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      ¿Es inevitable permanecer en el euro?

      JM Delgado
      JM Delgado


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      ¿Es inevitable permanecer en el euro? Empty ¿Es inevitable permanecer en el euro?

      Post  JM Delgado Wed Sep 07, 2011 6:26 am

      ¿Es inevitable permanecer en el euro?
      El comisario europeo Joaquín Almunia decía hace unos días que ningún país saldrá del euro y que nadie quería hacerlo.
      Juan Torres López | 9-7-2011
      www.kaosenlared.net/noticia/es-inevitable-permanecer-euro

      Confiando que tomen nota de este asunto los amigos y amigas del 15M publico un artículo en el que planteo que si el euro y sus políticas siguen condenando a los pueblos al infierno de Grecia, Portugal o Irlanda que crea más problemas de los que resuelve habrá que salir a la calle para salirnos de él. Puede leerse en Sistema Digital o aquí en la web.

      ¿Es inevitable permanecer en el euro?

      El comisario europeo Joaquín Almunia decía hace unos días que ningún país saldrá del euro y que nadie quería hacerlo. Lo afirmaba con la misma seguridad con la que el presidente de la comisión aseguraba casi al mismo tiempo que en materia económica y de deuda "no hay alternativa".

      Quizá se equivoquen.

      A nadie le cabe la menor duda de las ventajas que disponer de una unión monetaria en Europa puede traer para todos. Pero son ventajas que solo se pueden disfrutar cuando está bien diseñada y cuando dispone de los necesarios mecanismos compensatorios para evitar que las diferencias que inevitablemente suele haber entre los países o territorios que la compongan se conviertan en una amenaza para la propia unión y en una fuente de desigualdades sociales y personales, de desequilibrios territoriales, de conflictos económicos y, en suma, de empobrecimiento para algunos de ellos.

      Desgraciadamente, tal y como multitud de economistas distinguidos y de diferentes posiciones ideológicas advirtieron en su día, la unión monetaria europea se diseñó desde el principio no para que diera frutos en el terreno de la cohesión y el desarrollo armónico de las economías y de los pueblos europeos sino para que las grandes empresas y los grupos financieros dispusieran de un espacio en donde obtener rendimientos más abundantes y con menos dificultades.

      Con una situación de partida entre sus componentes muy desigual, la renuncia a disponer de mecanismos equilibradores (coordinación macroeconómica efectiva, hacienda integrada, presupuestos suficientes, supervisión financiera centralizada, potentes políticas redistributivas que hubieran impedido el aumento de la desigualdad interregional que se ha producido...) llevaría inevitablemente a generar una actividad económica cada vez más polarizada en torno a los grandes centros de gravedad, a destruir constantemente tejido productivo en las periferias y a incrementar la vulnerabilidad de los territorios más débiles ante los impactos que la coyuntura económica siempre depara con mayor o menor intensidad. Y cuando estos últimos han sido especialmente fuertes, como los que ha producido la crisis financiera, todo ello se ha manifestado con toda su crudeza: cuando sufren o se deterioran en exceso los espacios más débiles el mal se traspasa también al conjunto de la economía europea.

      En lugar de optar por una estrategia auténticamente comunitaria, por una integración verdadera y mutuamente satisfactoria, es decir, en lugar de concebir al euro como un instrumento para el desarrollo integral de la economía europea, multipolar y no concentrado, creador de sinergias y no fragmentador del tejido productivo; en lugar de utilizarlo para hacer de la economía europea un espacio compensado en donde la agricultura, la industria y los servicios, la actividad empresarial y los centros de poder, se desarrollaran de modo armonioso en todo su conjunto, desde el primer momento se optó por someter a toda la economía europea a los intereses y directrices del gran capital europeo encabezado por el alemán. Su enorme poder y la sumisión de los gobiernos que se iban sumando a la unión, facilitaron un proceso que ha culminado con una "alemanización" del euro que puede terminar por destruirlo.

      La enorme pujanza de la economía alemana requiere una demanda constante e igualmente potente. Para que esa demanda procediese de su interior se requeriría una distribución de la renta muy favorable a los salarios y un elevado gasto público, porque estos son los que pueden garantizar una potente demanda interna. Pero cuando el capital renuncia a ceder renta no cabe sino recurrir a la demanda externa, dirigiendo la producción hacia las exportaciones como motor del crecimiento.

      Hace años, la ventaja tecnológica de la que gozaba Alemania hacía que esa fuese una salida natural de su economía, y que, por ello, no implicase un deterioro paralelo de los salarios. Pero cuando la globalización y la mayor integración europea tienden a homogeneizar las condiciones salariales y la norma tecnológica, para mantener la demanda externa es necesario una estrategia más combativa en el exterior, que es la que se ha manifestado en la gestación de la unión europea y, particularmente, del euro, basada en una auténtica "conquista" alemana de los mercados europeos.

