de la burrada de que el mismo capitalismo librecambista se encargaría de "borrar más y más las diferencias y antagonismos nacionales", me interesa rescatar que desde esta perspectiva la existencia de las naciones no es un hecho regresivo por sí mismo, y que el contenido revolucionario del inter-nacionalismo proletario no es sólo la abolición de la explotación del hombre por el hombre, sino la abolición de la explotación de unas naciones por otras. Esto significa la crítica y el enfrentamiento a todas las formas de nacionalismo burgués, pero no significa la negación de la nacionalidad.

      Sin el elemento estatal, las relaciones entre las naciones autónomas pueden conformar una verdadera fraternidad humana mundial donde sea reivindicado tanto lo genérico como lo particular. Por sí mismas, las diferencias no generan división y hostilidad. Lo que genera división y hostilidad es ver las diferencias como algo malo, la particularidad del otro como la negación de mi particularidad.

      Abolir el Estado es abolir la nación burguesa. Pero eso no tiene el efecto de abolir todas las nacionalidades, todo lo contrario: tiene el efecto de permitir el libre desarrollo de estas nacionalidades, libre desarrollo actualmente abortado por los Estados que, en la mayoría de los territorios, imponen una nacionalidad artificial por encima de la vida pluri-nacional realmente existente.

      * Poder político que en ese entonces Marx concebía en términos concretos de manera demasiado estatista. Después de la Comuna de París la concepción marxiana de poder político proletario se tornaría explícitamente anti-estatista.

      5)
      A medida que desarrolla su conciencia de clase, el proletariado comprende esta desposesión y que su patria -si se quiere utilizar este concepto- no podrá nunca ser suya más que mediante la supresión de la sociedad de clases. La revolución proletaria es, entonces, en el plano nacional, la conquista de la patria y la transformación de la comunidad nacional de acuerdo con las nuevas relaciones sociales comunistas.
      Mi pregunta es: ¿no guarda esto ninguna relación con la teoría del socialismo en un sólo país? ¿No es contradictorio?

      Y yo te pregunto: ¿la sociedad de clases puede suprimirse en un solo país?

      Cuando se habla de en el plano nacional no es una referencia geográfica. Cuando se dice que en el plano nacional, la revolución proletaria es la conquista de la patria, es similar a decir que, en el plano político, la revolución proletaria es la conquista de la democracia.

      6) En cuanto al declive del capitalismo desde los 70, voy a postearlo en un tópico aparte.

      7) Definición de cultura. Hay muchísimas. Etimológicamente la palabra viene de cultivar, y por eso existen los vocablos de agricultura, etc. Pero hay varias acepciones para el término (resumo la muy completa entrada de Wikipedia, http://es.wikipedia.org/wiki/Cultura)

      a) Cultura como actividad de cultivación del espíritu (mente, sensibilidad). Alguien que "es culto" es alguien que cultiva su mente, alguien con muchos conocimientos.
      b) Cultura como conjunto de los conocimientos y saberes acumulados por la humanidad a lo largo de su historia.
      c) Cultura como sinónimo de civilización.
      d) Cultura como costumbres refinadas (civilizadas). Alguien que "tiene cultura" es alguien refinado según ciertas pautas civilizatorias.
      e) Cultura como el conjunto de todas las costumbres, prácticas, códigos, normas y reglas de la manera de ser, vestimenta, religión, rituales, normas de comportamiento y sistemas de creencias.
      f) En mi opinión, la cultura es el aspecto subjetivo de una formación económico-social, y como tal su base efectiva no son unos valores o ideas separadas, sino los individuos reales y las relaciones reales que establecen entre ellos. Considero cultura como subjetividad colectiva (humana o genérica, de una comunidad nacional o étnica, o de una clase social o un subgrupo) que, aunque no desprovista de ideología (diferencia entre lo que esta subjetividad efectivamente es y lo que ella piensa que es) no es el "reflejo" de las relaciones de producción, y tiene una interacción viva con ellas. Aunque una cultura no pueda salirse del contenido de las relaciones de producción, sí puede influir en su forma.

      Cool No me consta la posición contraria a la autodeterminación de los pueblos originarios en el texto. De lo que habla es de no tomar una posición a favor o en contra de apoyar el reclamo de autodeterminación independientemente del contenido social de ese reclamo.

      9) Sobre el origen y la existencia de las naciones. Éste ha sido uno de los temas más intrincados que he encontrado en debates sobre esta cuestión. Porque uno de los argumentos de quienes identifican inter-nacionalismo con anti-nacionalismo es que o las naciones no existen o que éstas surgieron con los Estados y serán abolidas con los Estados.

