Por: Unión Por el Comunismo
EN PALESTINA, EN EL MEDIO ORIENTE: LA BARBARIE TENDRÁ FIN CON LA REVOLUCIÓN SOCIAL
El Estado israelí bombardea a la población palestina y ha lanzado contra ella una ofensiva terrestre mortífera. Las víctimas se cuentan por centenares. La desproporción de las fuerzas es evidente en esta nueva tentativa de masacre en la que un Estado colonial súper armado, disponiendo del apoyo de las grandes potencias, se enfrenta a la población de Gaza recluida en una verdadera prisión a cielo abierto sometida al bloqueo.
Mientras los palestinos se niegan a bajar la cabeza, las voces se elevan en todo el mundo para exigir el cese inmediato de los bombardeos y la retirada de las tropas de la Franja de Gaza. Estas voces se hacen escuchar entre la propia población israelí.
Para detener el derramamiento de sangre, estas movilizaciones son necesarias, pero no son suficientes. El problema es político: la experiencia de los últimos cincuenta años es una prueba suficiente de que toda "paz" que no se funda sobre el fin de la estructuras de opresión social y colonial no hace más que preparar nuevas masacres. Mas las fuerzas políticas que dominan las sociedades israelíes y palestinas no tienen la voluntad, ni los medios, de imponer dicha paz.
Más que buscar la convivencia, desde la fundación de Israel los dirigentes israelíes tienen alzados a los israelíes contra los palestinos y los pueblos vecinos. Los judíos, hijos de los emigrados que huían de la persecución y las políticas de inmigración de todas las grandes potencias que les negaron la entrada después de la guerra, han sido empujados contra los árabes, expulsados de sus hogares y aldeas en 1948. Debido a que necesitaban el sostén de las grandes potencias occidentales, los líderes israelíes se han convertido en sus auxiliares y han bloqueado a la población que decían defender, en este camino sin salida que consiste en ligar su suerte a la presencia de estas potencias en la región.
La aparición de una lucha nacional de los palestinos ha constituido un progreso innegable, planteando la cuestión del colonialismo. Pero, buscando el apoyo de estas mismas potencias occidentales y también de las burguesías árabes, la OLP de Yasser Arafat, quien dirigió esta lucha, contribuyó a colocar al pueblo palestino en un impasse. En los años 70, la lucha anticolonial de los palestinos se convirtió en un emblema para todos los trabajadores y los oprimidos del mundo árabe, que se convencieron de que la conquista de la libertad para los palestinos estaba estrechamente vinculada a la conquista de la libertad para todos los pueblos de la región. Pero la dirección nacionalista ha hecho una elección consciente en negarse a llevar la lucha al terreno de la revolución social, en la que los palestinos, cuyos campamentos estaban esparcidos por toda la región, se habían mostrado dispuestos a participar.
Después de las masacres del Septiembre Negro, en las que 5.000 palestinos fueron muertos, Arafat estrechó la mano del rey Hussein de Jordania –que había comandado la masacre– en esa conferencia de reconciliación mantenida en el nombre de una mítica fraternidad árabe que debía buscarse independientemente de las clases sociales. Es, en efecto, de modo externo a esta dirección nacionalista que a continuación se expresa con fuerza la lucha contra el dominio colonial, con la explosión proveniente de la base de la primera Intifada, a finales de los años 80. La cual fue finalmente canalizada.
La responsabilidad principal del aumento de las fuerzas reaccionarias más racistas que se han impuesto en los veinte años siguientes en las dos sociedades, recae sobre los dirigentes israelíes. Pero la política de aquellos que dirigieron la resistencia al colonialismo, y que comparten con los líderes israelíes la negativa a cuestionar el orden regional, la desigualdad social y la propiedad privada, también contribuyeron a este estado de cosas, debilitando políticamente con el tiempo a los palestinos, y al proletariado consciente y militante.
Desde entonces, cada "alto el fuego" temporal prepara nuevos baños de sangre y cualquier solución acorde con los intereses de los explotados, e incluso con los derechos nacionales palestinos, no puede emerger sobre la base de esta configuración política. Más allá de la urgencia, la solución no puede venir más que del renacimiento de una corriente comunista verdaderamente internacionalista, dispuesta a asumir la responsabilidad de una larga Intifada obrera y popular, de una movilización revolucionaria contra el colonialismo y por la igualdad social.
De hecho, no podrá haber menos que una revolución completa, trascendiendo las fronteras, para imponer: el derecho al retorno de los refugiados palestinos; el fin de la legislación colonial y racista israelí y del aparato militar que lo apoya; la caída de los regímenes opresivos árabes; el laicismo y la convivencia pacífica de los pueblos de toda la región. Esta revolución no puede ser más que social, y un eslabón necesario de la revolución mundial que nuestra clase se verá obligada, tarde o temprano, a emprender para hacer frente al infierno creciente del orden internacional capitalista. Esta perspectiva puede parecer lejana y difícil –pero es la única manera.•
(24 julio 2014, Unión por el Comunismo)
Versión al castellano: Felicitas Arias y Alberto a. Arias
http://unionpourlecommunisme.org/societe/en-palestine-au-proche-orient-barbarie-finira-revolution-sociale
http://unionpourlecommunisme.org/es/societe-es/en-palestina-en-el-medio-oriente-barbarie-tendra-fin-con-revolucion-social
EN PALESTINA, EN EL MEDIO ORIENTE: LA BARBARIE TENDRÁ FIN CON LA REVOLUCIÓN SOCIAL
El Estado israelí bombardea a la población palestina y ha lanzado contra ella una ofensiva terrestre mortífera. Las víctimas se cuentan por centenares. La desproporción de las fuerzas es evidente en esta nueva tentativa de masacre en la que un Estado colonial súper armado, disponiendo del apoyo de las grandes potencias, se enfrenta a la población de Gaza recluida en una verdadera prisión a cielo abierto sometida al bloqueo.