      Alemania ha impuesto la estrategia que permite que el euro sea el instrumento que garantiza la demanda exterior que necesita y eso lo ha logrado liquidando literalmente el tejido productivo de los demás países y especialmente de los periféricos, imponiéndoles políticas de austeridad que les han impedido generar ingresos endógenos para generar la suficiente acumulación de capital y obligándole a financiar entonces su crecimiento económico mediante los créditos provenientes del enorme superávit que lógicamente produce una pauta distributiva nacida de esta estrategia.

      Alemania se ha quedado, o ha destruido, el tejido económico europeo y puede mantener su crecimiento gracias a la demanda de los demás países. Y como eso lógicamente merma la capacidad de generar los ingresos suficientes en estos últimos, pone a su disposición un gigantesco flujo de financiación nacido de la acumulación tan extraordinaria de rentas del capital que se obtiene en su economía, para que así puedan pagar el déficit en el que incurren constantemente.

      La operación puede realizarse aparentemente sin demasiados problemas porque se produce en el marco del euro, como si fuesen déficit o superávit registrados dentro de un mismo país: cuando muchos advertimos que el déficit exterior español es insostenible porque muestra que nuestra capacidad de generar ingresos endógenos disminuye peligrosamente los defensores del status quo nos dicen que eso no es problema porque el déficit español respecto a Alemania es tan problemático como el que Cuenca pudiera tener con Zaragoza.

      Es un argumento falaz. Las consecuencias de estos déficits constantes y en aumento que produce la estrategia que domina el euro sí son un gravísimo problema económico y social (aunque no lo sean desde el punto de vista contable) porque provocan, al menos o principalmente, tres problemas que antes o después pueden hacer que todo salte por los aires en Europa:

      - El primero es que genera una deuda privada en aumento que es insostenible desde cualquier punto de vista que se contemple. Algo que nunca ha preocupado a las autoridades porque a la banca le interesa que crezca cuanto más mejor. Por eso la han dejado crecer, y lo seguirán haciendo aunque lleve al saqueo de los pueblos porque cuanto más alta sea mayor será, como estamos viendo, la capacidad de extorsión a los poderes representativos y la esclavitud que imponen a los ciudadanos.

      - El segundo es que en una situación de deterioro de la capacidad productiva y de los ingresos por las razones que he apuntado, es preciso imponer el grillete de la austeridad, so pena de imponer a las rentas del capital un régimen impositivo al que de ninguna manera están dispuestas a someterse. Estas políticas también merman los ingresos, disminuyen la actividad y coadyuvan a incrementar el endeudamiento que, como acabo de decir, es el negocio de los bancos. Con tal de dar salida rentable a sus excedentes el capital alemán condena así al resto de Europa a la atonía y ella misma se cava su tumba, o se obliga a involucrarse en estrategias de conquista de mercados que desvirtúan (como ha pasado con la última ampliación de la UE) el espacio del euro. En concreto, esta estrategia es la responsable del continuado deterioro de las condiciones de trabajo y del aumento del paro.

      - El tercero es que puesto que sería impensable que el flujo de crédito que viene de los bancos alemanes (en realidad también de otros franceses pero como en una estrategia de seguimiento de los primeros) se dirigiera a financiar la actividad económica, industrial o de servicios, que compitiera con la exportadora alemana (es decir, que Alemania se hiciera la competencia a sí misma), su destino termina siendo o la financiación del consumo (en contra de la cínica defensa de la austeridad que se proclama) o la de burbujas como la inmobiliaria que proporcionan altos rendimientos pero no solidez a la estructura productiva sino todo lo contrario, una gran volatilidad.

      En el periodo 2000-2007 la renta nacional alemana aumentó en unos 300.000 millones de euros, de los cuales el 72% fue a rentas del capital. Y en ese mismo periodo más de 270.000 millones de euros de media al año salieron de Alemania para financiar negocios en otros lugares de Europa, pero lo hicieron dirigiéndose a destinos puramente especulativos, a inflar, como he dicho, burbujas inmobiliarias y a promover la evasión y la inversión improductiva. La consecuencia es que ahora los bancos alemanes están al borde del abismo y para tratar de recuperar el capital que prestaron fuera en lugar de invertirlo en su país, ponen en peligro la recuperación del resto de las economías e imponen un saqueo criminal a las naciones de las que han obtenido en estos últimos años beneficios incalculables.