      Por otra parte, éste argumento puede venir por el hecho de considerar que las naciones dentro del comunismo serán las mismas que dentro del capitalismo. O sea, que los obreros franceses crearán una comunidad nacional francesa sobre el mismo territorio que el Estado francés, por ejemplo. Pero la realidad del capitalismo es que la mayoría de los Estados impone una comunidad nacional uniforme cuando la realidad histórica es una diversidad plurinacional en sus territorios. Y esto no sólo en el caso del Estado español con el independentismo catalán, gallego, vazco, canario y andaluz (por nombrar los más conocidos), también en Francia hay independentistas bretones. Y la realidad del comunismo será la libre federación de los individuos en base a identidades sociales construidas desde la vida cotidiana y no desde "arriba":

      La revolución que le permita [al proletariado] liberarse tiene, por tanto, que ser una revolución radical y universal, un proceso de autoliberación total de los individuos que implica, como forma, la supresión de la sociedad de clases y del Estado: el comunismo. En cuanto este régimen social significa el establecimiento de una forma de comunidad en la que la libertad de cada un@ es la condición de la libertad de tod@s, incluye ya la realización más plena de la libertad de todos los individuos para vivir conforme a sus particularidades culturales y de carácter, y para conformar, siguiendo ese mismo principio, sus propias estructuras sociales en todos los planos. Por eso, la libertad nacional de l@s proletari@s constituye una parte esencial del comunismo y, por tanto, también del internacionalismo comunista.

      Saludos.
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      Post  luxemburguista Wed Jul 09, 2008 11:13 am

      Una respuesta breve sólo sobre dos cuestiones y, si me lo permites, con el resto sigo el domingo, para así poder terminar la "digitalización" de la acumulación y otras cuestiones.

      La primera cuestión es sobre lo "cerrado" y vuestra posición. Para mí es cerrado en el sentido que te he comentado, que no es prioritario dada la enorme cantidad de tareas y que es algo sobre lo que tengo una posición definida. Y vuestras posiciones, todas, erradas o no, están hechas desde el comunismo. Siendo muy claro, ya que esto lo leen otros, no es lo mismo que me hable de nacionalismo un militante bolchevique u otro de la izquierda abertxale a que lo hagais vosotros. Como poco os mereceis que me pare a leer vuestras opiniones, a reflexionar y que os conceda el "benefico de la duda". La empatía en mi opinión es una gran virtud muy poco empleada.

      Sobre lo del socialismo en un sólo país, claro que la revolución tiene que ser mundial y las diferencias clasistas no pueden ser abolidas en un sólo país. Vosotros lo decís. Por eso me resulta contradictorio el argumento que cité, vinculado además como he expuesto a las posibilidades tácticas. Ojo. Que os subrayo lo que en mi opinión podría ser una contradicción, pero que ni tiene necesariamente que serlo en vuestro razonamiento (podría ser algo que no queda lo suficientemente claro) ni mucho menos implica que esteis defendiendo las tesis de Stalin y sus muchachos para justificar su posición (unas tesis que en mi opinión hunden sus raíces en la praxis oportunista de Lenin).

      SALUD

      PD: Estoy de acuerdo en que tratemos el otro aspecto separadamente.
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      Post  ricardo fuego Wed Jul 09, 2008 3:02 pm

      Te vuelvo agradecer por lo del primer punto. Originalmente posteé este texto con la idea de que sería leído más tarde por su extensión (y por las tareas que ya sabía que estabas haciendo), asi que entiendo si estás ocupado y de ninguna manera quiero conminarte a que des una respuesta inmediata.

      En cuanto a la contradicción que sigues viendo entre lo que citaste (que había sido una cita incompleta) y la revolución mundial. Repito que cuando se habla de "plano nacional" no se refiere a una cuestión geográfica.

      A medida que desarrolla su conciencia de clase, el proletariado comprende esta desposesión y que su patria -si se quiere utilizar este concepto- no podrá nunca ser suya más que mediante la supresión de la sociedad de clases. La revolución proletaria es, entonces, en el plano nacional, la conquista de la patria y la transformación de la comunidad nacional de acuerdo con las nuevas relaciones sociales comunistas.

      Así como en el plano político la revolución proletaria es la conquista de la democracia, en el plano nacional la revolución proletaria es la conquista de la patria. O sea, cuando se habla de que los proletarios no tenemos patria y que conforme desarrollamos nuestra conciencia nos damos cuenta de esa desposesión, no nos estamos refiriendo a que no tenemos una bandera o un Estado, sino que no tenemos una comunidad nacional propia, "tenemos" la que nos impone la burguesía.

