¿HAY QUE IR A VALENCIA A DEFENDER LA
DEMOCRACIA? 21 feb 2012
Juan Carlos Monedero Viendo a la Iglesia moverse bajo palio verbal. Viendo a la
patronal pretendiendo tratar a los trabajadores como esclavos.
Viendo a la prensa reaccionaria actuar con maneras de prensa del
movimiento. Viendo a los responsables de la policía llamar a los
que ejercen el derecho constitucional a la huelga”enemigos”, no
quedan muchas dudas de que hay gente que quiere suspender la
Constitución de facto.
En otros momentos de la historia tocó defender Madrid. Lo que
está pasando en Valencia, si tiene éxito, va a intentar ser
aplicado en la capital-ya están en ello-, y también en Andalucía,
en Asturias, en las Castillas o en Extremadura. De manera que lo
que está pasando allí nos está pasando a todos. ¿Dónde está el
límite? ¿Hay dejar que la derecha siga pisoteando la Constitución
que nunca quiso votar?
Siempre han existido “zonas marrones” donde el Estado no ha
actuado. Pero ahora, vista la actuación de la policía en Valencia
y las amenazas de la delegada del Gobierno en Madrid, se trata del
Estado convertido en un órgano de represión a favor del
desmantelamiento del Estado social. ¿Van a volver a la disciplina
de la dictadura?
Nos estamos jugando la democracia. Aunque, noqueados, aún no nos
atrevamos a verlo. ¿Desde dónde se defiende? La parlamentarización
de los conflictos, con la que se pretendía gestionar los derechos
ganados en las calles, ha agotado su capacidad transformadora.
Toda organización se ajusta por su eslabón más débil. Sin presión
ciudadana, ese eslabón son los trabajadores, los parados, los
pensionistas, los inmigrantes, las mujeres.
Los partidos democráticos parecen tener dificultades para bajar a
la calle con su pueblo -algo que el PP no dudó en los últimos
cuatro años de Zapatero- y parecen, bien prudentes, preferir
quedarse con los gestores de la represión en ese sitio, el
Parlamento, donde se está convirtiendo la legalidad en ilegalidad,
el derecho a un trabajo digno en despido libre, el derecho a la
educación en privatización de la enseñanza, el derecho a una
vivienda digna en desahucios, el derecho a una pensión en ahorro
forzado de por vida, el derecho a la salud, en un albur
mercantilizado en un juego marcado cada vez más monopólico. Y el
derecho constitucional a la manifestación en una ocasión para
reprimir a cualquiera que haga valer su voz, sean adolescentes,
invidentes, mujeres o ancianos, con tal de que protesten.
Las últimas veces que nos quedamos en casa se quedaron ellos en
las nuestras cuarenta años.
Juan Carlos Monedero es Licenciado en Ciencias
Políticas y Sociología. Profesor titular de
Ciencia Política en la Universidad Complutense de Madrid y
Director del Departamento de Gobierno, Políticas Públicas y
Ciudadanía en el Instituto Complutense de Estudios
Internacionales.
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