Mientras los palestinos se niegan a bajar la cabeza, las voces se elevan en todo el mundo para exigir el cese inmediato de los bombardeos y la retirada de las tropas de la Franja de Gaza. Estas voces se hacen escuchar entre la propia población israelí.
Para detener el derramamiento de sangre, estas movilizaciones son necesarias, pero no son suficientes. El problema es político: la experiencia de los últimos cincuenta años es una prueba suficiente de que toda "paz" que no se funda sobre el fin de la estructuras de opresión social y colonial no hace más que preparar nuevas masacres. Mas las fuerzas políticas que dominan las sociedades israelíes y palestinas no tienen la voluntad, ni los medios, de imponer dicha paz.
Más que buscar la convivencia, desde la fundación de Israel los dirigentes israelíes tienen alzados a los israelíes contra los palestinos y los pueblos vecinos. Los judíos, hijos de los emigrados que huían de la persecución y las políticas de inmigración de todas las grandes potencias que les negaron la entrada después de la guerra, han sido empujados contra los árabes, expulsados de sus hogares y aldeas en 1948. Debido a que necesitaban el sostén de las grandes potencias occidentales, los líderes israelíes se han convertido en sus auxiliares y han bloqueado a la población que decían defender, en este camino sin salida que consiste en ligar su suerte a la presencia de estas potencias en la región.
La aparición de una lucha nacional de los palestinos ha constituido un progreso innegable, planteando la cuestión del colonialismo. Pero, buscando el apoyo de estas mismas potencias occidentales y también de las burguesías árabes, la OLP de Yasser Arafat, quien dirigió esta lucha, contribuyó a colocar al pueblo palestino en un impasse. En los años 70, la lucha anticolonial de los palestinos se convirtió en un emblema para todos los trabajadores y los oprimidos del mundo árabe, que se convencieron de que la conquista de la libertad para los palestinos estaba estrechamente vinculada a la conquista de la libertad para todos los pueblos de la región. Pero la dirección nacionalista ha hecho una elección consciente en negarse a llevar la lucha al terreno de la revolución social, en la que los palestinos, cuyos campamentos estaban esparcidos por toda la región, se habían mostrado dispuestos a participar.
Después de las masacres del Septiembre Negro, en las que 5.000 palestinos fueron muertos, Arafat estrechó la mano del rey Hussein de Jordania –que había comandado la masacre– en esa conferencia de reconciliación mantenida en el nombre de una mítica fraternidad árabe que debía buscarse independientemente de las clases sociales. Es, en efecto, de modo externo a esta dirección nacionalista que a continuación se expresa con fuerza la lucha contra el dominio colonial, con la explosión proveniente de la base de la primera Intifada, a finales de los años 80. La cual fue finalmente canalizada.
La responsabilidad principal del aumento de las fuerzas reaccionarias más racistas que se han impuesto en los veinte años siguientes en las dos sociedades, recae sobre los dirigentes israelíes. Pero la política de aquellos que dirigieron la resistencia al colonialismo, y que comparten con los líderes israelíes la negativa a cuestionar el orden regional, la desigualdad social y la propiedad privada, también contribuyeron a este estado de cosas, debilitando políticamente con el tiempo a los palestinos, y al proletariado consciente y militante.
Desde entonces, cada "alto el fuego" temporal prepara nuevos baños de sangre y cualquier solución acorde con los intereses de los explotados, e incluso con los derechos nacionales palestinos, no puede emerger sobre la base de esta configuración política. Más allá de la urgencia, la solución no puede venir más que del renacimiento de una corriente comunista verdaderamente internacionalista, dispuesta a asumir la responsabilidad de una larga Intifada obrera y popular, de una movilización revolucionaria contra el colonialismo y por la igualdad social.
De hecho, no podrá haber menos que una revolución completa, trascendiendo las fronteras, para imponer: el derecho al retorno de los refugiados palestinos; el fin de la legislación colonial y racista israelí y del aparato militar que lo apoya; la caída de los regímenes opresivos árabes; el laicismo y la convivencia pacífica de los pueblos de toda la región. Esta revolución no puede ser más que social, y un eslabón necesario de la revolución mundial que nuestra clase se verá obligada, tarde o temprano, a emprender para hacer frente al infierno creciente del orden internacional capitalista. Esta perspectiva puede parecer lejana y difícil –pero es la única manera.•
(24 julio 2014, Unión por el Comunismo)
Versión al castellano: Felicitas Arias y Alberto a. Arias
http://unionpourlecommunisme.org/societe/en-palestine-au-proche-orient-barbarie-finira-revolution-sociale
http://unionpourlecommunisme.org/es/societe-es/en-palestina-en-el-medio-oriente-barbarie-tendra-fin-con-revolucion-social
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