      Esto quiere decir que si, por poner un ejemplo, Cataluña se independizara como república burguesa separada del Estado español, los proletarios catalanes seguirían sin tener su comunidad nacional propia, su propia patria. Sería la patria de la burguesía catalana.
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      Post  mondialiste Thu Jul 10, 2008 12:34 am

      mi patria es el mundo
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      Post  ricardo Thu Jul 10, 2008 8:23 am

      Ajá.
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      Post  lucien Thu Jul 10, 2008 10:18 am

      la mía es la clase obrera.(¿en qué caso una independencia nacional es mejor para ella?)
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      Post  luxemburguista Thu Jul 10, 2008 10:34 am

      Vale. Pero: ¿podemos debatir y no sólo hacer "declaraciones grandilocuentes"?

      Puede que no estemos de acuerdo, puede que los debates no tengan más remedio que tener tonos "elevados". Pero se puede debatir. O no hacerlo. Eso es cosa de cada cual.

      Lo que para mí está claro es que la realidad es lo suficientemente compleja, y nosotros los humanos también, como para que todos nos planteemos al menos quien es el que plantea una cuestión y las causas o razones que pueden llevarle a plantearla. Se llama empatía.

      Por cierto, creo recordar que fue cierta señora la que dijo una vez:

      La libertad es siempre y exclusivamente libertad para el que piensa de manera diferente.
      SALUD
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      Post  mondialiste Thu Jul 10, 2008 10:36 am

      Otro punto. ¿Dónde es la patría dos ciudadanos del Estado espanol que non son catalános, gallegos, vazcos, canarios, andaluzos, etc?
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      Post  luxemburguista Thu Jul 10, 2008 11:45 am

      Sobre el tema de las "nacionalidades" en españa, iba a intentar plantear una visión distinta a la del CICA el domingo. Pero en fin, dado que voy más lento de lo que pensaba con la digitalización,..., la introduciré ahora.

      A mí me parece interesante este tema "hispano" no ya porque sea algo que se comenta mucho por estos lares, sino porque siempre me gustan más las cuestiones concretas. Será mi empirismo. Con el camarada JM hemos debatido en otro hilo sobre el conflicto vasco, pero más en el sentido de extraer conclusiones de las que nos interesan especialmente, pues los dos compartimos el mismo rechazo por los nacionalismos.

      Para situarse en el tema hay que considerar la peculiar evolución de la sociedad feudal y, sobre todo, de la transición del feudalismo al capitalismo, en estas tierras. Es curioso, pero donde primero se detectan episodios vinculados a la crisis bajomedieval y al inicio de la transición es en la Corona de Castilla en el siglo XIII. Y sin embargo, españa es uno de los estados que más tarde completa la transición, hasta el punto de que su completa industrialización no se produce hasta bien entrado el siglo XX.

      Hasta el siglo XIX, hablar de naciones o nacionalidades en españa es a-histórico e irreal. De hecho, hoy se recrea la historia para buscar justificaciones en el pasado (papel sempiterno de la historia). Pero son mistificaciones. Antes del XIX había pueblos, por supuesto, pero eran lo que hoy día denominaríamos localidades, no grupos de personas. El régimen señorial es incompatible con esas supuestas nacionalidades. Para que nos hagamos una idea, incluso en el caso de la actual Euskadi la búsqueda de una especie de pueblo vasco primitivo, prerromano, que tendría una continuidad hasta nuestros días, no es sino un mito (hasta el punto de que el hecho de que el euskera se hable en Euskadi desde antes de la presencia romana es algo que sólo defienden los lingüistas vascos).

      Por aquí ha pasado todo el mundo (hasta "el tato" se diría). Pero eso da igual. Lo relevante es que el el XIX el proceso industrializador sí se está desarrollando en dos zonas concretas hispanas: el pais vasco y cataluña. En el primer caso, las exportaciones de mineral de hierro permitieron cierta capitalización que se dedicará a altos hornos. En el segundo, una pléyade de pequeñas fábricas se dedican al textil (pero en manos de pocas firmas).