      A nadie se le escapa que salirse del euro es una opción de costes extraordinarios que llevaría al país que lo hiciera a sufrir agresiones sin precedentes en Europa y a vivir algunos años de caos financiero y de empobrecimiento. Nada más cierto. Pero ¿acaso está propiciando otra cosa mejor un euro al servicio exclusivo del capital financiero y de las grandes empresas? ¿Acaso le ha dado seguridad y bienestar a Grecia a Portugal o a Irlanda? ¿Acaso no hizo España los deberes del euro y no puso sin rechistar en manos del capital alemán y europeo sus mejores empresas y centros de producción? ¿Acaso el euro nos está protegiendo de la extorsión y de los ataques especulativos? ¿no alentó el euro, en beneficio de la banca europea, el endeudamiento privado imponiendo los recortes salariales en lugar de la estabilidad financiera?

      El euro, y las políticas que se vienen imponiendo para sostenerlo en la función servil que viene desempeñando, es hoy día la fuente del desastre en que vive Europa y lo que impone un saqueo criminal a los pueblos al que hay que enfrentarse por dignidad y sentido de supervivencia. El euro y la incompetencia con que los dirigentes europeos están gestionando la crisis para salvar los intereses del gran capital no da ya ningún tipo de seguridad ni puede proporcionar bienestar sino la ruina generalizada de los trabajadores, de las clases pasivas y de las pequeñas y medianas empresas. Es un expolio que hará que una Europa se levante contra otra. Dentro del euro tal y como está constituido y en el marco de las políticas que implica es imposible que países como España (y por supuesto Irlanda, Portugal o Grecia, y posiblemente también otros como Italia o incluso Francia) tengan salidas que no impliquen más sufrimientos, más sobresaltos y peores resultados macroeconómicos y sociales. No es posible.

      Si no hay un giro urgente en la política europea, si no se impone la cooperación, la armonía y el reparto equitativo de la riqueza, si no se admite que quien debe gobernar Europa es el pueblo mediante sus representantes y no los grupos de presión y los poderes financieros, tenemos la obligación de salir a la calle también a reclamar que nos salgamos del infierno, como ahora el de Grecia, que quieren imponernos a todos.
      http://www.juantorreslopez.com/impertinencias/149-impertinencias-de-julio-de-2011/2441-ies-inevitable-permanecer-en-el-euro

      JM Delgado
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      Post  JM Delgado Mon Oct 24, 2011 3:30 am

      www.kaosenlared.net
      La lenta agonía griega


      Grecia está en un punto en el que debe decidir si prefiere una muerte lenta en el seno del euro o una operación quirúrgica rápida que le permita recuperar la salud después de un periodo de convalecencia.

      Alberto Montero Soler | La otra economía | Hoy 10:42
      www.kaosenlared.net/noticia/la-lenta-agonia-griega

      Ayer domingo se reunía en Bruselas el Consejo Europeo para no llegar a más conclusión para resolver la crisis de la eurozona que aquella que viene reiterando como una salmodia para evitar enfrentar su responsabilidad como instancia de gobierno colegiada de la Unión Monetaria: los países periféricos deben seguir profundizando sus planes de ajuste. Punto y final.

      Sin embargo, mientras esto ocurría, la propia troika (BCE, la Comisión Europa y el FMI) comenzaba a dudar de si la dosis de esa medicina que se ha aplicado en el caso griego, y que ha recomendado a todos por igual con independencia de cuál sea la enfermedad, no habrá sido excesiva (porque, por supuesto, plantearse la posibilidad de que la medicina no hubiera sido la adecuada es absolutamente impensable).

      En efecto, en un documento confidencial de la troika de hace un par de días se procedía a una revisión de las previsiones sobre el escenario al que se enfrentará la economía griega durante los próximos años con la intención de anticipar cuáles pueden ser las consecuencias de las desviaciones de esas previsiones sobre la “sostenibilidad” de la deuda griega.

      Una revisión que, por otro lado, parte del reconocimiento explícito de que la situación en Grecia ha empeorado mucho más de lo previsto en anteriores evaluaciones como consecuencia de las medidas de ajuste impuestas por la troika. A pesar de ello, no se realiza ningún atisbo de autocrítica al respecto y el documento se limita a reconocer que los efectos del ajuste, en lugar de producir un incremento positivo en los niveles de productividad como se esperaba (¡!), están resultando en una profundización de la recesión como consecuencia del proceso de deflación de precios y salarios que está teniendo lugar. Dicho lo cual, y evidentemente sin el menor atisbo de propuesta de cambio del recetario habida cuenta de que el aplicado hasta el momento no sólo está matando al enfermo sino que ni siquiera garantiza lo que tanto les preocupa, la sostenibilidad de la deuda pública, pasan a reevaluar el escenario para ver qué tendría que hacer Grecia para conseguir dicho objetivo.

