Todas las condiciones objetivas para la revolución señaladas por Lenin están maduras en Irán. Los acontecimientos de los últimos días marcan el principio de la revolución iraní, que se desarrollará durante todo un período. Esto se debe a la ausencia de un partido revolucionario de masas capaz de dirigir a las masas hoy. Pero las condiciones para construir esta fuerza también están maduras. Los trabajadores y jóvenes de Irán buscarán las genuinas ideas del socialismo revolucionario, del marxismo.
Ayer escribía que la revolución iraní ha comenzado. ¿En qué sentido es verdad? Lenin explicaba las condiciones para una situación revolucionaria: primero que la clase dominante debe estar dividida e incapaz de gobernar con los mismos métodos que antes. Esta condición está claramente presente en Irán. En segundo lugar, la clase media debe estar vacilante entre la revolución y la contrarrevolución. Ese es el caso ahora en Irán, donde sectores decisivos de la clase media se han posicionado al lado de la revolución y se están manifestando en las calles. Tercero, los trabajadores deben estar preparados para luchar. Ha habido una creciente oleada de huelgas en Irán incluso antes de las elecciones.
Sólo está ausente la última condición: la presencia de un partido y dirección revolucionarios, como el Partido Bolchevique en 1917. La presencia de este partido daría al movimiento de masas la dirección y organización que necesita para el éxito. Significaría una victoria rápida y relativamente pacífica. En ausencia de tal partido, la revolución se desarrollará a lo largo de un período más prolongado de meses, probablemente años, con alzas y bajas.
Una revolución no es el único acto de un drama. En 1917 la revolución se desarrolló a lo largo de un período de nueve meses. En este período hubo momentos de tremendo empuje, como en febrero, pero también hubo períodos de cansancio, derrotas e incluso reacción, como el período que siguió a las Jornadas de Julio. Desde julio hasta finales de agosto hubo un período de reacción en el cual los bolcheviques pasaron a la clandestinidad, su prensa quedó destruida, Trotsky estaba en prisión y Lenin tuvo que huir a Finlandia.
La revolución española, que probablemente es la mejor guía para lo que sucederá en Irán, comenzó con el derrocamiento de la monarquía (fruto de las elecciones municipales) en abril de 1931. Esto abrió un período de revolución que duró siete años, con alzas y bajas, hasta la derrota de los trabajadores en las Jornadas de Mayo de 1937 en Barcelona. En este período de siete años tuvimos el llamado Bienio Negro, que siguió a la derrota de la Comuna Asturiana de 1934 y duró lasta la elección del Frente Popular en 1936.
En ausencia de un partido revolucionario de masas, la revolución iraní, como la revolución española, se puede prolongar durante varios años y se caracterizará por un carácter turbulento y convulsivo, el ascenso y la caída de diferentes gobiernos, líderes y partidos, antes de finalmente plantearse la cuestión del poder. Pero los acontecimientos que se desarrollan ante nuestros ojos marcan un cambio fundamental en toda la situación. El genio ha salido de la botella en la que llevaba tres décadas encerrado. Y será imposible obligarse a entrar de nuevo en prisión.
Muchos observadores han expresado sorpresa ante un movimiento que parece caer de un cielo azul. Pero en realidad esta explosión lleva mucho tiempo preparándose. La furia de la población refleja todas las frustraciones y rabia acumulada durante las últimas tres décadas. También refleja el deterioro de la situación económica y la caída de los niveles de vida. La economía fue la cuestión central en la campaña electoral y sigue en el punto central de las preocupaciones de la mayoría de los iraníes, después de cuatro años de grandes aumentos de la inflación y del desempleo.
Aunque con Ahmadinejad los sectores más pobres de la sociedad se han beneficio del dinero que ha entrado por los ingresos petroleros de Irán, muchos otros se quejan de que el aumento de la liquidez ha doblado o triplicado los precios. El parlamento ha bloqueado la reducción de subsidios y eso ha alimentado más la inflación, que ya está en aproximadamente un 24 por ciento. Pero la crisis económica significa recortes y austeridad, Shamsoddin Hosseini, ministro de economía, dijo ayer que la privatización de las empresas estatales se realizaría en el "marco" de la próxima política económica de Irán.
Esto en parte explica el carácter combativo de un movimiento de oposición furioso y decidido, que ha encontrado un símbolo improbable en un hombre de 68 años de edad, Mir-Hossein Mousavi, que anteriormente formaba parte del establishment iraní, y todavía lo es. Cuando la población comienza a perder el miedo y está dispuesta a desafiar las armas de la policía en un país como Irán, ese es el principio del fin. Este maravilloso movimiento de masas en aún más increíble cuando se ve que está desorganizado y sin dirección.