      Pero ese desarrollo industrial no genera una burguesía industrial que se haga con el poder. Todo lo contrario. Como extraordinariamente analizara Tuñón de Lara (y tras él lo mejorcito de la historiografía contemporánea sobre españa), en españa durante el siglo XIX se conforma lo que se denomina un "bloque dominante", integrado por distintas "burguesías" con distintos y contradictorios intereses a priori, en el que la hegemonía la ostentan grandes latifundistas, absentistas y rentistas, que controlan el poder del estado liberal que se está conformando y aplican las políticas que más benefician a sus intereses. Esos terratenientes no son propiamente una burguesía agraria, emprendedora y modernizadora del campo. Para nada. Son una mezcla de la antigua nobleza reconvertida y burgueses ricos que aprovecharon el proceso desamortizador para hacerse con extensas propiedades (lo que fijó capital al suelo, más que liberar capital para la industria).

      Esa hegemonía situó a los industriales vascos y catalanes en una posición muy difícil: por un lado compartían una serie de intereses con el resto del bloque dominante. Sobre todo en oposición al resto de la población. Por otro, las políticas proteccionistas y el peso de los intereses agrarios chocaban con el desarrollo de sus actividades. Al final, su posición y sus políticas debieron plegarse y adaptarse a las generales del bloque dominante, lo que supuso un enorme lastre, un proteccionismo causante de una industria obsoleta y con precios no competitivos, y lo que Nadal y otros autores (casi todos, y todos los mínimamente serios) denominan "fracaso del proceso industrializador en el XIX".

      En ese contexto, esas dos burguesías generaron sendas ideologías nacionalistas, así como partidos propios para defender sus intereses. El PNV aún existe, y su ideólogo, el racista Arana, sigue siendo considerado una preeminente figura ¿intelectual? por los nacionalistas vascos.

      En otros territorios se desarrollaron movimientos, de base regionalista, cultural (lingüística) y literaria, que para nada son comparables a los otros dos casos. El movimiento galego tiene algo de trascendencia (sobre todo lingüística, pero muy escasa si le la compara. En cuanto al andaluz y el valenciano (no hubo más, el nacionalismo canario, así como otros que hoy hay, son cosas muy, muy recientes). Y esos otros movimientos surgieron más por una atracción de las ideologías nacionalsitas en boga, como movimientos intelectuales, que por una cuestión material vinculada a la producción.

      Eso explica también la escasa fuerza del nacionalismo salvo en Euskadi y Cataluña. Que en Galicia hoy el BNG tenga cierta relevancia es anecdótico. Sólo tienen que fijarse en el movimiento andalucista, que creció y se hundió después.

      Cuestión distinta es el federalismo republicano, que es otra tendencia observable en el XIX y que perduró en cierta medida en el XX. Su combinación con el regionalismo galego dio lugar al desarrollo estatutario autonómico durante la II República. Y en el caso catalán, la Esquerra Republicana fue un pilar clave de la república burguesa. El nacionalismo vasco siguió una trayectoria distinta, aunque también se vinculó a la lucha contra el alzamiento fascista.

      Antes del XIX, "españa" seguía siendo un complejo mosaico de coronas, reinos, señoríos (los territoriales se abolieron con enormes dificultades en el XIX),... Todavía hoy las delimitaciones que trata de geberar el nacionalismo son muy difusas. Algunos casos son de auténtico chiste, como donde yo vivo, Castilla-La Mancha, una creación sin pies ni cabeza al calor de la Constitución del 78 (y no es el único caso). La "transición" tuvo esas cosas.
      Sí es cierto que ante ciertas situaciones, todas las comunidades autónomas se lanzan a cierto nacionalismo. Pero es más competencia que otra cosa. La máxima es: "si alguien tiene algo, yo también lo quiero". Sin siquiera plantearse las consecuencias o la realidad del mundo actual.

      Lo más cachondo es que los movimientos populares del XIX (y en el XX se observan "continuidades") apenas si fueron nacionalistas. Espontáneamente respondían a la situación y las formas organizativas antiguas. Así se observa en el movimiento juntista, clave en el desarrollo político, y en el cantonalismo. Y eso explica también el importante desarrollo del anarquismo en estas tierras.

      Vuelvo a decir lo que ya dije: es legítimo plantear formas de articulación territorial y social vinculadas a aspectos que algunos pueden denominar "nacionalistas". Yo no estaré de acuerdo pero tengo que admitir que se propongan, se estudie su viabilidad,... Pero es una mistificación justificar esas propuestas en una supuesta historia que para nada fue así. Yo creo que es preferible situar las propuestas en el plano de las formas organizativas simplemente, igual que se puede hablar de consejos, de comunas, de asambleas, de sindicatos, de asociaciones, o de cualquier otra forma.

      SALUD

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