Me llama la atención, camaradas, el desacuerdo y el tono tan ligero e insutancial con que en la pp. 349-350 de la biografia debida a Frölich este "despacha" la critica que hace Rosa en su obra
de la politica bolchevique en el terreno de las nacionalidades, ahí dice textualmente (copio de un ejemplar de la misma edición que linkeas, Akhenatón que obra en mi poder:
Conozco poco la biografia del propio Frölich, aún así, me pregunto ¿es posible tanta memez? ¿tanta ligereza y tan gravemente contradictoria con lo escrito por Rosa a ese respecto en la obra glosada (lo cito abajo) ¿es posible que en el original en alemán escribiera Frölich semejante pamplina?
Rosa Luxemburgo. La Revolución Rusa (fragmento)
La cuestión de las nacionalidades
El hecho de que la derrota militar se haya transformado en la quiebra y la disgregación de Rusia, en parte culpa de los bolcheviques. Ellos contribuyeron a agravar desmesuradamente las dificultades objetivas de la situación a través de una consigna, que elevaron a primer plano de su política: el llamado derecho de autodeterminación nacional, o lo que en realidad se esconde detrás de esta consigna. la disgregación estatal de Rusia. La fórmula siempre reiterada, con una obstinación doctrinaria, del derecho de las distintas nacionalidades del Imperio ruso a determinar autónomamente su propio destino "comprendida la separación estatal de Rusia", fue el grito de batalla de Lenin y sus compañeros durante su oposición ala imperialismo tanto de Miliukov como de Kerensky, constituyo el eje de su política interna después de la Revolución de Octubre y la plataforma de los bolcheviques en Brest-Litovsky: el único arma que tenían para contraponer a la posición de fuerza del imperialismo alemán.
En la obstinación y rigurosa coherencia, con que Lenin y sus compañeros se mantuvieron en esta consigna, lo que sorprende es que está en contradicción tanto con su tan proclamado centralismo como también con el comportamiento que asumieron frente a otros principios democráticos. Mientras demostraban un frío desprecio frente a la asamblea constituyente, el sufragio universal, la libertad de prensa y reunión, en síntesis, frente a todo el aparato de de las libertades democráticas fundamentales de las masas populares, que en su conjunto constituían el "derecho de autodeterminación" para toda Rusia, consideraban el derecho de autodeterminación de las naciones como la niña de los ojos de la política democrática, por amor a la cual todos los puntos de vista prácticos de la crítica realista deben ser silenciados. Mientras no se habían dejado someter , en modo alguno, por la votación popular de la Asamblea constituyente rusa, una votación popular sobre la base del derecho electoral mas democrático del mundo y en la plena libertad de una república popular, y mientras que, por consideraciones críticas bastante frías, declararon nulos los resultados, en Brest-Litovsky propugnaron el referéndum sobre la pertenencia estatal de las nacionalidades no rusas del Imperio como la verdadera panacea de toda libertad y democracia, genuina quintaesencia de la voluntad de los pueblos, y como la suprema instancia que debía decidir en las cuestiones del destino político de los pueblos y de las naciones.
Esta flagrante contradicción es tanto mas incomprensible, a propósito de las formas democráticas de la vida política de cada país, puesto que, como veremos mas adelante, se trata efectivamente de fundamentos en extremo válidos, y hasta diría indispensables de la política socialista, en tanto que el famoso "derecho de autodeterminación nacional" no es sino una vacua fraseología y charlatanería pequeño burguesa.
En efecto, ¿que debería significar tal derecho? Uno de los elementos del ABC de la política socialista es combatir todo tipo de opresión y, por tanto, también la opresión de una nación por otra.
Sí, a pesar de ello, políticos por lo general tan fríos y tan críticos como Lenín, Trotsky y sus amigos, refractarios a todo tipo de fraseología utópica, como el desarme, la Sociedad de las Naciones, etc., y ante las cuales se encogen irónicamente de hombros, han hecho de un "slogan" vacío del mismo calibre que los anteriores, su caballo de batalla, esto es debido, en nuestra opinión, a una forma de oportunismo político. Lenín y sus compañeros calcularon evidentemente que no existía medio mas seguro para vincular las variadas nacionalidades extranjeras a la causa de la revolución, a la causa del proletariado socialista, que garantizarles, en nombre de la revolución y del socialismo, la más ilimitada y extrema libertad de disponer de sus propios destinos. En este punto, se vuelve a presentar una actitud análoga a la política bolchevique con respecto a los campesinos rusos, cuya hambre de tierra fue satisfecha por la consigna de la ocupación directa de los dominios aristócratas y que así habían sido vinculados a la bandera de la revolución del gobierno proletario. En ambos casos, sin embargo, sus cálculos se demostraron absolutamente errados. Lenín y sus amigos, en cuánto propugnadores de la libertad hasta la "separación estatal", esperaban evidentemente que Finlandia, Ucrania, Polonia, Lituania, Países Bálticos, Caucasia, etc., se convirtieran en otros tantos aliados fieles de la Revolución Rusa; pero, por el contrario, hemos asistidos al espectáculo de ver cómo, una después de otra, estas "nacionalidades" utilizaron la libertad, apenas obtenida en donación, para aliarse, como enemigos mortales de la Revolución Rusa, con el imperialismo alemán y, bajo su protección, llevaron la bandera de contrarrevolución a la misma Rusia. El entreacto con Ucrania en Brest-Litovsky, que significó un cambio decisivo en aquellas tentativas y en toda la situación política interna y externa de los bolcheviques, constituye un ejemplo típico de esto. El comportamiento de Finlandia, Polonia, Lituania, Países Bálticos y las nacionalidades del Cáucaso, es la demostración más convincente de que no se trató de un episodio excepcional y casual, sino de un fenómenos típico.
