Diagonal publicó ayer un texto de Raúl Zibechi que puede leerse en el siguiente enlace: La
crisis europea en el espejo de la experiencia latinoamericana
El análisis que realiza sobre los procesos de lucha en Latinoamérica, vinculándolos-comparándolos con la situación existente en Europa ahora, me parece muy interesante. Especialmente varios aspectos:
1. Cómo las luchas más intensas se produjeron en América Latina por necesidad material, ante la imposibilidad de negar la evidencia del desastre y por aquellos que en primer término no podían negarlo porque a ellos les afectaba directamente. Esto vuelve a demostrar (como en todos los procesos de luchas reales) la vigencia y corrección del materialismo frente a cualquier posición teórica que prime la necesidad de una consciencia previa a las luchas. Frente a cualquier kautskysmo, pues de ahí proceden quienes afirman que la consciencia es previa a la lucha, incluido el señor ése que desde "la única organización socialista del mundo" trata de enredar a varios por aquí con tergiversaciones y acusaciones varias, en un vano intento por "pescar" (a todo esto, no entreis en el debate sobre la "sociedad de transición", que no es lo que habeis formulado desde la RLI, y que es otra trampa que os tiende).
2. Cómo los sujetos principales de las luchas fueron quienes perdían lo conquistado anteriormente. Esto nos podría retrotraer al viejo debate sobre el eslabón más fuerte y el eslabón más débil. Un debate que en mi opinión no debe hacerse "por países", sino por "grupos sociales" concretos (segmentos), pues haciéndolo así uno visualiza quienes son los protagonistas reales. Entonces, la teoría del eslabón más débil, si de formulaciones y luchas por el socialismo hablamos, muestra su inadecuación con la realidad, como ya demostraron los teóricos del operaismo en-tras las luchas de los 70 en Italia. Entender correctamente esto, incluyendo el proceso de proletarización de los aún no proletarios, me parece fundamental para las organizaciones de izquierda, para evitar confusionismos que conducen inevitablemente a separarse de esos segmentos más combativos (con concecuencias muy nefastas) y apoyar por contra a movimientos y segmentos institucionalizados, lumpen y/o de carácter reaccionario.
3. La reivindicación de las movilizaciones previas, del acervo revolucionario. No se trata sólo de que sirva de referente o de experiencia, en mi opinión, sino de algo que apunta el RZ pero sobre lo que creo se debe ir más lejos, especialmente si lo combinamos con la incontestabilidad de otro argumento que aporta (que las movilizaciones se realizaron por fuera de las organizaciones obreras tradicionales o consolidadas). RZ dice textualmente:
Aunque en Europa hay más institucionalización que en América latina, lo que complica por cierto la acción directa, también es verdad que hay mucho más espacios para la disidencia de todo tipo
Esos espacios de disidencia son también producto de esas luchas anteriores. Y no se expresan sólo en la adquisición de consciencia, en la entrada de activistas en la arena reivindicativa o de lucha. Tampoco se expresan sólo en el cuestionamiento de las viejas estructuras, o en el análisis de ls insuficiencias tanto del sistema como de las alternativas formuladas. Esos espacios son tambíén las formas organizativas que la sociedad civil adopta, las herramientas que para expresar sus luchas crea. Unas herramientas que son muchas más que las previas a los movimientos del 68 y a la
crisis del 73 (de cuya interacción yo arrancaría para analizar los movimientos sociales actuales).
Por último, quisiera matizar uno de los primeros aspectos que menciona RZ, refiriédose a 2 opiniones, la de Cayo Lara y la de Miren E., sobre las movilizaciones en España. Como tantas veces pasa, los "políticos" pasan olímpicamente de la estadística y miden las cosas en función sólo de la funcionalidad a sus discursos, de la justificación de sus análisis y, sobre todo, de sus praxis. Es totalmente falso que en España no haya más movilización o lucha que antes de la
crisis. Es una simple cuestión de número de huelgas y movilizaciones, algo cuantificable y medible, y que la propia patronal reconoce que le preocupa. El problema no está en la ausencia de movilización. Puede que sea necesario para que aumenten su radicalidad que la situación material empeore aún más. Y/o puede que esté en el carácter "desintegrado" de esas movilizaciones, en su dispersión y no confluencia. Vale. Pero ahí quienes contribuyen a esa dispersión, por acción u omisión, deberían o realizar autocrítica y cambiar, o ser considerados obstáculos.
No voy a criticar al Seminari Taifa, cuya actividad sigo, respeto y considero importantísima (sus informes son de lo mejor que se hace últimamente por estos lares, y lectura obligada para cualquiera que quiera conocer la realidad española). Eso sí: una cosa es el análisis, y otra bien distinta la praxis política (sólo teneis que ver la proliferación de revistas de análisis). Pero lo del líder del "ihundimiento" es inaceptable. ¿Cómo mide el pelele del PC y del P$E la movilización? ¿Por los votos que los suyos reciben o esperan recibir? ¿Por el seguimiento de sus actos publicitarios (y de las chorradas que propugnan) en los telediarios por obra y gracia de la cortesía sociata? ¿Por la asistencia a esas charlitas en las que Anguita se disfraza de Azaña para afirmar que con un cambio de bandera lo arreglamos todo? ¿Por los cortejos de IHu en las escenificaciones de los lacayos CC.OO.-UGT? ¿Por el asco que da a tantos activistas su actitud servil respecto del P$E en tantos ayuntamientos?
La cuestión está en analizar esas movilizaciones tal como son, no conforme a parámetros o arcaicos o interesados. Lo que debiera "maravillarnos" es que, dado el estado de la izquierda por estos lares, las movilizaciones sí sean más. Eso nos llevaría a comprobar la verdad de lo que dice RZ:
Cada ciclo de protesta nace en los márgenes y a contrapelo de lo existente. Y las organizaciones creadas al calor de cada ciclo suelen convertirse en peso muerto para el siguiente.
Algo que yo extiendo mucho más allá de los sindicatos. Y algo que RL ya comprobó en su análisis del proceso revolucionario en Rusia en 1905, contrastándolo con lo que acontecía en la "organizadita" Alemania.
SALUD
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