El heroísmo de las masas
El factor decisivo ha sido la reciente irrupción de las masas en la escena de la historia. El tremendo heroísmo de las masas se puede ver en la inmensa manifestación de ayer, desafiando las advertencias del régimen que amenazó con recibirla con balas. Al menos un millón de manifestantes ignoraron estas amenazas, las armas y el derramamiento de sangre para exigir libertad en Irán. Ayer murieron ocho personas y un número desconocido resultaron heridas. Y este movimiento todavía sigue sin disminuir.
Robert Fisk, uno de los mejores periodistas británicos, presenció lo que califica como el día del destino de Irán y envió un reportaje intenso de lo que sucedió:
"Un millón de personas marcharon desde la plaza Engelob hasta la plaza Azadi, desde la Plaza de la Revolución a la Plaza de la Libertad, ante los ojos de la brutal policía antidisturbios de Teherán. Las multitudes cantaban y gritaban, reían y denostaban a su ‘presidente' como ‘polvo'. Un estudiante hacía un chiste: ‘¡Ahmadinejad nos llamó polvo y se lo demostraremos con una tormenta de arena!'".
Fisk continúa:
"Desde la revolución iraní de 1979 las masas no se habían reunido en tal número o con tal arrolladora popularidad en los bulevares de esta tórrida y desesperada ciudad. Daban empellones, empujaban y se amontonaban a través de los estrechos callejones hasta llegar a la autopista principal y después se encontraron con la policía antidisturbios con cascos de acero y porras a cada lado. La población ignoró todo. Y los policías, horriblemente superados por estas decenas de miles, reían tímidamente y, para nuestro asombro, decían que sí con la cabeza a los hombres y mujeres que exigían libertad. ¿Quién podía creer que el gobierno había prohibido esta manifestación?"
Aquí vemos la verdadera cara de la revolución. Las masas se encontraron con la temida policía antidisturbios y simplemente les ignoraron. La policía, se encontró con un movimiento masivo, vacila, y le da paso, "sonriendo tímidamente" y diciendo que sí con la cabeza. Este incidente es una repetición casi exacta de lo que Trotsky describe en su Historia de la Revolución Rusa:
"Después de la reunión mañanera, los obreros de la fábrica de Erickson, una de las más avanzadas de la barriada de Viborg, se dirigieron en masa, con un contingente de unos 2.500 hombres, a la avenida de Sampsonievski, y en una calle estrecha tropezaron con los cosacos. Los primeros que hendieron en la multitud, abriéndose paso con el pecho de los caballos, fueron los oficiales. Tras ellos venían los cosacos galopando a toda la anchura de la avenida. ¡Momento decisivo! Pero los jinetes se deslizaron cautamente como una larga cinta por la brecha abierta por los oficiales. ‘Algunos -recuerda Kajurov- se sonreían, y uno de ellos guiñó el ojo maliciosamente a los obreros'. Aquella guiñada del cosaco tenía su porqué. Los obreros recibieron valientemente, aunque sin hostilidad, a los cosacos, y les contagiaron un poco de su valentía. Pese a las nuevas tentativas de los oficiales, los cosacos, sin infringir abiertamente la disciplina, no disolvieron por la fuerza a la multitud y, renunciando a dispersar a los obreros, apostaron a los jinetes a lo ancho de la calle para impedir que los manifestantes pasaran al centro. Pero tampoco esto sirvió de nada. Los cosacos montaban la guardia en sus puestos con todas las de la ley, pero no impedían que los obreros se deslizaran por entre los caballos. La revolución no escoge arbitrariamente sus caminos. Daba sus primeros pasos hacia la victoria bajo los vientres de los caballos de los cosacos. ¡Interesante episodio!".
La valentía de los manifestantes iraníes fue más impresionante porque muchos ya habían aprendido de los salvajes asesinatos de cinco iraníes en el campus de la Universidad de Teherán, cerrado a punta de pistola por los milicianos Basiji. Fisk describe la escena:
"Cuando llegué a las puertas del colegio ayer por la mañana, muchos estudiantes estaban llorando detrás de la cerca de hierro del campus, gritando ‘masacre' y lanzando trapos negros a través de la malla. Eso fue cuando la policía antidisturbios regresó y cargó en el terreno de la universidad una vez más".
Y de nuevo Fisk:
"En algunas ocasiones, el desfile de la victoria de Mousavi amenazó con quedar aplastado en medio de muros de hombres y mujeres cantando. Se hundía en las alcantarillas y tropezaban con árboles rotos e intentaban mantener el paso de su vehículo, enormes serpentinas de lino verde en cadena frente al vehículo de su líder político. Cantaban al unísono, una y otra vez, las mismas palabras: ‘Tanques, armas, Basiji, ahora no tenéis efecto'. Cuando los helicópteros del gobierno sobrevolaban la zona, estos miles miraban hacia arriba y aullaban sobre el estruendo de las hélices: ‘¿Dónde está mi voto?' Las frases hechas que en estos días titánicos llegan fácilmente, pero era un momento verdaderamente histórico".
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