Es cierto que en todos estos casos, fueron las clases burguesas las que desplegaron esta política reaccionaria y nos las "naciones"; fueron ellas las que, en abierta contradicción con las masas populares, hicieron del "derecho de autodeterminación" un instrumento de su política de clase contrarrevolucionaria. Pero - y aquí llegamos precisamente al punto crucial de la cuestión - la característica nacionalista está precisamente en su conversión (en la dura realidad de la sociedad de clases, particularmente en un momento de exasperación extrema en los conflictos) en un simple instrumento del dominio de clases burgués. Los bolcheviques debieron aprender a costa de ellos mismos y de la revolución que, bajo el dominio del capitalismo, no hay lugar para ninguna autodeterminación nacional, que en una sociedad clasista toda clase que forma parte de la nacionalidad desea "autodeterminarse" de manera distinta y que entre las clases burguesas los puntos de vista de la libertad nacional ceden completamente el lugar a los del dominio de clase. La burguesía finesa, al igual que la pequeña burguesía ucraniana, estaba perfectamente de acuerdo en preferir el despotismo alemán a la libertad nacional, sí esta última estaba ligada a los peligros del "bolchevismo".
La esperanza de cambiar estas relaciones de clase efectivas por sus contrarias mediante referéndum, alrededor de la cual giró todo en Brest-Litovsky, y de obtener, confiando en las masas populares revolucionarias, un voto de mayoría para la unión con la Revolución Rusa, si existía seriamente en Lenín y Trotsky, representó un optimismo inconcebible, y si era simplemente una finta táctica en el duelo con la política de fuerza alemana, significó jugar con fuego.
Aunque en los países periféricos se hubiera llegado al famoso referéndum, dada la mentalidad de las masas campesinas y de vastos estratos del proletariado todavía indiferentes, la tendencia reaccionaria de la pequeña burguesía para influir sobre la votación, muy posiblemente hubiera dado en todas partes un resultado muy poco alentador para los bolcheviques, aun sin la ocupación militar alemana
En estos asuntos de referéndum sobre la cuestión nacional puede admitirse, como una regla inviolable, que las clases dominantes donde no les convenga lo impedirán o, si lo realizan, sabrán influir sobre los resultados con todas las maniobras y trapisondas posibles, lo que hace que ningún socialismo sea introducible mediante votaciones populares.
El hecho de que la cuestión de las aspiraciones nacionales y de las tendencias separatistas haya sido lanzada en medio de las luchas revolucionarias, o mas aún, a través de la paz de Brest, colocada en un primer plano, y directamente elevada a consigna de la política socialista revolucionaria, ha provocado el mayor desconcierto en las filas socialistas y quebrantado la posición del proletariado precisamente en los países limítrofes. En Finlandia, el proletariado socialista, mientras combatió como parte de la falange revolucionaria de Rusia, llegó a conquistar una posición dominante; poseía la mayoría en la Dieta y en el ejército, había reducido a la completa impotencia a la burguesía y era dueño de la situación del país. A comienzos del siglo, cuándo todavía no habían sido inventadas las bufonadas del "nacionalismo ucraniano" con las Rabowentzen 15 y los Universales 16, y el prejuicio de Lenin de una "Ucrania autónoma"17, la Ucrania rusa era el bastión del movimiento revolucionario ruso. De aquí, de Rostov, de Odesa, del Territorio del Donetz afluyeron las primeras corrientes de lava de la revolución (ya en 1902-04) y cubrieron a toda Rusia meridional en un mar de llamas, preparando la explosión de 1905. El mismo fenómeno se repitió en ocasión de la revolución actual, en la que el proletariado de Rusia meridional suministró las tropas de élite de la falange proletaria. Polonia y la Países Bálticos fueron, a partir de 1905. los focos revolucionarios mas fuertes y seguros, y el proletariado socialista desempeñó en ellos un papel prominente.
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