      El escenario que se ofrece entonces es dantesco a poco que uno piense que detrás de las cifras del informe se está implícitamente hablando del bienestar, el empleo o la salud de millones de personas, a pesar que no se realice ni la más mínima mención a ninguna de esas cuestiones en el documento. Parece que Grecia fuera un país sin ciudadanos, sin habitantes, un país de ruinas arruinado del que hubiera huido toda vida humana.

      De entrada, y tras atribuir la responsabilidad a la falta de celeridad en la aplicación de las reformas por parte del gobierno griego, el informe plantea que el PIB caerá en 2011 en un 5,5% y en un 3% en 2012, no esperándose un leve crecimiento de un 1,25% hasta 2013-2014 y, si las reformas tienen el efecto esperado sobre el crecimiento (algo que puede ser muy discutible dado que, por ejemplo, los ingresos esperados de las privatizaciones a acometer entre 2010 y 2020 se han sobreestimado, según los nuevos cálculos, en más de 20 mil millones de euros), éste sería algo superior al 2,5% entre 2015-2020. Una vez agotados los efectos de esas reformas y privatizado todo lo privatizable, se espera que la economía griega crezca a una media anual del 1,6% entre 2021 y 2030.

      Lo preocupante no es sólo el raquítico crecimiento esperado de la economía helena sino que, además y nuevamente con la única preocupación en mente de asegurar la “sostenibilidad” de su deuda, ese escaso crecimiento deberá compatibilizarse con superavit primarios en las cuentas públicas superiores al 4% del PIB hasta 2025.

      Entre tanto, el acceso de Grecia a la financiación en los mercados estará vedada porque desde la troika se entiende arbitrariamente (como explícitamente se señala en el documento) que los mercados se negarán a prestarle fondos en tanto no consigan tres años consecutivos de crecimiento, tres años de superávit primario por encima del 4% y siempre y cuando el nivel de la deuda pública caiga por debajo del 150%. ¿Por qué estas condiciones? Nadie lo sabe. Eso sí, se prevé que ello no ocurra antes de 2021. Entre tanto, sus necesidades de financiación ascenderán, en condiciones “normales” a más de 252 mil millones de euros que necesariamente deberán ser aportados desde el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera.

      Lo más grave es que, a pesar de todos esos esfuerzos, cualquier desviación de las estimaciones de la troika como producto de errores en sus cálculos o de impactos negativos sobre la economía griega durante algún momento de ese largo período se traduciría en que la deuda se haría “insostenible”. Y el cinismo llega a su máxima expresión cuando entre los posibles impactos negativos se considera la posibilidad de una profundización de la recesión que el plan de ajuste de la propia troika está imponiendo y que, en su caso, elevaría las necesidades de financiación hasta los 450 mil millones de euros.

      Ello siempre y cuando no se produzca una negociación con los acreedores privadores de manera que éstos se avengan a una quita sobre los bonos griegos de en torno al 50 ó el 60% de su valor, en cuyo caso, el monto total de la financiación europea se situaría en torno a los 220 mil millones de euros.

      Dicho todo lo cual a uno no le queda más remedio que preguntarse qué deben estar pensando los griegos ante este escenario desolador: con unas tasas de crecimiento raquíticas durante lustros; con un proceso de deflación acelerado de sus precios y salarios; con unas estructuras de bienestar en proceso de desmantelamiento porque hay que destinar las partidas de gasto público que permitían atenderlas a generar un superávit primario para pagar los intereses de la deuda; en definitiva, con un proceso de ajuste que va a durar, si todo va bien, al menos veinte años.

      Ante este panorama, un ciudadano griego difícilmente puede pensar algo distinto a que su país carece de futuro en el seno de la Unión Monetaria Europea y que quizás tenga alguno saliéndose de ella, abandonando el euro, recuperando su moneda y la soberanía plena sobre todos sus instrumentos de política económica y, sobre todo, dejando de mercadear con las condiciones de vida de sus ciudadanos para tratar de convencer a los mercados y a unas instituciones que sólo velan por los intereses de éstos de que pagarán todas sus deudas.

      Evidentemente los costes de una salida del euro serían muy elevados, nadie lo pone en duda y nadie debe llamarse a engaños al respecto. Pero Grecia está en un punto en el que debe decidir si prefiere una muerte lenta en el seno del euro o una operación quirúrgica rápida que le permita recuperar la salud después de un periodo de convalecencia que, estoy seguro y ahí está el caso argentino para corroborarlo, siempre será inferior a la duración de la agonía que tan generosamente ofrece la troika.
      http://www.albertomontero.com/2011/10/24/la-lenta-agonia-griega/#more-495

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